Marcelo Ranzoni tiene 53 años. Los amigos lo apodan "Ranzo". Es hijo de Antonio, un docente que con 81 años sigue dando clases de teatro. Vive en el barrio de Almagro de la ciudad de Buenos Aires. Está casado y tiene tres hijos: Lucas de 23 años (se recibe en diciembre de profe de educación física); Agustina de 25 (profesora de nivel inicial) y Florencia de 28 (licenciada en relaciones públicas).
Su amor por la docencia comenzó hace más de 30 años cuando se desempeñaba como ayudante de cátedra en la universidad donde estudiaba la carrera de Ingeniería. Desde 1989 trabaja en la Escuela Técnica ORT; ha sido consultor para el Ministerio de Educación de la Nación y para el portal Educ.ar; da capacitaciones a docentes y ha participado en el desarrollo de aplicaciones educativas. Actualmente, es uno de los seis finalistas del premio "Docentes que inspiran 2022". Cuando lo contactamos, aceptó generosamente la invitación para dialogar.
Empatizando
Según Marcelo, estar en una instancia tan importante a nivel nacional como un docente destacado: "es una posibilidad de visibilizar el trabajo en la diversidad. Llevo adelante un espacio que se denomina 'Empatizando' donde la idea es motivar a los estudiantes a desarrollar proyectos que tengan impacto social, un impacto positivo en la comunidad. Trabajamos con numerosas organizaciones e instituciones que tienen alguna necesidad de generar un apoyo y nuestra idea es motivar a nuestros estudiantes para desarrollar proyectos desde la tecnología que puedan aportar una solución o que puedan aportar un apoyo para estas personas. Estoy sumamente orgulloso y feliz de estar en esta instancia para poder visibilizar este trabajo".
Su vocación por enseñar nace -casi- por casualidad hace más de 30 años: "Cuando estudiaba en la universidad comencé como ayudante de cátedra en una materia y enseguida me empezó a picar el bichito: esa sensación de poder transformar, de poder transmitir a otras personas. Recuerdo que el profesor siempre me decía que el nivel de atención que lograba con los estudiantes era muy bueno. Me encanta esto de poder transformar la vida de mis estudiantes en forma positiva: esto me incentiva para seguir trabajando. Me gusta poder disfrutar la interacción con colegas y otros miembros de la comunidad educativa; me moviliza el deseo de formarme permanentemente. El aula es mi lugar en el mundo: en ese vínculo con mis estudiantes se generan excelentes resultados no sólo en relación a los contenidos académicos, también me da la posibilidad de inspirar, generar empatía y despertar su curiosidad".
La palabra "empatía'' está muy presente en sus palabras y proyectos: "Considero que es fundamental la empatía y ponerla en acción. Me interesa mostrar a mis estudiantes realidades diversas. En primer lugar, considero que existe una empatía cognitiva donde uno entiende lo que le pasa al otro; se trata, justamente, de poder comprender para poder ser parte de la solución. Después, hay una segunda etapa que tiene que ver con la empatía emocional: desde las emociones, nos acercamos a determinada problemática e intentamos colaborar con respeto. Hay una tercera etapa que tiene que ver con lo que es la solidaridad empática o la empatía puesta en acción: donde uno ya se involucra para generar acciones que puedan mejorar, que puedan apoyar, que puedan solucionar la situación frente a la cual estamos. Para mí, es clave la empatía y es fundamental dentro del aula: con los colegas, con los propios padres, con los estudiantes. Se trata de comprender la diversidad en la que estamos inmersos: es una diversidad inherente al ser humano; la empatía va de la mano de todo esto porque necesitamos convivir con el otro; necesitamos ponernos en su lugar y respetarlo como tal".
