Jueves 10.6.2021
/Última actualización 11:39
Candela Fernández publicó su primer EP, titulado “Fauna”: es el nombre del tema más reciente, y el primer corte de difusión. La cantautora santafesina (otrora lideresa de Candela en Majúma, banda que obtuvo una mención en la Bienal de Arte Joven de UNL en 2016) confecciona, en cuatro estaciones, un tejido multicolor que enlaza grabaciones caseras con programaciones y sonidos electrónicos.
La obra nace luego de dos años de proceso creativo. Fue registrada casi enteramente de forma artesanal en el estudio de Franco Bongioanni (guitarras, coros, programaciones, sintetizadores) junto a Juan José Mulé (bajo) y Valentín Gatti (batería, percusiones). Además, cuenta con las participaciones especiales de Cintia Bertolino (voz en “Mudanza”), Agustina Cortés, Nico Serrano y Guillermo Almirón (saxo, trompeta y trombón en “Madrecita”).
De este viaje habló la compositora y cantante (distinguida como Mejor Voz Femenina en los Poquet Awards 2019) con El Litoral.
-¿Cómo fue el proceso entre el fin del ciclo de Candela en Majúma y la etapa en que estuviste actuando en solitario con la loopera, antes de este nuevo ciclo?
-Candela en Majúma fue mi primera banda, antes no había tenido la experiencia. Entonces desde todo punto fue muy productivo, porque me curtió en muchos aspectos, fue de mucho aprendizaje. Fue un proyecto hermoso que disfruté un montón, donde pude por primera vez ir participando en esto de arreglar mis canciones: teníamos una dinámica en la que llevaba la canción en estado puro, guitarra y voz, y entre todos la íbamos arreglando. Y además era un grupo hermoso. Después cada uno decidió, incluso yo también, seguir su camino y seguir explorando por otros lados.
Me encuentro con la loopera y esto de a partir de querer seguir cantando mis canciones y de repente sola con la guitarra (si bien lo hago, y lo he hecho) sentía que por ahí faltaba algo en algunas canciones. Entonces ahí empecé a pensar y a diseñar de qué forma podía construir la canción en vivo con un poco más de elementos. Hasta que conocí a un amigo que tenía una loopera, la probé y dije “guau, acá ya me puede agregar coros yo misma”; y así con otras cositas.
-¿Qué aprendizaje o qué conexión con lo que estás tocando te dio la dinámica de poder sobregrabar e ir edificando la canción en vivo? Tenés que hasta contar las vueltas.
-Hay una mega adrenalina del minuto a minuto, si pisé bien o no (risas), que no la puedo comparar con otra cosa. “En el estribillo me tengo que disparar un coro de fondo”; si no lo disparé no es la muerte de nadie, pero a la vez sé que le estoy quitando mucho a esa canción. Ese minuto a minuto me hace estar 100 % presente, con todas las antenas en 360. No me puedo dormir mucho con nada. No quiero decir que en banda no, pero descansás un poco en otros instrumentos, que esto no lo tiene.
-¿Alguna de las canciones de esa etapa está en el EP?
-Sólo “Fauna”, la primera canción que saqué, es nueva: la hice enteramente el año pasado durante la cuarentena. “Madrecita” es un poco más nueva, la hice más o menos en la transición después de que se disolvió Majúma. Las otras dos, “Mudanza” y “Baguala”, las tocábamos con Majúma, las habíamos arreglado hermosamente.
-Hiciste una comparación entre la irrupción del feminismo y la irrupción de la fauna silvestre en sitios vaciados por el aislamiento. ¿De qué forma ese confinamiento irrumpió también en tu actividad artística?
-En todo sentido, porque fue un parate no sólo de acción laboral y de cuestiones que me llevaban a salir de mi casa, sino que me llegó a encontrarme mucho más conmigo misma sola, con más espacios conmigo sola; por ahí antes tenía más ruido, estaba más entretenida o menos tiempo sola, literalmente.
Por momentos fue complicado como toda existencia, supongo (risas), y por momentos más llevadero. En ese momento pensaba (como creo que nos habrá pasado a muchos) que sabíamos del encierro, la falta de reuniones, etc., por el otro lado había una gran cantidad de gente y específicamente un sistema sanitario que estaba todo mal. De alguna manera tener ese mensaje tan claro de que hay una emergencia tan grande un poco aliviana el peso diario de tener que estar tanto tiempo encerrada.
En cuanto a lo artístico fue más un tiempo de guardar: venía tocando bastante antes de la pandemia, fue también para conectarme con otro momento que tenía que ver mucho con la producción, porque ya se venía el EP. No compuse casi nada en la cuarentena (risas) fue mas por otro lado: hay gente que quizá compuso discos en la cuarentena; no fue mi caso, que compuse “Fauna” y ya (risas).
-La frase de la canción “Fauna” que dice “Ya no camino lento / Ahora ya no tengo porque sentir miedo / Está la fauna corriendo” sin duda tiene que ver con esa irrupción de lo silvestre femenino.
-Sí, claro, para mí representa justamente eso: como una manada qué irrumpió; de alguna manera las múltiples, diversas formas en las que se lleva a cabo este copar lugares o habitar espacios no siempre tiene que ver con lo establecido o con lo que “normalmente” se espera. Me parece que hay algo instintivo y libidinal en salir hacia un deseo, que lo conecto mucho con como irrumpió en mi vida personal el feminismo, y también creo en parte que fue así socialmente en las calles. Para quien se dejó atravesar ha sido de mucho movimiento: de manera abrupta y bien revoltosa en mi caso.
-¿Cómo fue el trabajo de gestación junto a Franco Bongioanni como productor, ingeniero, un poco de todo? ¿Hay algo de construcción por capas o ladrillo a ladrillo?
