Lunes 26.12.2022
/Última actualización 11:46
Se ha dicho, lo creo, Argentina es una Gran Familia. Cada vez que asiento con la cabeza ante la conclusión, refrán, reflexión obvia de la filosofía barata y las zapatillas de goma (mis respetos Charlie, mis respetos) dejo fuera el NEA y el NOA, ambos inclasificables como destinos de vida, también incalificables; en tales sitios hay bolsones de feudalismo, derecho de pernada, máquina del tiempo clavada en siglos XVIII y XIX, o tal vez antes, la Edad Media. Sitios absolutamente inviables. El resto son los barcos y las ciudades.
Estaba escribiendo una nota en casa, donde también el ensamble lleva a la gran familia y viene Doña Natalia con más agua caliente para el termo y dice: ¿Está escribiendo una nota don Acosta?, porque yo sé cómo es Argentina. Hice un gesto, probé que el agua estuviera caliente, pero no hirviendo, y seguí con la computadora, no atendí su apertura a una conversación.
Doña Natalia vive por allá, zona que conozco y ubico como "los que viven por allá". Dura vida. Una sola línea de transporte que a veces si, a veces no, a la noche seguramente no, poca agua corriente, luz que se corta, calles sin protección, violencia urbana, gas de garrafas solidarias y "ayer no pude venir porque estaba todo inundado don Acosta".
Doña Natalia está hace mucho tiempo en la familia, con su sueldo, su recibo, sus vacaciones. A veces viene su hija a la "limpieza general", una contribución que pagamos, pero la confesión es necesaria: su hija hace la changa a escondidas, está en negro. Cosas de la Gran Familia
Para el caso Argentina Gran Familia tenemos espejos donde mirarnos. Javkin, intendente, Perotti, gobernador y Fernández, presidente, provienen de un mismo tronco de inmigración europea y, además, de una raíz chueca y cortita. Hay una similitud demasiado visible como para ignorarla. Ellos y nosotros. Todos somos Gran Familia. Ellos me representan como también representan a doña Natalia… en blanco y a su hija, que ayuda una vez al mes… en negro.
Javkin no es peronista, radical, socialista y no tiene prácticamente partido. Es un fruto de alianzas y conversaciones. Es fácil ubicarlo en este punto: la centro derecha progresista. Una paloma de las cosas claras y muy individuales. Muy individuales. ¿Se entiende? Muy, muy. ¿Se entendió?
Javkin es un militante desde los 15 años (si, desde los 15 años) y este es su primer cargo electivo/ejecutivo: intendente. Javkin es un fruto de las alianzas, su intendencia no es de las mejores, todo lo contrario, pero aferrarse al voto popular es sobrevivir en mitad de los naufragios y eso hace y, ya que lo votamos… eso hacemos. Fue votado. Ganó.
Es algo que sostenemos y se sostiene. El voto popular es su único escudo y su mejor plataforma. Ganó… y listo. Javkin no lo practica, pero Javkin es "el Sur". Último plazo para que lo adviertan: septiembre de 2023. Perotti, por su parte, es un peronista lleno de pasado pero sin línea interna, es una conclusión/fusión de alianzas y debates, más una elección con fracciones enfrentadas a todo vapor y la sonrisa para la foto final.
Perotti ganó una interna y una elección provincial general. Gobierna en soledad, con el Poder Legislativo sentado en el cordón de la vereda y el Judicial sabiendo que ellos son más eternos que cualquier gobernador. Es fácil ubicarlo: Perotti es el hombre que está solo y espera poco de las alianzas electorales. Él es peronista. Chau. El peronismo debe gobernar.
Perotti no tiene línea interna y la imposibilidad del doble mandato libera de una atadura: la sucesión. No tiene cuadros inferiores a quienes dejarles la herencia. El poder se deslíe y vuelve, deshilachado, al peronismo basal, a los votos, al libre albedrío de una interna y una elección general que está despegada de las elecciones nacionales. Último plazo, septiembre de 2023.
