Entre el anecdotario costumbrista y el modelo de país
El debate por "los pituquitos de Recoleta" puso en foco la cuestión del centralismo
La pintoresca frase del gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora, para criticar a dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio, fue tomada como un intento de reavivar la grieta entre Buenos Aires y las demás provincias. Pero inesperadamente sirvió para plantear un tema de fondo.
El debate por "los pituquitos de Recoleta" puso en foco la cuestión del centralismo
"Hoy somos más cordobeses que nunca, hoy es Córdoba la que se puso de pie. Basta de que nos maltraten de afuera, basta de que nos digan qué hacer los pituquitos de Recoleta. Que este ejemplo sea tomado por el interior de nuestra Patria, este es el grito de Córdoba". La exultación de Martín Llaryora, el intendente de Córdoba y gobernador electo, que en la noche del pasado 24 de julio festejaba el triunfo de Daniel Passerini para sucederlo en la ciudad capital, tenía claros destinatarios: los dirigentes nacionales de Juntos por el Cambio que ese día habían viajado ahí con la expectativa de festejar la victoria de Rodrigo de Loredo. Un escenario que mostró la esquiva foto "de unidad" entre los sectores que responden a Patricia Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta, que no sólo fue el preludio de nuevos y mayores actos de distanciamiento, sino que en ese mismo momento terminó siendo involuntariamente la imagen de una derrota.
Desde otro búnker, el de la victoria, Llaryora capitalizó los resultados en beneficio del proyecto político de Juan Schiaretti, al remarcar que "fallaron todos los números, los que no fallaron fueron los cordobeses, que entendieron que para gobernar esta ciudad necesitamos que nadie de afuera nos venga a explicar nada. Hoy es el triunfo de miles y miles de vecinos. Lo que se encontraron hoy es con esta nueva expresión política que tumbó todas las encuestas, que tumbó todos los pronósticos".
Las críticas del dirigente fueron respondidas durante la semana por Rodríguez Larreta, ante una consulta periodística en La Rural, con el recitado de la declaración de principios que, a manera de un mantra, recita y aplica de manera genérica ante cada cuestionamiento o intento de provocación: "Yo no creo en la política de las agresiones, jamás me van a ver a mí del lado de la violencia y de las agresiones personales, nunca, creo en la Argentina de los hechos y de los resultados, como mostramos aquí en CABA; para sacar este país adelante, tenemos que estar juntos, eso es lo que propongo, una Argentina de unidad".
Pituquerías
Pero la polémica, lejos de quedar zanjada, adquirió un rumbo imprevisto, cuando desde los medios nacionales se enfocó en la literalidad de la frase y en sus aparentes implicancias, más que en el direccionamiento directo que originalmente tuvo. La expresión "pitucos de Recoleta" adquirió rápidamente el estatus representativo de un antiguo "antiporteñismo" que, ahora fogoneado, venía a reavivar una grieta que marcó la historia del país, y que en este caso descargaba una suerte de resentimiento estentóreo contra los vecinos de la Capital Federal. La disección del término llegó al punto de disparar análisis de la actual composición socio-económica de ese tradicional barrio, y cuestionar desde allí su nivel de acierto o de prejuicio anacrónico.
El anacronismo de la expresión, en rigor, fue puesto en evidencia por el propio Llaryora, en el contexto de una entrevista televisiva con TN en la noche de este jueves, cuando ante la requisitoria (y los cuestionamientos) del panel periodístico, explicó su origen y significado.
"Esa frase es de mi papá. Mi papá trabajó entre 13 y 15 años en Capital Federal, así que iba mucho a verlo. Y cuando yo me agrandaba por algo, me decía: 'No te hagas el pituquito de Recoleta'. De ahí siempre me quedó. Porque me decían de dónde sacaste esa frase. Cada vez que me agrandaba, él me decía eso. Así que es lo que primero que se me ocurrió", relató el electo mandatario cordobés.
Acto seguido explicó las razones que lo movieron a utilizarla en ese contexto. "Me cansé y creo que muchos estamos cansados también de que vengan continuamente dirigentes de Capital a enseñarte qué tenés que hacer, a darte clases de lo que tenemos qué hacer con un nivel muy agrandado, entonces me hizo acordar a lo que me decía mi papá". Y precisó que, durante la campaña electoral para gobernador e intendente, "desfilaban dirigentes de Capital tanto del kirchnerismo como de Cambiemos. Y vienen al interior siempre a darnos clases", añadió.
"Para mí nosotros tendríamos que dar clases ahí", insistió Llaryora al referirse al reparto inequitativo de subsidios que recibe el Amba respecto al interior . "En Capital Federal y en el Amba la cloaca y agua la maneja Aysa. Todos los argentinos ponemos plata y la empresa de agua es nacional, sólo presta servicio en Capital Federal y el Amba", ejemplificó. E hizo extensivo el análisis a la cuestión del transporte y de la disposición de fuerzas federales en materia de seguridad. "A mí me vienen a decir que los colectivos deberían tener mejor frecuencia. Y yo les digo que si recibiera el mismo nivel de subsidios que Capital y Buenos Aires, los colectivos pasarían cada cinco minutos", ejemplificó.
Ante la insistencia periodística sobre una pretendida intención del cordobés de culpabilizar a los vecinos porteños, se vio obligado a aclarar una y otra vez que no se trataba de una diatriba contra ellos, sino una puesta en crisis de los diseños políticos centralistas, aplicados igualmente por el kirchnerismo y Juntos por el Cambio al momento de gobernar. "Yo no quiero que le saquen nada al Amba, lo que quiero es que nos den al interior las mismas posibilidades de crecer", enfatizó.
Y como corolario del empeño puesto durante toda la entrevista por centrar el debate en el problema de la concepción centralista, que desmiente pretensiones de federalismo, adjudicó a su controvertida expresión el valor de haber abierto un espacio en la agenda pública para traer a colación esa cuestión de fondo. "No es la culpa del porteño, sino de una idiosincrasia de cómo está organizado el país", volvió a aclarar. Y al ser consultado sobre si hubiera debido utilizar otra frase para expresar lo que quería, admitió que ello podía haber sido así. Pero que "capaz que si lo hubiera dicho distinto, no estaríamos hablando ahora".