En una entrevista con Nosotros Valeria Sol Groisman autora de la novela "Barullo" exploró las razones que la llevaron a abordar un tema muy presente en la sociedad actual: la ansiedad. Además, reveló cómo su experiencia modeló su propia escritura.
En un mundo vertiginoso y ansioso, donde las inquietudes y temores son moneda corriente, la escritora Valeria Sol Groisman nos invita a sumergirnos en las complejidades de la mente humana a través de su novela "Barullo". Una obra que aborda con sensibilidad la ansiedad, la soledad y la vorágine de la vida contemporánea. En esta entrevista, la autora nos devela las motivaciones y el proceso creativo que la llevaron a adentrarse en un universo literario donde la forma es tan protagonista como mensaje. Además, nos brindó su perspectiva sobre por qué la ansiedad se volvió tan prevalente en nuestra sociedad actual y cómo la representación de diversos trastornos mentales en su obra busca generar reflexiones acerca de un mundo hiperconectado y en constante transformación.
-¿Qué te inspiró a escribir "Barullo", una novela que aborda el tema de la ansiedad?
-Como en la vida, en la escritura una cosa te lleva a otra. Empecé escribiendo sobre el miedo y, paralelamente, preparaba mi tesis de maestría sobre la ansiedad como metáfora del mundo en que vivimos. Una cultura híper acelerada que nos lleva a consumir y producir discursos de manera fragmentaria. Mientras investigaba se me ocurrió que ese primer texto sobre el miedo podía convertirse en el germen de una historia más grande porque la ansiedad no es otra cosa que la expresión del padre de todos los miedos: el miedo a la muerte. Es decir, el miedo, la ansiedad y la cultura del acelere van de la mano. Así apareció Barullo, que en un comienzo se iba a titular Como si nada.
Respecto de por qué elegí estos temas, creo que desde que escribo vago por una especie de tópicos en red, tópicos que van conectándose unos con otros y que a veces aparecen mencionados o desarrollados de manera explícita y otras veces están pero más solapados. Me interesan las emociones fuertes, aquellas que detonan comportamientos o impulsan la toma de decisiones, y cómo estas se emparentan con los discursos que nos llegan de los medios o las redes sociales o la ficción. La salud mental es otro tema que me apasiona; la ciencia en general. Cuando tenía claro que la ansiedad iba a ser el eje de mi libro me puse a revolver viejos apuntes y me di cuenta de que en realidad siempre me muevo en una especie de círculo imaginario. En ese círculo otro de los grandes temas es la soledad.
"En Barullo la forma es casi todo. Te diría que sin la forma que tiene sería otro libro"
-"Barullo" se describe como una novela ansiosa y vertiginosa que refleja la mente de la protagonista. ¿Cómo lograste transmitir esta sensación de ansiedad a través de la estructura y el ritmo de la novela?
-En Barullo la forma es casi todo. Te diría que sin la forma que tiene sería otro libro. Si iba a escribir sobre la ansiedad tenía que lograr generar un clima ansioso, incómodo, por momentos angustiante. Tenía que replicar la manera en que funciona una mente en ebullición, una mente que no para de divagar, que no puede frenar nunca. También una mente en la que conviven muchas voces que se interrumpen unas a las otras. Por eso, las listas, las digresiones, los fragmentos de textos, las voces diversas, la intertextualidad y la intermedialidad. En un punto quería mostrar que el barullo puede ser el preludio de la incomunicación. Y, en el caso de Maca, es un barullo de alguna manera consentido y casi adictivo. Ella se embarulla para no pensar, pero el barullo no la acalla. Todo lo contrario. Y ahí aparecen los otros como verdadera válvula de escape. Quizás la solución no sea el silencio sino el vínculo con otros, un "salirse de sí misma", tener alguien a quien querer.
-La protagonista utiliza lecturas y música como una forma de distracción y escape de su ansiedad. ¿Cómo seleccionaste los libros y la música que forman parte de la historia y cómo crees que estas formas de arte influyen en su personaje?
Yo soy muy lectora, lectora ecléctica y desordenada. Soy también muy de marcar, escribir en los márgenes, resaltar. Cuando leo también escribo, porque me imagino que determinada idea puede encajar en lo que estoy escribiendo, que puede dialogar con mis ideas o mis historias. Entonces, si tengo que decirte cómo seleccioné los libros que aparecen en Barullo, la respuesta es simple: son lecturas elegidas dentro de mis lecturas. Elegidas pensando en Maca, que tiene una manera de pensar, que tiene unos gustos, que no necesariamente son los míos. Es decir, quizás en Barullo aparezcan frases de algún autor que yo no señalaría pero Maca sí. Cuando leo considero este tipo de cuestiones. Es como cuando vas a comprar un regalo: no pensás en lo que a vos te gustaría sino en lo que le gustaría recibir al otro. Lo mismo con la música: Maca tienen raptos de optimismo, por ejemplo, entonces busqué temas musicales que ella se pondría a bailar.
Barullo es una novela sobre la ansiedad, la soledad pero también sobre el arte como refugio. Por eso elegí a un personaje como Maca: muy consumidor de cultura. Era la única manera de reflexionar sobre el porqué de la escritura y la lectura o acerca de la construcción de la memoria como relato histórico.
-¿Por qué crees que la ansiedad se ha convertido en la enfermedad mental más prevalente en el mundo actual?
