Por María Gabriela Pauli de García
Bicentenario del fallecimiento de Manuel Belgrano (XIV)*
Por María Gabriela Pauli de García
La elaboración del relato patriótico y la instauración de los héroes de la patria, aquellas figuras señeras destinadas a servir como modelo a generaciones de argentinos, coincidió y no por casualidad con la estructuración del sistema educativo nacional y la construcción y consolidación del Estado Nación en nuestro país.
Si bien hubo escuelas y maestros en el actual territorio argentino desde la llegada de los españoles, la organización de la educación de un modo sistemático, definiendo niveles, formatos de escuelas, diseños curriculares, etc. fue un proceso que se desarrolló en paralelo con la formación del Estado Nación en la segunda mitad de siglo XIX.
En esos años, también comienzan a escribirse los primeros relatos de la historia argentina, con las obras de Bartolomé Mitre sobre Belgrano y San Martín, asociando a cada uno de los próceres a los sucesos de la emancipación: Belgrano era el prócer de la revolución de Mayo y San Martín el de la independencia. Esto vino de la mano con la construcción del relato patriótico. Educación, historia nacional y héroes de la patria fueron elementos necesarios para cimentar la conciencia de pertenencia a un pueblo con una historia y tradición comunes: el pueblo argentino. La masiva oleada de inmigrantes que llegó al país y se asentó en el Litoral, fue rápidamente asimilada y para ello, era necesario contar con estas herramientas de homogeneización cultural.
La conmemoración escolar
Eran tiempos en que se necesitaba el héroe inspirador, que pospusiera sus intereses y deseos personales a la causa de la patria, que encarnara además los valores morales deseables para los argentinos que se estaban educando: honor, desinterés, honradez, hidalguía. Belgrano representó todo eso.
Sin embargo, la aparición de la conmemoración escolar relacionada con Manuel Belgrano es tardía. En el Boletín de Educación del Consejo de Educación santafesino del mes de junio de 1899, se indica a directores, maestros y profesores la conveniencia de favorecer la educación patriótica y se transcribe una nota del entonces director de escuelas Domingo Silva al Inspector general de escuelas:
“Tanto la semana de Mayo como la de Julio, debe dedicarse al conocimiento de los antecedentes y propósitos de nuestra Revolución e Independencia, infundiendo en el corazón de los niños el santo amor de la patria y el respeto y consideración que deben merecernos los ilustres varones que a costa de tantos sacrificios y abnegados trabajos crearon y cimentaron ‘una nueva y gloriosa Nación’”.
Como vemos, las fiestas patrias que las escuelas debían conmemorar y que además se correspondían con actos públicos y el solemne Tedeum, eran el 25 de mayo y el 9 de julio. Si bien en la recomendación no hay referencia explícita al creador de la bandera, entre esos ilustres varones que merecen respeto y consideración, está Manuel Belgrano.
La conmemoración escolar del 20 de junio, aniversario del fallecimiento del Gral. Manuel Belgrano, como día de la Bandera, recién se establece por Ley N° 12361, del 8 de junio de 1938, durante la presidencia de Ortiz. La fecha pasa a ser feriado nacional y día festivo.
La figura escolar del héroe
La figura de Belgrano, se asoció en un primer momento a la revolución de Mayo y a la emancipación de España. Un poco más adelante, entrado el siglo XX, encontramos el énfasis puesto en Belgrano como creador de la bandera, que el Congreso de Tucumán en 1816 había adoptado como insignia patria. Manuel Belgrano encarnaba todos los valores cívicos que el relato patriótico pretendía enseñar: la renuncia al bienestar personal por la causa de la patria que entonces era la libertad de España, y su compromiso con la independencia que se manifestó en la Bandera que nos legó.
En la enumeración de los héroes de la patria, lista que invariablemente encabeza San Martín, Belgrano tiene siempre un lugar preponderante.
De este modo, el relato patriótico fue engarzando las piezas, reconociendo en cada uno de los próceres algún rasgo distintivo. El relato escolar, redujo el hombre al mármol, destacando aquellas características dignas de emulación según un proyecto de país que se consolidó décadas después de la muerte de don Manuel. La figura escolar del héroe -en este caso Belgrano- es una imagen simple y lineal. No se problematiza en las contradicciones o en los conflictos que lo interpelaron. Si se menciona alguna de esas situaciones es tan sólo para acentuar el sacrificio del prócer por la patria que le vale la incomprensión de sus contemporáneos.
El prócer, en el relato escolar, es una figura recortada de su contexto, atemporal y por eso ha servido como modelo para todas las épocas y generaciones en el marco de la educación patriótica que la escuela ha sostenido por más de un siglo y que aún hoy sigue siendo parte de la formación escolar, tal vez con otros formatos.
Las obras de Bartolomé Mitre sobre Belgrano y San Martín, asocian a cada uno de los próceres a los sucesos de la emancipación: Belgrano era el prócer de la revolución de Mayo y San Martín el de la independencia. Esto vino de la mano con la construcción del relato patriótico.
Educación, historia nacional y héroes de la patria fueron elementos necesarios para cimentar la conciencia de pertenencia a un pueblo con una historia y tradición comunes: el pueblo argentino. La masiva oleada de inmigrantes que llegó al país fue rápidamente asimilada y era necesario contar con herramientas de homogeneización cultural.
* Serie producida para El Litoral por la Junta Provincial de Estudios Históricos.