Santa Fe es una provincia liberta, como los primeros afroamericanos dueños de su porvenir. Las provincias con su calendario particular e independiente no pueden culpar a los presidentes de sus propios equívocos. Los intendentes mucho menos.
Fernández es un presidente sin votos, aunque tal vez sea más exacto decir "con votos prestados" y nunca, como en este caso, votos de confianza que derivaron de quien dio la orden y prestó los votos. Confianza que ya no existe y acaso nunca existió. Fernández no tiene línea interna y otra vez: el voto popular consagra. Su legitimidad está asegurada por esos votos.
Javkin. Perotti. Fernández. Se insiste: múltiples ensayos sobre el poder del voto y la otra frase tan hermética como inatajable: "el pueblo no se equivoca". La Teoría del Gobierno de Todos. Muchos teóricos. Deberíamos leerlos a todos otra vez. Desde el prólogo. Deberíamos re leer a Tocqueville. Ahora, ya mismo.
Mirar a Javkin, Perotti y Fernández como parte del verdadero dilema. Orden y Libertad. Orden y Estado. Libertad versus Igualdad por decreto; lo inestimable: delegación de estas, de las libertades, mediante el voto popular. Un recorrido por la ciudad, la provincia y finalmente el país de la pampa húmeda, los granos, las vacas y los puertos (¿Debería agregar la cocaína de uso interno y cocaína for export?) completa una historia similar, además de singular. Gobernantes legítimos, con el voto popular como escudo y espalda. Se insiste con la duda como método: ¿Alcanza?
Preguntas muy firmes. ¿Habrá un remedo y no se trata del original sino de un reflejo, una luz lunar, que todo el mundo sabe que es un cuento, que lo verdadero está en el sol? ¿Es el voto popular el que ordena los actos de los gobernantes? ¿No tendrán una lógica diferente al bien común? ¿Respetan el voto popular? Hum. La duda metódica.
Vuelve Doña Natalia y dice "salgo un ratito don Acosta, hago unas fotocopias y vuelvo". Habrá visto mi cara, porque se detuvo y explicó: "Vio que con esto del mundial de fútbol, don Acosta, aparecieron figuritas en todo el mundo, pero son caras y escasean. El sobrecito cuesta un dólar negro. A mis dos nietos les conseguimos el álbum. En el barrio pedimos prestadas al que consigue las figu y yo, que vengo al centro, hago fotocopias. Las pegan en el álbum y lo vamos llenando. Las verdaderas se las devolvemos. Cobra un mínimo alquiler por el préstamo".
Otra vez, habrá visto mi cara porque siguió con su explicación: "Las figuritas son mundiales, don Acosta, están en todas partes. Usted viaja, lo sabe, sabe que nunca llenaremos el álbum, cuestan mucho, son caras. Yo pongo un montón en la máquina de la librería de acá a la vuelta, sacamos fotocopias, las recortamos, las pegan mis nietos y otros chicos del barrio. Todos tienen un álbum, son las mismas, están las de cada equipo y si, ya sé, son fotocopias, pero qué importa, lo que verdaderamente importa es que la figurita con la cara está. ¿Me entiende? Los pibes contentos. Son mis nietos. Son felices don Acosta".
Las fotocopias son parte de ésa felicidad que me enrostra pero, caramba, son las verdaderas representantes. ¿Es muy loco plantearse que estamos jugando a llenar con fotocopias el álbum del voto popular? Prometo un ensayo sociológico con el título indicado: "Miserias y estrategias de la vida en familia". No muy largo. Hablé con mi editor. Estuvo de acuerdo. Le advertí. Me quedaré con el original, le mandaré dos fotocopias.
Dijo que estaba bien. Que podía tomarme mis libertades en este asunto, que era libre, pero que mande rápido el texto, para ordenar la fecha de publicación. Todo tiene un orden, me dijo. Esta vez, por esta vez, soy algo cartesiano, dudo del éxito de tal ensayo. Mi editor no tiene un mal olfato y eso es bueno. Mi editor no es argentino, obvio.