Enseñar y aprender con impacto social
Los proyectos de los alumnos de Marcelo han recibido múltiples reconocimientos: por ejemplo, el premio Sadosky Comunidad 2021. Entre sus logros, se destaca LectO, una app destinada a colaborar con personas con dislexia, que fue adoptada por DISFAM (Asociación Iberoamericana de Dislexia y Familia) y ya tiene más de 10.000 descargas en múltiples países de habla hispana. Al respecto, comenta: "El de dislexia es un proyecto que iniciaron estudiantes de 15 años cuando estaban en su tercer año de la especialización de tecnología. Todo empezó porque veían que tenían compañeros con algunas dificultades dentro del proceso educativo más allá de todo el apoyo y del acompañamiento que recibían por parte de la escuela. Entonces, se interesaron muchísimo en este tema y quisieron generar una herramienta. LectO es un procesador de textos similar a lo que puede ser un Word pero que tiene diferentes apoyos que facilitan cuestiones básicas que tienen que ver con el tomar nota o el interpretar un texto. LectO permite incorporar pictogramas: tiene una base de datos de pictogramas que ha ido creciendo. Nació como un proyecto para una computadora de escritorio; luego, se generó una aplicación web y finalmente se convirtió en una aplicación móvil. Desde nuestro espacio generamos el contacto con DISFAM que es una organización que trabaja en muchos países de habla hispana; tiene su sede en España y en Argentina; les resultó sumamente interesante la idea y acompañaron desde el principio a los estudiantes. Cuando aparecen desafíos como el de la dislexia, recurrimos a los especialistas en esta temática o a las personas que van a ser destinatarias de este producto. En tal sentido, para nosotros es clave la premisa de: 'Nada sobre nosotros sin nosotros'. Éste es el lema que tomaron como bandera las personas con discapacidad que impulsaron, con su aporte y conocimiento, la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Es decir, entendemos que las decisiones que se toman sobre ciertas problemáticas tienen que considerar la voz de las personas afectadas y/o involucradas en estas áreas. Vale decir que no partimos de preconceptos: recurrimos directamente a las organizaciones, a las instituciones o a profesionales en función de la temática que estemos trabajando. Por ello, LectO recibió el acompañamiento de -entre otros- profesionales que trabajan en la neurociencia. De este modo, LectO tomó un vuelo que atravesó los muros de la escuela y se presentó, por ejemplo, el año pasado, en un congreso internacional de dislexia con notable repercusión".
En una rápida exploración por LectO (https://lecto.app/), los interesados (docentes, familias y personas con dislexia) encuentran: que se pueden diferenciar palabras confusas a través de imágenes con tan solo pasar el mouse sobre éstas; que se puede configurar que cada letra aparezca de un color determinado para diferenciar las que son confusas; que la computadora lee el texto de forma auditiva, resaltando la palabra en la que se encuentra y en múltiples idiomas; que se pueden abrir archivos Word directamente desde la aplicación; y que se pueden subir imágenes de textos físicos a la aplicación y leerlos con todas las funciones anteriormente nombradas. Si bien se usan sitios web gratuitos, esto se sustenta con donaciones que permiten mejorar la infraestructura de los servidores y el funcionamiento de la app sin tener que cobrar a nadie por su uso.
Además de LectO, Marcelo y sus alumnos se encuentran desarrollando una aplicación destinada a facilitar el reconocimiento de las emociones a personas con autismo. También, han generado "Bankame": un sitio web creado en conjunto con CILSA y TGD Padres CABA; simula el comportamiento de un home banking pero con características totalmente inclusivas y una interfaz accesible para que cualquier persona pueda comenzar a relacionarse con los sistemas bancarios.
Al final de nuestra charla, Marcelo vuelve al núcleo duro de sus intereses: "Como docente tengo un objetivo que es trabajar desde y para la diversidad que es inherente al ser humano. Mi sueño es que en poco tiempo podamos hablar de convivencia y no de inclusión". Para sus alumnos, él es un docente de tecnología "sensibilizador". Para sus colegas, alguien que enseña y hace honor a la frase de Aristóteles que pregona: "Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto".