Por Prof. María Teresa Rearte
Cuando el mercado adquiere supremacía sobre toda forma de organización socio-económica, margina y explota a los más débiles. Es necesario un cambio en los estilos de vida, estructuras de poder, formas de producción y consumo.
Por Prof. María Teresa Rearte
Cuando se habla de los pobres no se sugiere sin más el asistencialismo, que reduce la responsabilidad y participación de los seres humanos en la producción y sostenimiento de sí mismo y de su familia, si la tuviere. Pero es necesario un cambio en los estilos de vida, de estructuras de poder, de formas de producción y consumo. Lo que es difícil de modificar por el apego a los privilegios, formas de distribución e injusticias.
Cuando el mercado adquiere supremacía sobre toda forma de organización socio-económica, margina y explota a los más débiles. Pero también aliena a los triunfadores, convertidos en una clase exitosa tanto por medios lícitos como ilícitos, que es lo que está pasando. Sin embargo, hay que cuidar de no quedar presos de la compasión ante la miseria social. Está bien que la conciencia mueva a dar tiempo y dinero para aliviar las situaciones urgentes y concretas. Pero esta primera respuesta ante el desamparo social -necesaria en lo inmediato- debe dar paso a la conciencia social, estructural, del problema. Porque esa miseria social tiene causas que hay que superar.
"Vuelvo a destacar con dolor, dice el Papa Francisco, que ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses". (FT. 113, cit. LS, 229) Y añade que "cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascendencia y clausurada en intereses individuales." (oc. 113)
Ya el Papa Juan Pablo II decía en "Centesimus annus", conmemorativa del Centenario de la "Rerum novarum" de León XIII, que "fue el yugo casi servil al comienzo de la sociedad industrial, lo que obligó a mi predecesor a tomar la palabra en defensa del hombre" (n. 61)
En otra de sus encíclicas, el Papa polaco advertía acerca de la necesaria relación entre "libertad" y "verdad". No se discute que los progresos en cuanto a la libertad merecen aprobación y elogio como fruto del desenvolvimiento de la cultura y el pensamiento modernos; pero también hay que advertir los excesos de la libertad por parte de algunas corrientes del pensamiento hasta "considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores". (VS. 32) Lo que de hecho se puede verificar.
Retomando el pensamiento del actual Pontífice, destaco su referencia a los populismos y liberalismos, cuando afirma que "el desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas." (FT. 155)
La expresión populismo ha servido en los medios y el vocabulario político para acrecentar la fractura y aún la polarización, cuando todo, personas, grupos, gobiernos, opiniones, se califican como "populistas" o "no populistas". No se puede emitir opinión sobre algunos temas sin que -de inmediato- se clasifique al emisor en uno de los polos.
Con lo cual incluso se intenta desacreditar la legítima noción de pueblo, de pleno significado para la democracia, como hacen algunos periodistas.
Militar hoy en favor del espíritu democrático convoca para no verlo todo claro. Y reflexionar, no sólo desde posiciones partidarias; sino también desde el ejercicio de la ciudadanía. Son tiempos de oscurecimiento de los horizontes utópicos y de conformismo social. Hay un vocablo bíblico que caracteriza a las personas de espíritu fuerte en circunstancias difíciles: parresía (fortaleza) para perseverar, firmes y abiertos. ¿Acaso no podría ser la fe el sostén de una utopía ética militante, en la crisis social, cultural, económica y política que atravesamos? ¿No sería una muestra de la esperanza a la que nos aferramos y nos sostiene?
La realidad social en cada tiempo es determinada no sólo por las instituciones y estructuras. Sino también por las ideologías que le dan sustento. También por otras que las combaten. En Argentina hay una enorme enemistad entre dos agrupamientos políticos por todos conocidos. La oposición busca horadar sin propuestas ciertas al gobierno actual, usando incluso la pandemia, sin consideración al menos por el sufrido pueblo argentino que carga ya con fatiga y muchas pérdidas, incluso de vidas humanas.
El Concilio Vaticano II reconoció el pluralismo y la libertad de los creyentes para elegir responsablemente las mediaciones políticas que consideren más adecuadas. (Cf. GS, n.74-75). Es verdad que el recurso a la ética no resuelve el problema de la pluralidad de propuestas y mediaciones políticas. Pero el aporte de la ética cristiana no es banal, porque detrás de las opciones políticas están los valores y concepciones del hombre, la sociedad y el mundo. "Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia." (CA. n. 46)
"La caridad está en el corazón de toda vida social sana y abierta." (FT, 84) No obstante, hoy "se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales." (CV, n 2) No se está hablando aquí de un sentimentalismo subjetivo. Sino de un compromiso con la verdad, que evite que la caridad sea "relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado." (CV. n.3)
Sobre la solidaridad, Francisco afirma que "en estos momentos donde todo parece diluirse y perder consistencia, nos hace bien apelar a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común". (FT. n. 115)
No es posible amar al prójimo como pide la ley evangélica desde la desvinculación o el desinterés por la política. Con lo cual no desestimo los gestos de la caridad interpersonal. Pero sí afirmo que el sufrimiento de millones de hombres es el fruto de la maquinaria social llamada sistema. Con relación al cual hay responsabilidades políticas.
Incluso por la deuda externa que también la pagan los pobres.
Referencias
FT: FRANCISCO, Carta encíclica "Fratelli tutti". (2020).
LS: FRANCISCO, Carta encíclica "Laudato si". (2015).
VS: JUAN PABLO II, Carta encíclica "Veritatis splendor". (1993).
GS: CONCILIO VATICANO II: Constitución Pastoral "Gaudium et spes". (1965).
CA: JUAN PABLO II: Carta encíclica "Centesimus annus." (1991).
CV: BENEDICTO XVI: Carta encíclica "Caritas in veritate". (2009).
El aporte de la ética cristiana no es banal, porque detrás de las opciones políticas están los valores y concepciones del hombre, la sociedad y el mundo. "Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia." (CA. n. 46)
Militar hoy en favor del espíritu democrático convoca para no verlo todo claro. Y reflexionar, no sólo desde posiciones partidarias; sino también desde el ejercicio de la ciudadanía. Son tiempos de oscurecimiento de los horizontes utópicos y de conformismo social.