Lamentablemente nuestro país sufre repeticiones de hechos vandálicos disfrazados de protestas sociales. Cuanto bien le haría a Argentina la protesta sin violencia, muchedumbres manifestando sus diferencias con el oficialismo de turno, visibilizando errores, exigiendo correcciones. ¿Que Javier Milei se equivoca? Por supuesto, pero hay cosas muy llamativas que se reiteran. Episodios de vandalismo como el del miércoles 12 de junio pasado ya los vimos contra Mauricio Macri, en diciembre de 2017.
Estos actos reflejan lo peor del peronismo político y sindical, junto a la mal llamada "izquierda nacional", organizando estas "protestas", que significan romper, incendiar, robar, agredir en función de decir que no están de acuerdo con lo que intenta instalar Milei. Y tratar de impedir la votación que haría peligrar ciertos privilegios e intereses de muchos de los instigadores, incluidos algunos que están acusados de corrupción. Muchos de los dirigentes que ese miércoles llamaban a ir al Congreso están acusados de robarles a los pobres, de obligarlos a ir a las marchas, de malversar fondos públicos, de enriquecimiento a costa del Estado, o sea, de todos nosotros, y varias cosas más.
Con el argumento de defender la Constitución, la vulneran. Fingiendo defender la democracia incitan a violarla, el derecho a protestar, respaldado en la constitución y con vigencia democrática, no significa desatar la violencia, destrozar, romper lo público y lo privado. Mucha hipocresía y mentiras. Milei ganó porque la gestión anterior, la que estos vándalos defienden, fue un desastre que les abrió el camino a personajes como el presidente actual. Por supuesto muchos solo "vieron" el accionar policial que trataba de impedir los incendios, destrozos y robos. En eso también se repiten.
No sabemos si Milei cree que el 56% que obtuvo en la segunda vuelta electoral de 2023 significa que un alto número de argentinos respalda su accionar. Que no se equivoque: lo que expresó ese alto porcentaje fue principalmente el rechazo a todo lo anterior. Y si todavía mantiene un buen porcentaje de popularidad, debe leerse como una expresión de esperanza, deseo, necesidad, de que en algún momento esta realidad comience a cambiar para mejor, aun soportando las medidas que impulsa Milei para no volver a caer en todo lo anterior. No se votó a favor de Milei, se votó en contra de la destrucción del país y de su gente.
Defender la democracia para los que quemaron autos y bicicletas, rompieron, saquearon y robaron, significa impedir que sesione el Congreso y no se apruebe la ley. A la noche, muy tarde ya, cuando se aprobó la llamada Ley de Bases, comenzaron nuevamente a provocar disturbios. Por supuesto, no reconocer lo que democráticamente aprobó el Senado, es algo que deberíamos agradecer en nombre, justamente, del juego democrático nos dicen.
Estamos esperando que Milei ataque a "la casta", que termine con robos y privilegios, que aprenda rápidamente el juego político, que tome todas las medidas económicas que considere necesarias y le den sustento a las medidas políticas que imprescindiblemente mejoren todos los índices sociales del país, que hoy son desastrosos. Que obtenga la necesaria fuerza política para gobernar sin hacer tantas concesiones como las que está haciendo, incumpliendo incluso con promesas pre electorales y que se equivoque cada vez menos, reconociendo errores. Y si no lo hace será castigado con el voto popular.
iLo del 12 de junio fue un intento de golpe de Estado, como piensan algunos, también es repudiable! Milei, como Alberto Fernández, como Mauricio Macri, como Cristina y Néstor Kirchner, como Carlos Menem, debe terminar su mandato. Ese es el principio básico. Sin duda el actual presidente salió fortalecido en función del resultado obtenido, pero eso no debe conformarnos, ni hacernos olvidar lo ocurrido porque, lamentablemente, una vez más, chocamos con la misma piedra.