Por María Teresa Rearte
Por María Teresa Rearte
Cuando escribo esta nota el Papa Francisco está en la República Democrática del Congo, antes conocida como República del Zaire, entre 1971 y 1997. Había arribado en el avión que lo condujo de Roma a Kinshasa, la capital del país más católico del continente africano, con un mensaje de paz y reconciliación, en un territorio en el que imperan la violencia y la miseria.
Es tierra rica en cobre, cobalto, oro, diamantes, uranio, estaño, etc., marcada por una historia de colonialismo y esclavitud. En su 40º viaje apostólico internacional se encamina también hacia Sudán del Sur, el Estado más joven del mundo y a la vez dicen que también el más pobre,
Es conveniente interrogarnos por lo que significa esta visita a la República Democrática del Congo y el encuentro con las lógicas depredadoras y de dominación que son conocidas. Escribo para hacer conocer el testimonio de un encuentro, que quienes lo vivieron se regocijaron por la paz, la concordia y la fraternidad, que se siembra y se toca en el país de los diamantes, honrado en esta ocasión por la visita del sucesor del apóstol Pedro.
La alegría de este encuentro en África se toca, se canta y se baila, aún con lágrimas en los ojos, por la conciencia de paz y esperanza fundadas en Cristo, que el Santo Padre deja en esta peregrinación ecuménica de paz. En la que viaja acompañado por el Arzobispo de Canterbury y por el Moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia.
Es imposible referir todas las facetas y espacios en los que se lleva adelante este viaje. Pero quiero al menos decir que Kinshasa es una ciudad desordenada, en un país donde el hombre no conoce la opulencia del bienestar. Tampoco el frenesí del hacer. Un país en el que conviven y contrastan la riqueza subterránea y la pobreza, la belleza de la naturaleza y el horror de la violencia armada,. Al cual la visita papal aporta una inversión de perspectiva que disuelve las lógicas del colonialismo y abre el camino a las expectativas humanas de ser hombre. De serlo en cuanto tal y con relación a los otros.
Desde su primer mensaje en Kinshasa el Papa Francisco pidió al mundo no cerrar los ojos, ni los oídos, ni la boca frente a lo que sucede en la República Democrática del Congo y en África. En el Este de un país infectado por las luchas étnicas y territoriales, por conflictos relacionados con la posesión de la tierra y el odio en nombre de falsos dioses que llevan al enfrentamiento. Un país en el que la guerra es "desatada por una insaciable codicia de materias primas y dinero."
En el programa inicial del viaje papal a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, previsto para julio de 2022, estaba incluida la visita a Goma, pero no en este viaje iniciado el 31 de enero. En el Este de la República Democrática del Congo "la situación es insoportable", afirma Luis Arce, Padre Blanco, misionero español, que refiere que allí el Papa no hubiera podido llegar por el grado de conflictividad y riesgos imprevisibles.
"Estamos viviendo un momento especial, un kairós, no debemos dejar que la política nos divida, sino ver qué podemos hacer juntos", decía el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa. "El mensaje del Papa fue muy contundente. Mientras los políticos alimentan la enemistad entre la gente, recurren a la xenofobia y alimentan la desconfianza, los obispos y la Iglesia están llamados a seguir un camino diferente. No debemos entrar en esa lógica". El nombrado aludía al mensaje del Papa Francisco que proclamaba que Cristo "desea ungirnos con su perdón para darnos la paz y el valor de poder también nosotros perdonar, el valor de realizar una gran amnistía del corazón". Mensaje que está contenido en la homilía de la Misa celebrada en el aeropuerto de N´odolo en Kinshasa, que ha reunido a obispos de países cuyos gobernantes combaten entre sí.
En tanto que en su primer discurso en Sudán del Sur el Santo Padre pidió dirigiéndose a las autoridades un "proceso pacífico." Les dijo: "Las generaciones futuras honrarán o borrarán la memoria de sus nombres en base a cuanto ustedes hagan ahora. El curso de la historia –continuó- dejará atrás a los enemigos de la paz y dará renombre a quienes trabajaron por la paz". Con estas palabras el Papa Francisco daba inicio a la segunda etapa de su viaje apostólico al continente africano. El que podría haber terminado al momento de publicación de esta nota. Lo que no invalida la importancia de la reflexión.
Es imposible resumir y abarcar las instancias de esta peregrinación de paz del Santo Padre. No obstante quiero con esta página invitar a asociarnos como cristianos, católicos, a la dimensión misionera de la Iglesia, fiel al mandato de Cristo. La Iglesia es católica. "La palabra católica significa universal, en el sentido de 'según la totalidad' o 'según la integridad'. La Iglesia es católica en un doble sentido" (CIC,830).
La Iglesia "es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano". (Cf. Mt 28, 19) (CIC.831)
Retomo el pensamiento del pontífice cuando dice que "quien sigue a Cristo elige la paz, siempre, el que desencadena guerra y violencia traiciona al Señor y reniega de su Evangelio". Lo cual es una ilustrativa síntesis de la relación entre Evangelio y paz.
Quiero para terminar dejar el testimonio que le fue expuesto al Papa en el encuentro con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y seminaristas de este joven país africano en la catedral de Yuba. Está referido a Sor María y a Sor Regina, asesinadas en una emboscada a mediados de agosto de 2021. Las dos reflejaban la fecundidad de la vida consagrada traducida en obras. Como educadora una, como enfermera la otra. Con sueños e importantes proyectos ambas.
Murieron en una emboscada de bandidos en la que cayó su autobús, a 30 kilómetros de Yuba, cuando regresaban a la capital, desde Loa, la ciudad de la Misión. Con ellas murieron también dos laicos. Que su sacrificio nos convoque para comprender y vivir la catolicidad de la Iglesia, de acuerdo a la fe que profesamos en el Credo: creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
"Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien" (EG 2). Los creyentes también estamos expuestos a la seducción de la comodidad y la indiferencia. A la falta de sensibilidad y compromiso por el otro. Necesitamos recepcionar y acompañar con la fe y la oración la vida de la Iglesia en otras latitudes del planeta. Porque como también confesamos: la Iglesia es una.
(CIC) Catecismo de la Iglesia Católica.
(EG) Francisco: Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. 24/11/2013.
En la República Democrática del Congo conviven y contrastan la riqueza subterránea y la pobreza, la belleza de la naturaleza y el horror de la violencia armada.