-Sí, con Franco así casi dos años que venimos con el proceso creativo, con la pandemia en el medio. Le acerqué las canciones en su momento en un estado más puro, guitarra y voz. Con Franco la verdad que hicimos un equipo impensado, porque no nos conocíamos antes de eso, sólo de nombre: jamás pensé que íbamos a poder forjar ese vínculo creativo.
Fue fundamental porque también aprendí mucho con él a ir eligiendo, discernir qué es lo que quería, qué arreglo quería para cada canción, Cómo transmitirlo también, porque de repente yo le representaba un sonido que me imaginaba con imágenes de naturaleza: por ejemplo decía “acá imagino algo más etéreo, liviano”; ese trabajo de transformar eso en sonoro fue magnífico como pudimos intercambiarlo con Franco, fue muy orgánico.
-No fue una relación habitual entre músico y productor, sino que él también se compenetró y comprometió con el proyecto desde otro lugar.
-Sí, claro, plenamente. Por lo que yo voy a estar toda la vida agradecida; si no hubiese sido de esa manera creo que tampoco hubiésemos logrado producir las canciones y que nos guste tanto a los dos lo que hicimos. Fue muy valioso para mí no sólo ver si no poder ser parte de la cocina de todo: la experiencia de elegir detenidamente e intercambiar con él qué sonido iba porque íbamos a grabar ese instrumento, y por qué no otro; qué arreglo.
Participé también de la mezcla, entonces fuimos eligiendo los efectos de voz; fue estar en una cocina: amasar, “enchastrarme” de todo ese proceso que nunca había vivido y que me va a marcar a fuego (imagino) de ahora en más, porque no había tenido de formar parte tan artesanalmente de un trabajo de mi canción. Quizás lo común hubiese sido: “Franco produce, yo le traigo la canción y él decide qué instrumentos van a ir y qué arreglos”. Y no: realmente fue una construcción colectiva, me parece que es valiosísimo.
-Experimentaron con sonidos electrónicos y analógicos. ¿Cuánto de la atmósfera o ese clima que crean es un vestido para la canción, y cuánto esa misma atmósfera organiza la canción?
-Ay, qué buena pregunta. Siento que hay una convivencia de los dos mundos que terminó sin querer impregnando las otras canciones. Justamente esta convivencia de lo electrónico y lo analógico es la raíz de “Fauna”, porque (aunque pareciera que no por momentos) pero hay grabado una batería en estudio mezclada con la bata electrónica; ni hablar de todos los ambientes, las programaciones, los sintes.
Siento que “Fauna” me abrió la puerta a que las otras canciones también pueden convivir más armónicamente de esa forma con lo analógico y lo electrónico. Que también es como a mí me gusta presentarme, por eso es que uso el recurso de la loopera, aunque sea pequeña no es la de Juana (Molina), digamos (risas); pero con mis recursos, que son pedales chiquitos me gusta construirme ese mundo de mezcla: es algo que me divierte mucho.
Me parece que “Fauna” es una radiografía de ese sentir mío, de que se pueden mezclar las dos cosas que me interesan por igual: no quiero decir que un futuro disco sea todo mega electrónico, tampoco que va a ser todo guitarra y voz; es la mezcla de dos mundos que a mí me interesa mucho seguir explorando. Siento que “Fauna” es una puerta hacia un lugar a donde estoy yendo a explorar ahora, en el presente, porque este tema tiene unos meses.
-“Fauna” (la canción) surgió en medio de ese proceso. ¿La letra estaba desde el vamos o se fue acomodando durante el proceso de producción? Porque también tiene sus climas.
-Lo primero que nació fue la melodía de la estrofa con la línea de bajo, que la llevé yo a lo de Franco para que la veamos entre los dos. Después (que es lo que me pasa un poco siempre) a esa melodía le fui poniendo letra; es medio raro que piense en la inmediatez en una letra. Cuando defino un poco de qué quiero que hable la canción ahí voy construyéndola.
En el caso de “Fauna” teníamos claro y me imaginaba mucho los pasajes de caos, de programaciones, de ruidos. La letra la definí un poco después, ahora que pienso.
-¿Cómo se sumaron Valentín Gatti y Juan José Mulé?
-Si bien venía tocando sola, ya tenía bastante decidido la idea de que el formato del EP sea grabado con más personas, en formato banda. Esa decisión me costó un montón, pero por otro lado sentía que me ampliaba un poco el universo, a si de repente este año, o el año que viene, decidía ampliar mi forma de presentarme.
En el caso de “Fauna” cuando me presento toco la guitarra y la loopera, pero en el momento que compuse la canción pensé en un bajo aunque no soy bajista. Tuvimos que trasladar estas cosas que están sonando, para que sea real, a músicos que lo toquen: ahí fue cuando se sumó Juan José Mulé y Valen Gatti que también le dieron su impronta. Más allá de que ellos tenían la maqueta súper específica “a lo Franco” (risas) de lo que había que tocar, sin duda que cuando pasa por el cuerpo y el instrumento de otro músico eso se transforma, se nutre, le da otra vida.
“Madrecita” es una canción que remite un poco a sonido del Noroeste; la compuse hace años, siempre me imaginé para esa reunión de instrumentos, quizás no tan específica. Sabía que tenía ese aire medio de chaya, medio carnavalito, medio festivo, que necesitaba en el momento de ser grabada con más instrumentos. Ahí tocó Franco las guitarras, José el bajo, Valen, y en los vientos Agus Cortés, Nico Serrano y Guillermo Almirón.
También está la participación de Cintia Bertolino en “Mudanza”: hermosa, medio esotérica.