Creo que tiene que ver con el ritmo de vida que llevamos. Vivimos demasiado apurados, demasiado conectados, demasiado pendientes de una enorme cantidad enorme de datos, mensajes, imágenes, videos, series, noticias que no podemos procesar. La atención es una habilidad que va decreciendo porque la demasía de estímulos no nos permite concentrarnos completamente en una cosa que ya pasamos a otra. Nos pasa en las redes, pero también nos pasa en un café con amigos. Decimos algo y miramos el celular, decimos algo y miramos el celular, decimos algo… Así en loop. Pero además somos los personajes de una especie de Día de la Marmota: tachamos los diez o veinte pendientes de hoy para despertarnos mañana con el desafío de tachar unos nuevos diez o veinte pendientes. En definitiva, no paramos y sabemos, es la única certeza que tenemos, que el tiempo es finito. Como si esto fuera poco, nos sentimos presionados por las imágenes aspiracionales de influencers de la felicidad, el bienestar y la perfección (como si alcanzarlas fuera una cuestión de magia), por los ideales de éxito, esfuerzo, estrellato y mandato. Y todo esto en un mundo cada vez más inverosímil.
-Además de la ansiedad, otros trastornos mentales como el mutismo selectivo se mencionan en la novela. ¿Cómo abordas la representación de estos trastornos en tu obra y cuál es el mensaje que deseas transmitir al respecto?.
Sí, el mutismo selectivo de la abuela aparece como sinónimo de desgano. Cuando la abuela ya no tiene quien la escuche, quien la quiera, ella decide callarse la boca, hablarse pero a sí misma. ¿Para qué hablar si a nadie le importa lo que tengo para contar? Según investigué, el mutismo selectivo es algo común en los adultos mayores que se quedan solos o bajo el cuidado de personas con escaso apego emocional.
El mutismo selectivo de la abuela es total. No dice ni una palabra, pero todos tenemos algo de mutismo selectivo. La cultura de la cancelación, el buenismo, nos lleva a guardarnos algunas cosas, a reprimirnos si quien va a escucharnos no es la audiencia que coincidirá con nosotros.
En mi libro anterior, Desmuteados, decía que ahora, con las redes, todos podemos hablar, pero ¿qué sentido tiene hablar si no nos escuchan o si nos escucha quien no queremos que nos escuche? Me refiero a que el hecho de que todos podamos desmutearnos no quiere decir que todos tengamos la posibilidad de llegar con nuestras voces a donde queremos, a generar cambios, influenciar a las personas que nos gustaría influenciar, etc.
Todos tenemos en nuestra cabeza la imagen del interlocutor ideal.
-Temas como la alimentación, la obesidad y ahora la salud mental también se repiten en tu obra...
Sí, me interesa la ciencia. Me da mucha pero mucha curiosidad. Y en Barullo me animé a reunir mis dos pasiones: la ciencia y la literatura. La hibridación de géneros me lo permitió. Entonces aparecen un paper científico, un caso clínico, definiciones de conceptos vinculados con la biología y hasta la imagen de un pez transparente, que me pareció perfecta para simbolizar lo difícil que puede llegar a ser entender lo que le pasa a alguien por la cabeza si no podemos verlo, si no es tangible.
-¿Cómo fue el pasaje de la escritura periodística a la ficción? ¿Qué te llevó a dar ese paso?
Fue un ejercicio de liberación. En el periodismo está el chequeo de datos, el contraste de las fuentes, la fidelidad a los hechos. En la ficción, en cambio, casi se podría decir que no hay reglas tácitas. Salvo la gramática, ponele, aunque incluso podría violarse si se hiciera con cierta intención narrativa. Así que sentí más libertad. Ahora, la libertad puede resultar un abismo, sí, claro. Pero una vez que uno arranca y tiene claro hacia dónde va, ese abismo va angostándose. La ficción también es divertida, tiene algo de lúdico. Crear un mundo… imagínate.
-¿Cuanto pones de vos misma, tus experiencias y miedos en lo que escribís?
No puedo escapar de lo que soy, de mis experiencias y de mis miedos, ni siquiera cuando escribo ficción. Pero, la diferencia cuando la autobiografía o la autoficción, es que yo no me propuse novelar mi historia. Esta es la historia de Maca, un personaje ficticio con una vida ficticia. Seguro que Maca y también los demás personajes tienen mucho de mí, así como de la gente que conozco o de las personas que me cruzo en la calle o en un bar. Soy muy de escuchar conversaciones ajenas o ponerle historias a desconocidos.
Yo soy ansiosa, pero mi ansiedad no es la de Maca. Y las razones que llevan a Maca a ser ansiosa no son las mías. Uno escribe con lo que tiene a mano, pero en la ficción esos pedazos de realidad se convierten en otra cosa.
-Además de tus propias obras, ¿hay algún libro o autor que haya tenido un impacto significativo en tu vida y tu forma de escribir?
Me impactó mucho Esa visible oscuridad de William Styron. Me lo recomendó el escritor Mauricio Koch cuando ya tenía el texto más o menos avanzado, así que no podría decir que me inspiró para escribir, aunque sí me voló la cabeza. Styron aparece en Barullo y me parece un gran ejemplo de cómo algo tan tremendo como la propia depresión puede narrarse en un texto precioso.
-Finalmente, ¿podes compartir algunos detalles sobre tus futuros proyectos literarios?
Estoy escribiendo una novela que tiene que ver con la vejez y la locura. Y con mi madre, Mónica Katz, estamos trabajando en un texto de divulgación científica, un recorrido por la historia y las formas de la prohibición en la alimentación.