Miércoles 24.11.2021
/Última actualización 16:33
“El celular al que está llamando no está disponible”, reza el mensaje grabado al marcar el número telefónico que le pertenecía a Diego Molina hasta que su foto junto al cadáver de Diego Maradona conmovió a los argentinos y provocó el repudio generalizado contra él y Claudio y Sebastián Fernández (49), padre e hijo (19), los otros dos empleados tercerizados de la funeraria que cometieron el delito.
Escrache y mudanza forzada
A los tres, la vida les cambió rotundamente ese día. Primero el escrache en las redes: estos son, esto hacen, acá viven. Luego el señalamiento en el barrio donde vivían, más tarde el despido de la empresa a la que pertenecían y mediante la cual habían llegado para colaborar con el trabajo de la preparación del cadáver, a la casa de sepelios Pinier.
Hasta lo ocurrido, Molina y los Fernández vivían en el barrio de Villa General Mitre, en Capital Federal. Fue tan repudiado el accionar de los tres que en la misma medida se sintieron asediados por las miradas, las que eran para ellos, y las que sospechaban que tenían el mismo sentido aunque así no fuera. Las familias se vieron afectadas y no soportaron la presión, por lo que dejaron sus domicilios y se trasladaron a la zona Sur del Gran Buenos Aires, específicamente al partido de Ezeiza.
GentilezaNinguno de los tres volvió a usar sus cuentas en redes sociales. Viven bajo la sombra del repudio por su accionar y se muestran lo menos posible fuera de sus círculos.
Diego Molina se entregó y busca evitar ir a juicio
Fue el 28 de noviembre de 2020, tres días después de la muerte del exfutbolista y DT, y uno posterior a la difusión de su foto junto al cadáver, que Diego Antonio Molina se presentó en la comisaría 15 A de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires junto a su abogada, Juana Ramona Cabral, para ponerse a disposición de la Justicia. No quedó detenido pero sí imputado.
Diego Molina además posee dos denuncias anteriores en la Justicia. Una por lesiones iniciada el 25 de abril de 2020 y otras en noviembre de 2016 por violencia de género. También, al otro día de lo ocurrido con la selfie que se tomó junto al cadáver de Maradona, Molina fue expulsado del club Argentinos Juniors, del que era socio.
El testimonio de Claudio Ismael Fernández: “Pido disculpas”
El otro hombre que se sacó una foto junto al cuerpo de Diego, envió un audio apenas las imágenes tomaron estado público. “Estábamos acomodando el cuerpo antes de llevarlo y mi hijo, como todo pibe, levantó el pulgar y ahí se sacó la foto”, explicó.
“Yo le hice el servicio al papá de Maradona, al cuñado, y jamás lo hice. Estuve con Maradona cerca en vida. Y no lo hice en vida, sabiendo que es mi ídolo, no lo voy a hacer de fallecido. No hay intención. Sé que mucha gente se ha ofendido, sé que lo han tomado mal. Me están llamando de todos lados. Sé que molestó. Pero nunca antes pasó”, agregó el hombre que entonces tenía 48 años y su hijo, Sebastián Ismael Fernández, 18.
La casa de sepelios involucrada
“Fueron dos o tres semanas en las que la pasamos mal y después todo quedó en la nada. Nunca más tuvimos contacto ni con las personas que se tomaron la foto, ni con familiares de Maradona”, contó Matías Picón, hijo del dueño de la firma creada hace 55 años.
Delito, tramitación de juicio y posible pena
El caso de la imputación de Diego Molina y Claudio y Sebastián Fernández en el delito de profanación de cadáver se encuentra en la etapa de audiencia de requerimiento a juicio sobre la que el juez decidirá si efectivamente se llegará a esa instancia. Se trata de que la fiscalía que tiene el caso, cuyo titular es el doctor Roberto Maragliano, presentará los alegatos sobre por qué los considera culpables y el juez decidirá si están o no en condiciones de ir a juicio.
El Código Penal indica en su artículo 118° que “será reprimido con prisión de uno (1) a cinco (5) años el que, faltando al debido respeto, honor y memoria de los difuntos, sustrajera, profanare, o ultrajare el cadáver de una persona, sus restos o sus cenizas.”