Lunes 1.2.2021
/Última actualización 18:50
Que Internet está presente en todo momento de nuestras vidas no tiene nada de novedad. Sin embargo, el bombardeo de contenidos que llega de todas partes del mundo a los dispositivos (televisores, tablets, celulares o computadoras) en formato audiovisual afecta directamente en el aprendizaje de los más chicos.
Palabras como “okey”, “nevera”, “pastel”, “guey” y otras expresiones de español “neutro” comienzan a formar parte del vocabulario de niños santafesinos que poco tienen que ver con el lugar donde habitualmente se usan estos vocablos. Al mismo tiempo, hay menores que consumen por varias horas contenidos poco apropiados para la edad que transitan. Ejemplos sobran, pero es muy común ver a chicos de entre seis y ocho años (y más grandes también) perder el tiempo frente a grabaciones de cómo otro juega a un videojuego catalogado para mayor edad.
Sobre estas situaciones, El Litoral dialogó con la Psicopedagoga María Alejandra Canavesio (Mat.Nº279.L.I.F.8), quien brindó su mirada y dejó algunos consejos para los adultos.
El Litoral La sobre exposición a los dispositivos y contenidos audiovisuales disponibles en Internet, trae aparejada una sobre estimulación que desencadena ansiedad, tensión, intranquilidad, urgencia, poca tolerancia a la frustración, explicó una especialista.La sobre exposición a los dispositivos y contenidos audiovisuales disponibles en Internet, trae aparejada una sobre estimulación que desencadena ansiedad, tensión, intranquilidad, urgencia, poca tolerancia a la frustración, explicó una especialista. Foto: El Litoral
— ¿Es un riesgo para el aprendizaje de los chicos que hablen en “neutro”?
— No considero que sea exactamente un “riesgo”, porque no les implica un “peligro”, pero sí creo que es algo preocupante, habida cuenta de que con el uso del lenguaje neutro lo que se busca es unificar el idioma, mientras que cada pueblo, ciudad, provincia y país tienen una terminología cultural y modismos propios, que van perdiéndose. Creo pertinente que los adultos accionen en favor de hacerles entender que esas palabras que usan y los modos de que se valen, corresponden a otros lugares y no al propio, en un intento de que puedan ampliar el vocabulario y obtener una mayor diversidad lingüística, pero no aplicándola en la cotidianeidad de su vida diaria, perdiendo la identidad cultural.
— ¿Además del lenguaje, qué otros “cambios” de hábitos puede traer aparejada la sobre exposición a los contenidos que se ven en plataformas como YouTube?
— La sobre exposición trae aparejada, ante todo, una sobre estimulación que desencadena ansiedad, tensión, intranquilidad, urgencia, poca tolerancia a la frustración. Y, por otro lado, la toma de “youtubers” como figuras de referencia conduce a niños y adolescentes a distorsionar su propia realidad y a alimentar expectativas que, generalmente, no son sanas, pues promueven el consumismo, el hedonismo y los disvalores. Otros cambios de hábitos que ocurren tienen que ver con alteraciones del sueño, en la alimentación y en cuanto al establecimiento de vínculos afectivos.
—¿Cómo explicarías el hábito que tienen algunos niños de ver videos de otros chicos jugando?
— Esto creo se asienta en la realidad de que el común de los niños está perdiendo la habitualidad del juego presencial con pares, porque lo va suplantando por el juego virtual. En la interacción casi permanente con los dispositivos no tienen posibilidad de entrenarse en el logro de habilidades sociales. Una de las razones por las que acostumbran ver videos de otros chicos jugando es para aprender “los trucos”. En la habituación al facilismo, el menor esfuerzo, la mayor rapidez y el apremiante deseo de ganar, lo que buscan es conseguir “servido en bandeja” los modos respecto a cómo jugar para obtener beneficios y salir victoriosos, sin necesidad de pensar para elaborar estrategias propias.
El Litoral La sobre exposición a los dispositivos y contenidos audiovisuales disponibles en Internet, trae aparejada una sobre estimulación que desencadena ansiedad, tensión, intranquilidad, urgencia, poca tolerancia a la frustración, explicó una especialista.La sobre exposición a los dispositivos y contenidos audiovisuales disponibles en Internet, trae aparejada una sobre estimulación que desencadena ansiedad, tensión, intranquilidad, urgencia, poca tolerancia a la frustración, explicó una especialista. Foto: El Litoral
-¿Esta situación se acentuó con la pandemia?
— Sí, mucho. En tiempos “normales”, el uso de la tecnología que hacían niños y adolescentes era de varias horas diarias, pero durante la pandemia ha sido demasiado (es decir, por demás), incluso hasta casi como único modo de jugar solos o con otros, y de comunicarse.
—¿Habría que prestar mayor atención a los contenidos violentos, como videojuegos de guerra, etc?
— Absolutamente. Se juega para aprender, se aprende jugando y, entonces, de los juegos agresivo-violentos que juegan (en demasía) la agresividad y la violencia serán los aprendizajes. Niños y adolescentes, hoy, juegan ejercitándose a diario en el manejo de armas, en la destrucción y la violencia, internalizando el matar como algo natural, común y corriente; válido… por estar jugando.
—¿Qué consejos les darías a los padres que se olvidan u omiten supervisar qué miran sus hijos?
— Demasiados padres ponen aparatos en manos de sus hijos a temprana edad (cuando no deberían hacerlo) excusándose en que los niños son nativos digitales y “saben” más que ellos, cuestión que, obviamente, no les permite control alguno. Por desconocimiento. Por otro lado, generalmente por una cuestión de “falta de tiempo” para compartir con los hijos, esos dispositivos que pusieron en sus manos terminan ejerciendo como niñeros, amigos y hasta como padres sustitutos, ocupando en sus vidas un lugar de preponderancia suprema. Son demasiados los adultos que desconocen absolutamente lo que sus hijos consumen y el uso que hacen de la tecnología. Como mucho, “supervisan” el tiempo de uso, pero no así los contenidos. Muchas veces se escudan en que confían en los hijos, sin darse cuenta de que no se trata de desconfiar sino de involucrarse activamente en lo que hacen porque, por más que hagan como si fueran grandes, no dejan de ser niños o adolescentes…y no adultos.