Sábado 24.9.2022
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“Henryk Szeryng era como un camaleón”. En la página especializada www.scherzo.es lo señala Pablo Rodríguez, haciéndose eco de una afirmación de Itzhak Perlman, que forma parte del documental “The Art of Violin” (2001). Perlman quería decir que el violinista polaco y nacionalizado mexicano en 1946 era capaz de asumir las sonoridades de sus colegas hasta el punto en que era casi imposible distinguirlo. Más allá de esta opinión, Szering está considerado entre los intérpretes más destacados de su instrumento del siglo XX, al punto que fue admirado por Arthur Rubinstein, quien aseguró que “los auténticos enamorados de la música buscan emoción y eso es lo que Szeryng les ofrece”.
El violinista en los años 40.Nacido en Polonia en septiembre de 1918, se formó primero con Bronislaw Huberman y luego, en Alemania, continuó sus estudios junto Carl Flesch, violinista, pedagogo y compositor húngaro. Tras brindar, en su temprana juventud, algunos conciertos, avanzó en París con sus nociones de violín, bajo el seguimiento de maestros como Gabriel BouilIon y Nadia Boulanger. El influjo de esta última (compositora, pianista, organista y directora de orquesta francesa considerada por Ned Rorem como “la pedagoga musical más importante que jamás existió”) fue central.
Szeryng en 1933.Luego del estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, el joven Szering desempeñó tareas como intérprete. Sus vastos conocimientos al respecto, que según los documentos biográficos consultados abarcaban ocho lenguas, resultaron de sumo valor durante el desarrollo del conflicto bélico. A la par, Henryk utilizó sus habilidades musicales para insuflar ánimo a las tropas aliadas, a través de la concreción de conciertos que se extendieron por todo el mundo. Y lo hicieron célebre. Uno de los destinos de esa serie de conciertos fue México, donde observó el cálido recibimiento que ofrecieron las autoridades de ese país a los refugiados polacos afectados por la contienda. Esto, más la oferta de asumir la dirección de un cargo docente, lo impulsaron a adoptar, poco después del final de la guerra, la nacionalidad mexicana. Fue precisamente en el país azteca donde conoció a Rubinstein, con quien cultivó una profunda amistad.
Henryk Szeryng en 1940.A partir de los ‘50, Szeryng empezó a cumplir funciones como embajador cultural itinerante y consejero honorario para la música ante la UNESCO. En 1971 se produjo uno de los grandes hitos de su carrera: pudo estrenar el tercer concierto para violín de Paganini poco tiempo tras el descubrimiento de la partitura. Murió en 1988 durante un viaje por Alemania. El programa de su última actuación fue, curiosamente, el mismo que había utilizado medio siglo antes para su debut.
Este músico singular del siglo XX consagrado al universo de los instrumentos de cuerda estuvo en Santa Fe el viernes 11 de agosto de 1944, gracias a las gestiones de Amigos del Arte, entidad que auspició algunas de las páginas culturales más sublimes de la historia de la capital provincial. Diario El Litoral dejó un completo registro del paso del violinista, que subió al escenario del Cine Colón (hoy ATE Casa España) con un repertorio dedicado a Tartini, Schumann, Tchaikovsky, Milhaud, Dvorak, Zarrycki, Albéniz y Paganini.
El registro de El Litoral de la visita del músico.“Henryk Szering, extraordinario violinista polaco, se presentó anoche en Amigos del Arte ofreciendo un concierto de elevada significación artística. Dio comienzo su audición con la célebre sonata de Giuseppe Tartini, llamada ‘Trino del diablo’, vertida con una técnica infalible, buena sonoridad y alto conocimiento del estilo, muy ponderado, animando las formas del barroco musical gracias a la potente vibración del intérprete mismo frente a esa obra austera y de acceso difícil, lo cual demuestra que el intérprete posee la más depurada de las técnicas y una musicalidad bien afianzada”, expresa la crónica publicada el sábado 12 de agosto de 1944 por el vespertino.
“Siguió luego Bonata en la menor de Schumann probando de nuevo su afinidad con el romanticismo, dedicando su profundo sentimiento a la escritura ensimismada y soñadora de este gran compositor. Tanto lo meditativo de la obra como toda su ternura, fueron traducidas con igual equilibrio de sonoridad y penetración espiritual. Y es que Szering se manifiesta con la poesía y delicadeza obligadas para esta página”, añade el cronista que apreció el concierto del polaco-mexicano.
Pero lo mejor llegó después. La parte final de aquel concierto, a la postre memorable, comprendía piezas de Milhaud, Dvorak, Zarrycki y Albéniz con las cuáles, Szering obtuvo unánimes aplausos. Pero fue con “La Campanella” de Paganini (es decir el tercer movimiento del concierto para violín n.º 2 en si menor op. 7 del compositor italiano) cuando conquistó finalmente la admiración del auditorio santafesino. “Szering es un artista de valores excepcionales, que hacen de él un intérprete de primer orden en la más alta acepción de la palabra”, cierra la crónica de El Litoral. Una demostración más de lo que Santa Fe llegó a ser como faro cultural argentino.