Miércoles 22.6.2022
/Última actualización 6:59
Nos hacen falta más enfermeras y más enfermeros. Y, en particular, nos hace falta promover los nuevos perfiles de enfermería de pediatría y de enfermería escolar. Argentina es uno de los pocos países del mundo que tiene más médicos que enfermeras, y esto complica el objetivo de una buena sanidad para todos.
Sin un buen sistema sanitario, que llegue a todos, el desarrollo se hace difícil. Y más allá de las opiniones y los discursos hay un hecho objetivo, mil veces comprobado. Sanidad y desarrollo van juntos. En cambio, la enfermedad se asocia al círculo vicioso de la pobreza, la inseguridad y la injusticia.
Argentina, en cifras de 2019, tiene 37 médicos por cada diez mil habitantes, y en esto queda lejos de Brasil, que sólo tiene 12. Pero lejos también de Canadá, que tiene 52; o de Australia, que tiene 41. En cuanto a enfermeras, Argentina tiene 23 por cada diez mil habitantes, mientras que Brasil tiene 53. Canadá tiene 141 y Australia tiene 151. Véase qué diferencia.
Así, países que pueden estar orgullosos de la sanidad que les ofrecen a sus habitantes, no sólo tienen más enfermeras que médicos, sino que esta diferencia es grande. Argentina, en cambio, está en la situación inversa. Ya se sabe que para conseguir el objetivo de tener una adecuada cobertura sanitaria universal, de al menos el 80%, se necesita un mínimo de 21 médicos y 71 enfermeras por cada diez mil habitantes (y 8 dentistas y 9 farmacéuticos, entre otros). Aquí, entonces, faltan enfermeras.
Este panorama parece sombrío, y de hecho lo es. Pero está lleno de esperanza si comparamos este número de médicos y enfermeras, de 2019, con los que había en 1990. En estos casi veinte años, en Argentina, el número de médicos pasó de 30 a 37. Y casi se duplicó el número de enfermeras. En 1990 había 12 enfermeras por diez mil habitantes, pero ya había 23 en el 2019. Es decir, el número de enfermeras aumenta a un ritmo mucho más importante que el de médicos, y responde así a la necesidad que impone la realidad.
Este aumento también indica que, en la realidad, las perspectivas laborales son más interesantes, y más rápidas, para una enfermera o un enfermero que para un médico o una médica. Y que las perspectivas para la salud del conjunto de la población argentina son, en consecuencia, más interesantes y esperanzadoras según aumenta el número de enfermeras, se hagan más diversas y específicas sus funciones, y queden mejor distribuidas.
Por supuesto que se necesitan médicos, y mejor distribuidos, pero no en mayor número que ahora. En cambio, todavía faltan enfermeras, y Argentina está trabajando con este objetivo. Ahora hay más escuelas de enfermería, y más próximas, y me consta que allí se están formando buenas promociones de buenos profesionales de la enfermería. Me consta también el esfuerzo que profesoras y profesores están llevando a cabo para impartir una formación de calidad y, en especial, acorde a las expectativas laborales, es decir, acorde con las necesidades actuales.
Aunque no tengo constancia de que la enfermería de pediatría y la enfermería escolar sean dos perfiles prioritarios en estas escuelas, no dudo que pronto lo serán, porque la necesidad, en la realidad, está bien a la vista.
Vuelvo a las cifras de médicos y enfermeras por cada diez mil habitantes para aclarar que el concepto de «enfermeras» se refiere aquí a enfermeras, enfermeros, comadronas (parteras) y comadrones (parteros). Los varones dedicados profesionalmente a la enfermería tienen, en particular, buenas perspectivas, incluso novedosas, para llegar rápido al objetivo de tener un buen trabajo.
Además de enfermeras y médicos, una buena sanidad para todos exige contar con un número suficiente de otros trabajadores de la sanidad. Éstos, que aquí podemos llamar «otros», son igual de importantes y necesarios, y contribuyen en igual medida a la salud de todos.
Estos otros trabajadores de la sanidad son odontólogos y asistentes dentales, ópticos y optometristas, farmacéuticos y ayudantes de farmacia, ortopedistas, fonoaudiólogos y fisioterapeutas, bioquímicos y técnicos de laboratorio, técnicos de radiología y de anatomía patológica, dietistas y nutricionistas, auxiliares de enfermería y de clínica, etc. En esta categoría, Argentina ocupa una posición que invita al optimismo.
Entonces, son bienvenidos los nuevos proyectos de formación de profesionales de enfermería, tanto para chicos como para chicas, y apuntando hacia una enfermería más diversa, más específica, más ambiciosa. Necesitan estímulo y aplauso porque son el presente y el futuro.
En el mundo
Entre 1990 y 2019, casi todos los países aumentaron el número de médicos y de enfermeras por cada diez mil habitantes, aunque en grado desigual. Algunos países limitan el número de estudiantes de medicina mientras que promueven el número de estudiantes de enfermería. Santa Fe hace esto último.
Puede resultar fácil pensar que hay una relación directa entre el nivel de salud de la población y el número médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud (en adecuada proporción). Pero esta relación no es tan directa, porque con menos se puede hacer más. Por supuesto que el número es importante, pero también son importantes la proporción, las funciones asignadas, la distribución y, en especial, el compromiso personal de cada profesional con su comunidad y con el centro para el que trabaja.
La tabla que aquí se adjunta es una lista que selecciona algunos de los 204 países cuyos médicos y enfermeras son objeto de este comentario, y de los cuales informaba con todo detalle la prestigiosa revista médica The Lancet, a principios de este mes de junio. La información procede de la Organización Mundial del Trabajo, de bases de datos dependientes de la Organización Mundial de la Salud, y de cada país en concreto. En el caso de Argentina, colaboraron en especial la Sociedad Argentina de Medicina, el Hospital Italiano de Buenos Aires y el Hospital de Vélez Sarsfield.
Propongo mirar la tabla con cierto detalle, porque es aquí, más que en la mesa del café y más aún que tras el escritorio de un despacho, es aquí donde queda claro lo que hay y lo que hace falta. Y ofrece también la oportunidad de ver dónde estamos parados. Entonces permite aprender, y luego actuar en consecuencia.