Miércoles 12.5.2021
/Última actualización 14:36
“No herí al Papa”, reiteró Juan Fernández Krohn en un vídeo colgado en Youtube el 6 de mayo de 2017 en el que este exsacerdote español ultraconservador se muestra hasta orgulloso de haber atentado contra Juan Pablo II, un “gesto que tuvo un impacto mundial que nadie me puede negar”, dice. Está claro que el “ cura papicida”, como él mismo se denomina en su último libro, no se arrepiente de nada. Tal como lo vio entonces y lo sigue considerando 35 años después, su intento de asesinar al Papa fue “un acto de devotio ibérica”, de “sacrificio por la patria”, con “intención suicida”. Es decir, pretendía salvar a España con su “sacrificio” aquel 12 de mayo de 1982.
Eran las 22,40 horas de la noche (13,40 hora española). Una inmensa multitud llenaba la plaza de Fátima. El día 13 se cumplía el primer aniversario del atentado cometido por el turco Ali Agca en la plaza de San Pedro y Juan Pablo II había viajado por primera vez hasta el santuario portugués para dar las gracias por haber sobrevivido y depositar como ofrenda en la corona de la Virgen la bala con que resultó gravemente herido.
Acababa de concluir la procesión de las velas y el Papa se dirigía al altar central de la basílica para bendecir a los fieles cuando, a escasos metros del Pontífice, un grupo de cuatro policías detenía e inmovilizaba a un joven sacerdote y lo alejaba entre gritos del arrestado contra el Concilio Vaticano II y el comunismo. Así lo relató el sacerdote, periodista y escritor José Luis Martín Descalzo, enviado especial de ABC en aquella visita papal. “En un primer momento pensamos todos que se trataba de un fanático excesivamente fervoroso y el propio Papa contempló la escena con rostro más de curiosidad y asombro, que de temor o miedo”, escribió antes de detallar toda la información que había logrado recopilar sobre el suceso.
El detenido, vestido con el tradicional “clergyman” y con su tonsura clerical “cuidadosamente hecha”, describió Martín Descalzo, era un sacerdote español de 32 años que había sido ordenado por monseñor Lefebvre. Juan Fernández Krohn era el capillán en Madrid de los seguidores de este cismático arzobispo francés que sería excomulgado en 1988. Martín Descalzo lo conocía, pues había publicado unas declaraciones suyas unos años antes “tan agresivas contra la Iglesia y el Vaticano que me sentí obligado a añadirles algunas apostillas aclaratorias, apostillas que me valieron una violenta respuesta del interesado, cuya agresividad le ha llevado hoy hasta las mismas puertas del crimen”, escribió.
Fernández Krohn se había trasladado a Lisboa desde París el día 12 y se había situado entre un grupo de sacerdotes durante la ceremonia. Llevaba una cartera de cuero negro y una bayoneta de 37 centímetros de longitud escondida, con la que se abalanzó para intentar apuñalar al Papa.
Imagen ilustrativaDziwisz: “El Papa resultó herido”
Aquel día se pensó que Juan Pablo II apenas se había enterado de lo ocurrido y que supo que había sido objeto de un atentado fallido cuando preguntó por su agresor, pensando que había sufrido un accidente en las escaleras. El Papa continuó su viaje con aparente normalidad. Sin embargo, el cardenal Stanislaw Dziwisz, que fue secretario de Juan Pablo II y su asesor más cercano durante casi 40 años, incluyendo los 27 años de pontificado, reveló en 2008 que el Papa resultó herido. “Cuando le llevamos de vuelta a su habitación (en el santuario de Fátima) había sangre”, afirmó en el documental “Testimonio”.
Krohn siempre lo ha negado. La seguridad del Papa frustró su propósito en aquella escalera. En el diario portugués Expresso, el superintendente de la Policía portuguesa David de Azevedo recuerda que oyó a un individuo decir varias veces que quería besar al Papa y que en un principio no le dio importancia, pero después se lanzó contra ellos. Los policías lograron que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. “La punta del sable se quedó a 20 centímetros de los pies del Papa”, relató Azevedo.
El subcomisario Ramalhete señala también en Expresso que los policías “le agarraron y le quitaron el sable de las manos. Ellos evitaron que lo apuñalara”.
Krohn declaró ante el juez de Lisboa que se había preparado durante seis meses para matar al Papa y que había logrado tocar la pierna de Juan Pablo II en la escalinata. Admitió que los policías de escolta impidieron que lograra su objetivo. En la cartera llevaba un documento traducido en tres idiomas en el que explicaba por qué quería matar al Papa.
Fue condenado a seis años y medio de prisión en Portugal. Cumplida su condena, el ya exsacerdote fue expulsado del país y tras una estancia en Francia, de donde también fue expulsado, recaló en Bruselas, donde se casó con una periodista portuguesa y tuvo un hijo.
En mayo de 2000, fecha de la segunda visita de Juan Pablo II a Fátima, la policía portuguesa distribuyó la fotografía de Krohn por precaución, pero donde irrumpió fue en la explanada del Palacio Real de Bruselas, donde los Reyes belgas esperaban a Don Juan Carlos y Doña Sofía. De nuevo, fue detenido. Según señaló Luis Ayllón, enviado especial de ABC a Bruselas, las extravagancias de Fernández Krohn eran bien conocidas entre la comunidad española en Bruselas.
Actualmente el exsacerdote sigue residiendo en Bruselas, se divorció y se dedica a mantener su blog y a intervenir en blogosferas y foros en internet. Ha escrito varios libros publicados por Círculo Rojo.