Vestimenta y narrativa "civilizadora" en tiempos de la Constitución Nacional
Hacia el 170 Aniversario de la sanción de la Carta Magna argentina.
Vestimenta y narrativa "civilizadora" en tiempos de la Constitución Nacional
Miércoles 8.2.2023
/
Última actualización 0:12
Desde comienzos del siglo XIX, vinculado sobre todo a la caída del monopolio español, se va produciendo, en nuestras tierras, un cambio en los patrones de consumo. Comienzan a llegar más frecuentemente y en mayor volumen – antes la vía era sólo el contrabando- bienes producidos en aquellos países que llevaban adelante la primera revolución industrial, centrada en la industria textil. Esto significó el abandono paulatino del "hispanismo" y su reemplazo por estilos ingleses y franceses. La tendencia se va a mantener y profundizar a lo largo de la centuria, comprendiendo la moda de la década de 1850 en que se elabora nuestra Constitución Nacional.
Ceñimos este artículo al caso de la moda masculina de sectores dirigentes, como expresión de la mentalidad de quienes elaboraron nuestra norma fundamental. La ausencia de referencias al ropaje femenino es demostrativa de la carencia de mujeres en la vida política. Su rol, en los sectores de los que venimos hablando, se orientaba a la vida familiar o a actividades festivas, religiosas y caritativas.
"(…) pusieron con sus fraques europeos y labios rasurados al estilo unitario, la nota exótica en la tranquila y somnolienta calma de la vida provinciana (…) con difícil prosa disertaban sobre los goces de la libertad, oprimidos y sudorosos por las camisas de plancha y los ceñidos corbatones de rigor. No eran esas prendas las más apropiadas para el clima (…) pero ellos venían precisamente a demostrar que la civilización es sólo una y no conoce latitudes ni termómetro". (1)
En este párrafo, del arribo de los Constituyentes a Santa Fe, el autor -con cierta ironía- nos puntualiza, algunas cuestiones de la vestimenta de los constituyentes que remarcamos: a) el tipo de vestimenta masculina de las clases acomodadas: "fraques, camisas de planchas y corbatones"; b) la uniformidad de la misma, ya que pese a que llegaron de distintos lugares del país no hay registro de ninguna prenda o complemento regional. Es que no fueron diferentes los "lugares" sociales de pertenencia; c) el origen europeo anglosajón de las modas, intermediadas por Buenos Aires ; d) la inconveniencia de su uso en estos climas y la razón que la sustentaba: la necesidad de imponer la "civilización"- de la cual eran signo y manifestación- en estas tierras de "barbarie", a tono con lo que afirma Alberdi: "Es tiempo de (…) volver a llamar en socorro de nuestra cultura incompleta a esa Europa (…) que estamos lejos de vencer en los campos del pensamiento y de la industria". (2)
El modelo europeo burgués
El modelo entonces será la sociedad europea capitalista que se estaba expandiendo al ritmo de la producción y exportación de sus bienes industriales y que también conformó un nuevo hombre: el burgués con su tipicidad vestimentaria. A finales de siglo XVIII y, a consecuencia de la Revolución Francesa, los hombres van incorporando el pantalón recto, reemplazando a los calzones de seda ceñidos y a mitad de pantorrilla de la nobleza. A principios del siglo XIX, se impone el "terno" compuesto de levita, pantalón y chaleco configurando el modo de vestir masculino, que abandona el colorido y el exceso decorativo anterior. La sastrería inglesa será el modelo a seguir. La levita consistía en un saco-recto o cruzado- con amplias solapas, entallado, que caía, con estructura armada por pinzas y tablas, hasta la altura de las rodillas, como bien la representa Antonio Alice en su pintura "Los Constituyentes".
Los textiles más usuales eran de algodón o lana. El tafetán, terciopelo y raso quedaron reservados para el chaleco, que también podía llevar bordados, como los que exhibe Juan Francisco Seguí en la pintura mencionada. Las camisas de color blanco o natural, con escote elevado hacia la mandíbula, eran generalmente confeccionadas en muselina almidonada. Se llevaba al cuello, un lazo o "cravat" de seda- en tonos negro o blanco- atado de diferentes modos, antecedente de la actual corbata. Era frecuente el uso de joyería, desde alfileres de corbata, leontinas (cadena para el reloj de bolsillo) hasta los mismos botones. Acompañamiento infaltable, marcas del status social, fueron el sombrero de copa y el bastón.
Para las celebraciones se llevaba el frac, compuesto de dos partes fundamentales: la chaqueta entallada hasta la cintura, dejándola normalmente abierta por la parte delantera y por detrás con dos faldones que llegaban hasta la rodilla. La historiadora Beatriz Bosch consigna la descripción de un testigo que observa a Urquiza en sus funciones de flamante Director Provisorio de la Confederación Argentina: "(…) vestía siempre de frac, unas veces azul con botones de metal amarillo, chaleco blanco y pantalón claro; otras todo de negro (…)". (3)
En cuanto al calzado, oscilaba entre las botas, para espacios más informales, y los zapatos planos, con dos lengüetas que subían por el empeine y cerraban con lazos, cordones o hebillas. El color negro y el cuero habían sustituido a los colores vivos y a los rasos dieciochescos.
Alberdi y la moda
Quien fuera el máximo inspirador de los constituyentes de 1853, Juan Bautista Alberdi incursionó en lo que Roland Barthes denomina "el vestido escrito". Es así que, en el año 1837, funda un periódico semanal, La Moda, en el cual- entre otros temas- se analizaban atuendos que llevaban las clases altas porteñas informando sobre prendas, colores, textiles, tanto de hombres como de mujeres.
Posteriormente, en otros textos, hallamos reflexiones sobre el consumo suntuario, del que la moda participa. Nos dice Juan Bautista Alberdi en sus "Escritos Póstumos": "(El lujo) fue el signo más visible de la vida libre, de la vida moderna, de la vida civilizada. Fue vivir la vida del inglés, del francés, la vida de París y Londres, el gastar como ellos". (T I, 1996: p. 140).
Así comprendemos qué idea de civilización rondaba por las mentes de las elites decimonónicas. La modernización buscada por los sectores dirigentes se expresaba con claridad en una moda que trasplantaba el modelo de las naciones europeas modernas a nuestras tierras. El neocolonialismo encontró en ella una estrategia privilegiada de "suave" imposición.
Este recorrido también demuestra el valor de la vestimenta como indicador cultural de una época y circunstancia, en tanto la construcción del gusto es siempre, e ineludiblemente, un hecho social.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde la Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional.
(1) Rosa, José María, 1975. "Nos, los representantes del pueblo"; Peña Lillo; Buenos Aires, p. 13.
(2) Alberdi, Juan Bautista. Año 1973. "Bases", Catellví, Santa Fe, p. 65.
(3) "Urquiza y su tiempo", 1971, Eudeba, Buenos Aires, p. 249.