Sábado 7.9.2024
/Última actualización 14:22
Las artes y las ciencias exactas pueden parecer disciplinas muy separadas. Sin embargo, muchas formas de arte se basan en la física y otras especialidades. La ciencia también puede “crear” música, por ejemplo registrando en distintas frecuencias las emisiones producidas en un evento cósmico o en un fenómeno cuántico. Queda claro, entonces, que son campos que pueden enriquecerse uno al otro y que no actúan disociados.
Este medio charló con el dúo Estelario, quienes están presentando “Orión”, con ritmo de son cubano, cuenta con la participación de nueve músicos de primer nivel. La letra descubre estrellas que podemos ver a simple vista en el cielo: Orión, las Tres Marías, el perro (Can Mayor) y las Pléyades. Nos relata con humor la historia greco-romana de Orión, un cazador mitológico que fue puesto en el cielo por el mismo Zeus. Pero también introduce la mirada del cielo de otras culturas como la qom, mapuche o egipcia. Al mirar las mismas estrellas que forman a la constelación de Orión (Rigel, Betelgeuse o las Tres Marías) estos pueblos ven otros dibujos y cuentan otros relatos. Estelario juega con la perspectiva con la cual miramos el cielo desde el hemisferio Sur.
El videoclip de Orión nos guía en este viaje por el cielo, entre sus personajes en forma de caricaturas animadas: las Tres Marías, Orión, el Perro, las Pléyades, las tres viejas (qom), la cinchada espacial (mapuche) o el dios egipcio Osiris. Participan del videoclip, en forma de dibujos animados, el dúo Estelario y los siete músicos invitados, piloteando su nave espacial.
El proceso de realización comenzó con las caricaturas de Julio Ibarra, quien diseñó los personajes. Trinidad Ventos tomó esas ilustraciones y realizó trabajo profundo y bello de animación, diseño de fondos, composición y montaje.
-Estelario nace en un viaje a la Patagonia argentina, estábamos juntos contemplando el cielo y se nos ocurrió combinar en un proyecto estas dos pasiones: la música y la astronomía. La idea fue inspirarnos en los cuerpos celestes, pensar cómo la humanidad se ha ido relacionando con las estrellas, los planetas, los satélites, cuán importantes son en la vida cultural, cotidiana y espiritual de los pueblos. Nos entusiasmaba ayudar a conectar a las personas con el cielo, desde poder reconocer constelaciones, aprender a orientarse con la Cruz del Sur, hasta diferenciar los cielos de cada estación del año y conocer las versiones que distintas civilizaciones dieron a las mismas agrupaciones de estrellas.
Ahí mismo, en la Patagonia, arrancamos la canción de Orión, nuestra primera composición. Es un son cubano en el que se cuenta la historia greco-romana de este cazador sideral y los personajes que lo acompañan. Orión es una constelación muy popular por su cinturón, conocido como “Las Tres Marías”, fácilmente reconocible en el cielo de verano. Pero es interesante porque no todos los pueblos vieron un cazador en ese dibujo imponente que aparece cuando unimos las estrellas, El pueblo mapuche lo llama “Weluwitraw” y allí donde los griegos veían a Orión, ven la representación de un juego parecido a una cinchada. Y así va cada pueblo y cada civilización reflejando en el cielo los símbolos que le importan, que tienen algún significado importante para su vida cultural, para su religiosidad, para su cotidiano. Inclusive tenemos estrellas que tuvieron funciones de predicción meteorológica, como las Pléyades, un cúmulo estelar que en gran parte de América Latina anunciaban si se venían épocas de lluvias o de sequía y si habría buenas cosechas. Esta conexión entre las estrellas, la Tierra y la humanidad es la que más nos convoca como artistas.
-¿Cómo la música ayuda al ser humano entender el universo?
-Es interesante porque el arte puede ser una forma posible de entender el universo, un acercamiento más sensible, más atravesado por la subjetividad. La búsqueda de un saber objetivo es tarea de la ciencia, que parece una verdad absoluta e inmutable, pero se sigue actualizando a medida que avanza la tecnología y se van revisando y refutando teorías. Actualmente la teoría del Big Bang, que explica el origen del universo, está en crisis y a punto de ser refutada debido a las observaciones del telescopio James Webb (el telescopio con mayor alcance de la historia de la humanidad, que fue lanzado a fines de 2021).
