Por Patricia Alejandra Vasconi (*)
Hacia los 450 años de la fundación de Santa Fe
Por Patricia Alejandra Vasconi (*)
"Una historia de hechos, inerte, seca, definitiva, ajena a toda posibilidad de ser re-asumida, re-creada, vivificada por el presente, sería una historia muerta" .
J.P. Feinmann ("Filosofía y Nación")
En este 2023 se cumplen los 450 años de la fundación de Santa Fe como ciudad, pero también, y esto no es menor, como origen de lo que sería la actual Provincia de Santa Fe. Una celebración conmemorativa es un ámbito propicio para meditar acerca de la significación de lo que estamos celebrando, de la esencia del acontecimiento.
No voy a referirme al hecho histórico en sí, del cual hablarán, con mejores fundamentos, destacados historiadores de nuestro medio. Me permito, sin embargo, una breve reflexión acudiendo a un texto de Martin Heidegger, titulado "Serenidad", de 1955, escrito en ocasión del homenaje al músico Conradin Kreutzer, realizado en Messkirch, Alemania, su ciudad natal. Allí nos dice el filósofo: "Es suficiente (para comprender un acontecimiento histórico) que nos demoremos junto a lo próximo y que meditemos acerca de lo más próximo: acerca de lo que concierne a cada uno de nosotros aquí y ahora; aquí: en este rincón de la tierra natal; ahora: en la hora presente del acontecer mundial".
Lo primero que destacamos es la "demora", la necesidad de realizar una pausa en el fluir de los acontecimientos para volvernos, con una mirada nueva, a lo "más próximo", dicho de otro modo, a la cotidianeidad. Y en este 2023, en el que la sucesión del tiempo histórico nos ha llevado tan lejos del acontecimiento inicial, se hace indispensable practicar aquella "demora", que nos dará la perspectiva necesaria para sentir como próximo lo que sucedió hace 450 años, pero que fue la condición de posibilidad del hoy y del aquí.
En el texto aludido, Heidegger se refiere a una "celebración conmemorativa" y en el "conmemorar" nos paramos, haciendo un análisis del término que descomponemos como "con-memorar". El "con" nos descentra de nuestra singularidad, tan exaltada en los tiempos actuales de individualismo competitivo y de absolutización de las libertades personales, para abrirnos al sentido originario de lo compartido con quienes nos acompañan en este pertenecer a una trama de relaciones, depositarias de una historia y una cultura, en virtud de las cuales hemos adquirido nuestra identidad como santafesinas y santafesinos. El con-memorar, que relata Heidegger en el texto aludido, se cumple con sus "paisanos", como llama a los vecinos de su ciudad. En nuestro caso, en el de la celebración santafesina de su Fundación, debemos conmemorar con aquellos con los que constituimos una comunidad actual, pero en la que también resuenan las voces y realizaciones de quienes la fueron conformando históricamente.
Debemos a Heidegger, en la obra "Ser y tiempo", el análisis del hombre como ser-con, en tanto su existencia está referida, constitutiva y originariamente, a los otros. Esta ineludible circunstancia antropológica implica, a menudo, un peligro: la "caída" en una existencia "inauténtica", entendida como ausencia de una mirada crítica sobre la realidad. Provocada por el encierro en un "muro de palabras" que "dicen" sobre el mundo, distanciándonos de la veracidad de los hechos, la existencia inauténtica es el reino del "se" dice, "se" opina, "se" piensa. Ni todos, ni ninguno. En nuestra época, internet, las redes y los medios de comunicación son, comúnmente, esas usinas de "habladurías" convertidas en barreras que impiden el acceso a la realidad y, por ende, al ejercicio de la actividad más propiamente humana: el reflexionar. Es en este tipo de situaciones en las cuales se hace imperioso detenernos para meditar y descubrir el verdadero sentido del transcurrir y sus circunstancias.
En este nuevo aniversario proponemos retomar el "con" heideggeriano y la necesidad de reflexionar, para preguntarnos qué nos hermana con los que forjaron aquel hecho histórico de 1573, qué mandato impulsaba a Garay y sus hombres en esa aventura poblada de peligros, desafíos, cansancios… Agustín Zapata Gollán en su libro "Las puertas de la tierra" nos dice: "Pero Garay triunfó; y con su idea de abrir puertas a la tierra para tratar y conversar con la provincia y gobernación del Tucumán y por allí con los reinos del Perú, partió de Asunción (…)" (p. 58). Es trascendente lo que señala el autor porque da cuenta de una aspiración de comunicación, de una vocación de apertura. Apertura que, aunque pensada en su momento como comercial, se hizo más abarcativa promoviendo prácticas interculturales, acercando costumbres y perspectivas. Y es este mandato fundacional -de Garay y de su contingente de españoles, mestizos y guaraníes- el que debemos tener presente y reactualizar. Este mandato, enriquecido por los aportes de las generaciones posteriores, vuelto memoria común, es lo que da sentido a esta con-memoración de los 450 años de nuestra ciudad.
La "historia es maestra de la vida" afirmó el orador, filósofo y escritor romano Marco Tulio Cicerón (106 a. C.- 43 a. C.) dando cuenta que su estudio no puede quedar en simple recolección de datos sino que los mismos deben ser interpretados para comprender y guiar nuestro presente. La dimensión comunitaria del hecho que celebramos resume y proyecta un camino que no puede recorrerse en soledad, ni siquiera por aquellos que ocupan posiciones dirigentes. Esta cuestión básica, pero muchas veces olvidada, sintetiza la vocación dialogal del ser humano. Diálogo que no excluye antagonismos ni conflictos pero que, para un ser dotado de racionalidad y lenguaje, es imprescindible.
Para finalizar, quiero destacar al acto fundacional como acto político en el sentido etimológico del término, como la participación ciudadana en los asuntos comunes de aquel grupo de hombres y mujeres que, aunque partiendo de diferentes intereses y aspiraciones, confluyeron en esa gesta colectiva que dio origen a nuestra ciudad. Dicha gesta constituyó un acto de responsabilidad compartida, en búsqueda de un futuro común. Y es este sentido que deberíamos recobrar hoy. En esta línea, el filósofo Julio De Zan, en su obra "La vieja y la nueva política", refiere: "La voluntad general es una construcción política que se forma mediante la confrontación de opiniones en el discurso público de la democracia, que nunca es unánime y siempre está abierta, conforme a la dinámica de las cosas mismas, a la revisión y a la toma de nuevas decisiones colectivas" (p. 261). Esta, a nuestro entender, debe ser la primera lección de nuestra historia.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde el Centro de Estudios Hispanoamericanos.
El Litoral publicará cada domingo la opinión de los ciudadanos que quieran participar de la convocatoria a pensar los desafíos que tiene la ciudad de Santa Fe camino a cumplir los 500 años, de su fundación, en 2073.