El 20 de mayo se cumplirán cincuenta años del fallecimiento del R.P. Guillermo Furlong S.J. (**). La muerte lo alcanzó en el subterráneo cuando volvía de dar una clase en el Seminario Metropolitano y se dirigía al Archivo General de la Nación. El sacerdote y el historiador, dos nobles actividades que desarrolló a lo largo de su fecunda existencia, estaban en su última actividad terrenal. Natural de Villa Constitución, en la provincia de Santa Fe, vio la luz el 21 de junio de 1889 en el seno de un matrimonio irlandés.
Después de sus primeros estudios en el Colegio Británico de Rosario, en marzo de 1902, Furlong pasó a Santa Fe, donde estudió en el Colegio de la Inmaculada. Como lo recordó al recibir en la Academia Nacional de la Historia a quien fuera compañero, el cardenal Antonio Caggiano, "se solazaron en los mismos patios, frecuentaron las mismas aulas y se postraron en los mismos altares; en uno de los cuáles se venera desde 1634 el lienzo de Nuestra Señora de los Milagros debido al pincel del artista francés Luis Berger".
Si bien sus estudios continuaron en Córdoba, después en España y finalmente en Estados Unidos, y no fue destinado al antes citado colegio santafesino, esta casa dejó en él su impronta y le dedicó no pocos trabajos a esta provincia. Abel Geoghegan hizo la bibliografía del padre Furlong (, quien sumó 1.974 libros, folletos y artículos, sin contar los cientos de trabajos inéditos que dejó. El primero de ellos, dedicado a un tema sobre la provincia, lo dio a conocer en 1919 en la revista Estudios, que editaba el Colegio de El Salvador, titulado "El primer astrónomo argentino: Buenaventura Suárez S.J. (1678-1750)".
Vuelve al año siguiente, en la misma publicación, con otro tema, "El primer historiador santafesino: Francisco Javier Iturri S.J. (1738-1822), mientras que en 1925 escribe "Una gloria santafesina: Cristóbal Altamirano (1601-1698)". Siempre lo hace en Estudios, pero en el último caso firma como Santiago Stella, uno de sus múltiples seudónimos.
La presencia de Santa Fe en su obra
Los que tuvimos el privilegio de tratarlo al padre Furlong, recordamos las fichas con su letra menuda que guardaba sobre todos los temas en los que trabajaba; a veces de un artículo o un folleto, salía un libro. Y es lo que sucedió con los tres artículos mencionados, ya que en 1929 aparece "Glorias santafesinas: Buenaventura Suárez, Francisco Javier Iturri y Cristóbal Altamirano; estudios bibliográficos precedidos de una introducción", una obra plasmada en 302 páginas con ilustraciones, que Editorial Surgo dio a conocer. Fue su primer trabajo de carácter histórico, publicado en forma de libro.
Le seguirá, en 1936, "Nuestra Señora de los Milagros, historia de su célebre imagen y de su Congregación Mariana", trabajo extenso que prologó el arzobispo local monseñor Nicolás Fasolino. En julio de 1953, en El Litoral se publicó la respuesta a los comentarios del ingeniero Nicanor Alurralde, a raíz del dictamen sobre las ruinas de Cayastá que le fuera requerido por la corporación al padre Furlong y al Dr. Raúl Alejandro Molina, quienes las habían visitado en abril del año anterior. A pesar de la calidad de los informantes y de haber sido aprobado por el plenario, continuaron los intentos de invalidar el dictamen, a tal extremo que el 26 de noviembre de 1953 el padre Furlong publicó en este diario otro artículo cuyo título (tan propio de él) lo dice todo: "Claman las piedras".
En 1960, al poco tiempo de la fundación de la Universidad Católica de Santa Fe (1957) y en ocasión de inaugurase en dicha casa de estudios la Cátedra Manuel M. Cervera, será el padre Furlong quien daría una clase magistral, la que generó el siguiente elogio de un calificado testigo: "Parecía imposible que se pudiera enseñar tanto en tan poco tiempo".
Tuvo Furlong una especial preferencia por el estudio de la cultura en nuestro país y así el 7 de julio de 1966 publicó en El Litoral un artículo sobre el tema y el Congreso de Tucumán. Eran las vísperas del sesquicentenario de la Independencia y reafirmaba sobre aquellos hombres, la virtud de acometer las grandes empresas, usando los términos de Vicente Fidel López: "Tomar el toro por las astas y encarar de frente los grandes problemas de aquel momento".
Sus visitas a Santa Fe
El padre Furlong visitó Santa Fe en octubre de 1969, invitado por el Centro Español. Allí, el día 30 disertó sobre "Las reducciones guaraníes", con una concurrencia que colmaba el salón, según la foto que acompaña la crónica de este diario. Y en ella nos llama la atención el espíritu innovador del disertante ya que al final de su charla mostró dispositivas en blanco y negro y en color, sobre las reconstrucciones que se venían realizando en muchas reducciones, las que explicó brevemente.
Pocos días después, el 4 de noviembre, El Litoral publicó un reportaje que se le hizo, como no podía ser de otro modo, en el Archivo Histórico Provincial. Según apuntó el periodista, Furlong estaba "lúcido y vivaz, entusiasmado como en sus años jóvenes, por aportar nuevas luces a la causa de la historia". Estaba buscando unos datos sobre Manuel de Andrade o Andrade, quien en 1844 había pronunciado un magnífico discurso sobre Manuel Dorrego, el que había sido editado por la imprenta del estado. Del mismo había un solo ejemplar, que Furlong había encontrado; su deseo era publicarlo con un estudio preliminar. "Un apasionado de la investigación del hecho pretérito de la historia", una vez más dejaba su enseñanza.
El cuarto centenario de la fundación de Santa Fe, fue el motivo para que la Comisión Comunitaria con la Asociación de Mujeres de la Acción Católica organizaran en setiembre de 1973 una conferencia sobre el tema del Padre Furlong, que tuvo lugar en el salón del Colegio de la Inmaculada. Según la crónica de la época, concurrieron el obispo auxiliar, monseñor Enrique Príncipe, historiadores locales y numeroso público. La señora Clía Imbert de Olazábal presentó al orador, "quien a pesar de sus 85 años accedió a satisfacer el llamado para realzar estas celebraciones". En ese año la revista del arzobispado local publicó una conferencia.
Fue sin duda la última visita a su provincia natal y al Colegio de la Inmaculada, del cual había escrito su historia desde 1610 a 1962 en seis volúmenes, mandado editar por la Sociedad de Ex Alumnos, donde además estudió las "irradiaciones culturales, espirituales y sociales" del establecimiento educativo.
Entre sus escritos inéditos quedan sin completar algunos capítulos de una Historia Argentina (1536-1810), que iba a dirigir el profesor Leoncio Gianello, allá por 1964. Entre estas 519 hojas se encuentra el borrador de una carta, del 18 de diciembre de ese año, en la cual el Furlong le solicitaba aclaraciones sobre la extensión de la obra.
A cincuenta años de su muerte, los que tuvimos la suerte de conocerlo y frecuentarlo con asiduidad, bien podemos reafirmar aquellas palabras de Guillermo Gallardo que sintetizarán siempre su vida: "En plena actividad docente y evangélica, sin la menor pausa en su labor, sin una queja, y con la mirada del alma puesta en la eternidad".
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos. El autor es miembro correspondiente de dicha institución en la ciudad de Buenos Aires.