La música es un lenguaje poético que no busca una verdad acabada, busca expandir los sentidos, tanto los sentidos sensoriales, como la multiplicidad de significados de las cosas, palabras, sonidos, seres, objetos. Por eso leer el cielo es una forma poética de comprender el universo, interpretando figuras donde sólo hay estrellas. Estrellas que se muestran cercanas entre sí aunque no necesariamente lo estén, una ilusión óptica que nos da la perspectiva.
En un contexto de digitalización del entretenimiento, de las relaciones humanas, de construir barreras entre nosotros mismos y lo que nos rodea, mirar el cielo puede ser una forma de sentirnos parte de algo más grande, algo hermoso e infinito. Creemos que la música es ideal para acompañar esa emoción, esa conciencia.
-¿Cómo es el proceso compositivo de las letras? ¿Cuánto tiempo les lleva el concluir las obras musicales?
-Hay un momento de investigación previa que puede ser simplemente sentarse a mirar el cielo nocturno y buscar constelaciones. Las vas descubriendo y vas completando ese mapa que hemos hecho del cielo. Porque al fin y al cabo, las constelaciones son como las fronteras, límites imaginarios que hemos inventado los humanos para ordenar el cielo que vemos. Que a su vez nos sirven para crear historias y representar nuestra cultura, como hemos hecho a lo largo de los siglos.
Parte de esa investigación también es la lectura, consultar materiales, ver documentales, por ejemplo hay una canción en la que hablamos de las características atmosféricas de Venus y las volcamos en una cumbia. Ese proceso fue interesante porque si bien no hablamos literalmente de la atmósfera de Venus (sería una cumbia muy aburrida) usamos esos datos como disparadores para crear un discurso poético. Tratamos de ser rigurosos en esa búsqueda previa.
GentilezaDespués todo se mezcla cuando empezamos a cruzar las historias, las culturas, los datos y la ciencia con la poesía, la música, el mundo sonoro. Es un proceso largo porque incluye componer la música, los arreglos, pensar la instrumentación de cada tema, qué color le queremos dar, grabar maquetas de las canciones, que es una forma de ir presentando los materiales, ir escuchando cómo quedan, contratar músicos invitados, entre un montón de otras cosas. Estuvimos 2 años dedicándonos exclusivamente a la composición y grabación de los temas, así que ahora toca salir a compartirlos. Además, acompañamos casi todos los temas con audiovisuales que complementan la experiencia sonora.
Exploramos mucho la música latinoamericana pero también nos dedicamos a lo que se conoce como “músicas del mundo” y nos encanta incorporar sonidos provenientes de distintas culturas. Por ejemplo, hay una canción que habla de la constelación de Escorpio, que por su impresionante parecido con un escorpión fue interpretado como tal por culturas muy lejanas. Y en ese tema incorporamos sonidos asiáticos como el tabla, árabes como el derbake, palmas que evocan las de la música flamenca y coros estilo “gospel”, buscando en esta mescolanza musical representar esa multi-culturalidad.
En la ciudad de los libros
-¿Cuál fue el primer libro que leyeron? y ¿Cuál es su libro preferido?
-Daniela: No me acuerdo del primer libro que leí, sí del primer libro que me impactó que fue Mi planta de naranja lima de Vasconcelos con el que entré en simultáneo en contacto con la muerte y con los paisajes de Brasil y me caló muy profundo. Me sentaba horas a releerlo, me acuerdo que mi mamá se preocupaba. Y libros favoritos tengo muchos, que van desde Los Miserables de Víctor Hugo, pasando por una edición ilustrada por Carlos Nine de Crónicas del Angel Gris de Dolina, varios de Gioconda Belli y otros tantos de nuevas narradoras como Samanta Schweblin y Valeria Luiselli, cuyo Desierto sonoro fue el último libro que me impactó.
Gabriel: La primera novela que leí, cuando era muy chiquito, fue La Isla Misteriosa de Julio Verne. Tuve una etapa en la que leía mucha ciencia ficción. Hace poco la retomé, con Siberiada de Stanislav Lem, que me encantó porque le da un tono cómico-absurdo a dilemas filosóficos de la tecnología, como la inteligencia artificial y está escrito en 1970. Me encantan los libros que me hacen reír a carcajadas como La Conjura de los Necios de Toole o El Libro de la Risa y el Olvido de Kundera. También las nuevas narradoras latinoamericanas, como Schweblin (Kentukis es un libro de ciencia ficción espectacular) o Mariana Enriquez, me encanta que retomen el realismo mágico.
-¿A qué escritor, vivo o muerto, retarían a duelo de espada en un molino al amanecer?
-Más que a un escritor, creo que retaríamos a duelo a Los Refutadores de Leyendas, personajes salidos del mundo maravilloso de Dolina que se dedican a renegar de todo aquello que no pueden explicar. Los Refutadores de Leyenda buscan explicaciones científicas a eventos mágicos y fantásticos. Creemos que la ciencia y las leyendas, los mitos, las historias fantásticas, los arquetipos, pueden coexistir perfectamente si integramos la experiencia humana. Un ejemplo de esto es el cúmulo estelar de las Pléyades, que muchos pueblos nativos de Latinoamérica observaban con atención para hacer predicciones meteorológicas, a la vez que las veneraban como parte de su religiosidad.
-¿Cómo fue la pre producción del videoclip de Orión?
-Fue un proceso muy intenso porque la idea de representar el cielo nocturno a través de música y animaciones es muy ambiciosa. Queríamos que el videoclip contara la historia del cazador Orión, pero que también ayudara al público a encontrar la constelación y a conocer su ubicación, sus constelaciones cercanas, las versiones que han dado distintos pueblos de todas esas agrupaciones de estrellas. Para eso le pedimos a Trinidad Ventos, animadora rosarina que se volcó al proyecto con muchísima dedicación y compromiso, que nos ayudara a crear una representación digital del cielo nocturno, en particular de la superficie que abarcan las constelaciones de Orión, el Can Mayor y el cúmulo estelar Las Pléyades.
Teníamos los personajes ya diseñados por un ilustrador, Julio Ibarra, que incluso dibujó las diferentes versiones de la constelación mencionadas en el tema: la mapuche, la wichí y la egipcia. El desafío siguiente fue hacer coincidir los personajes con el mapa estelar, con la complejidad de que en el hemisferio sur vemos las constelaciones clásicas “al revés”, ya que son personajes que imaginaron los europeos y que desde nuestra región se ven invertidos. Queríamos que el mapa fuera lo más fiel posible a la escala real del cielo y a la ubicación de cada constelación.
-¿Cómo ven la situación cultural en el país?
-La situación cultural está complicada por varios motivos, para empezar el desfinanciamiento que de todos los sectores. Nuestro país es una gran usina de arte reconocida por el mundo, exportamos cine, música, contenidos digitales. Consumimos teatro, danza, humor, artes plásticas y visuales, somos un país con una cultura floreciente, pero que necesita riego y cuidados. Muchas obras que se han perfilado internacionalmente, comenzaron como proyectos independientes que no hubieran sido posibles sin el apoyo del Estado. El Estado esa mano que ayuda a que se pueda hacer arte por fuera de los márgenes del mercado, que muchas veces solo presta atención a las producciones culturales comerciales. Si el arte sólo existe para ser vendido como un detergente, no podemos quejarnos después de que las canciones no tengan profundidad. Le estamos pidiendo lo mismo a la música que a un detergente.
Por otro lado, la crisis económica hace que la gente priorice gastos de primera necesidad. Podemos vivir sin ir al teatro, sin escuchar música en vivo, pero no sobrevivimos sin comer. El tema es que el arte nos permite percibir distinto lo que nos rodea, volver nuestra experiencia en el mundo más rica, más intensa, más mágica, más profunda, conectar con lo que nos hace humanos, con algo más que sobrevivir. Y para poder levantar la vista de la supervivencia, necesitamos tener la panza llena.
-¿Qué proyectos hay en el futuro?
-¡Un montón! Tuvimos la suerte de ser elegidos por el programa Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires para ofrecer el espectáculo en escuelas públicas, así que estamos muy entusiasmados con eso. Mientras producimos el show, seguimos grabando las canciones y las pistas que usamos para tocar en vivo, con la idea de en un futuro también poder editar un disco. Es un proyecto que da para volar alto, para imaginar posibilidades. Nos entusiasma la idea de editar un disco-libro con las letras e imágenes de Estelario, incorporar robótica a los shows en vivo, diseñar mapas estelares para entregar en las presentaciones. Hay mucho por hacer y muchas ganas de hacerlo. En eso andamos.