Por qué ganó Poletti: captar el hastío social con la política, buscar un "héroe" y una frase pegadiza
La elección del ex director del Cullen mostró varias aristas objetivas y subjetivas. Primero, los electores votan más a las personas que a los partidos. Segundo, se logró capitalizar la relación degradada entre ciudadanos y "los políticos", y una estrategia de campaña basada en una frase musical muy instalada en el imaginario popular.
Por qué ganó Poletti: captar el hastío social con la política, buscar un "héroe" y una frase pegadiza
¿Cómo pudo ser que una persona que no venía política sino de la medicina, de buenas a primeras obtenga en una elección primaria más de 62 mil votos, con casi 10 puntos porcentuales más que su inmediato segundo, el actual intendente Emilio Jatón, y se plante como el próximo líder del Palacio Municipal? Juan Pablo Poletti parece ser un fenómeno interesante respecto de cómo se transformó de "outsider" a candidato y dirigente político con proyección.
Hay condiciones objetivas y subjetivas que pueden ayudar a explicar la performance electoral del ex director del Cullen. Primero, las objetivas: el Poletti político no salió de un repollo sino de un minucioso laboratorio de campaña; contó siempre con una estructura detrás, y es un producto de Mario Barletta. Quizás por eso al ex intendente capitalino se lo vio tan eufórico, saltando en los festejos en medio del búnker, mientras la militancia cantaba: "¡El mono es intendente!". El triunfo fue suyo también, en gran medida.
Hablar de estructura es decir que no sólo había financiamiento económico (la ciudad fue colmada con columneros y afiches con la cara "bonachona" del médico cirujano), sino también capacidad y organización de llegada al territorio. Todo ello además de equipos técnicos que ya están por (o ya empezaron a) elaborar proyectos para la próxima gestión, si es que todos los pronósticos se dan y Poletti es electo intendente el 10 de septiembre.
Pero también, Juan Pablo Poletti aparece en la escena política en el momento justo, si se tiene en cuenta el rechazo generalizado de la sociedad argentina a la clase dirigencial, a "los políticos". Ese vínculo entre representados y representantes está hoy totalmente degradado. Así, llegando desde el afuera, el candidato supo capitalizar ese hastío social con respecto a la política. Esto, claro, no fue casual, sino pensado como una precisa y exacta "prescripción médica" (valga el juego de palabras).
Con eso a favor (el hombre "de cara buena", de alto perfil público por su función al frente del hospital central de esta capital), empezó la transición del Poletti con el estetoscopio en el cuello todo el día al Poletti candidato y político. El primer elemento: el "héroe" de la pandemia. En realidad hubo muchos, pero él fue el de mayor visibilidad.
Quién no recuerda la carta que, apenas arribado el Covid-19, Poletti le mandó a todo el personal de salud, para darle fuerzas ante lo que se venía: tragedia y dolor. "No me dejes solo: hoy te necesito. Está por empezar el partido más importante de nuestras vidas", le dijo a todo su equipo sanitario del Cullen.
O acaso aquel audio que el médico le había enviado a sus familiares y que se filtró, expresando sus miedos lógicos, sus temores recurrentes, al estar en la línea de fuego de una peste sin precedentes en la historia moderna de la humanidad. Al otro día, el cirujano llamó a conferencia de prensa y dio la cara. Dar la cara para poner blanco sobre negro siempre es un gesto loable. O cuando hubo un paro en el hospital, y su propio director atendió la mesa de entradas de la Guardia.
A la capa de "superhéroe" humano se la pusieron en la Legislatura y el Concejo santafesino, con sendos reconocimientos y homenajes por su labor al frente del nosocomio durante la pandemia. Lo curioso es que ese héroe se fue formando, en la percepción social, durante la gestión perottista. Él, como director del Cullen, era un funcionario público como cualquier otro. Renunció y compitió por el frente opositor.
Creado el héroe, era el momento de redefinir la percepción social de "outsider". Esto lo sabían los cerebros de la campaña, y era necesario. Veamos: un outsider es, por definición, alguien que tiene reconocimiento social y perfil público alto, que se desempeña en determinada profesión o actividad pero que intentará incurrir en otra función que le es ajena.
Alrededor del outsider se generan espacios de identificación. Por ejemplo, en el concejal Juan J. Piedrabuena o en el senador Marcos "Kaniche" Castelló, los compartimientos de identificación social tienen estrecha relación con los barrios, con la alegría de la bailanta, con la cumbia como expresión cultural popular. Pero el territorio de identificación del Poletti outsider es otro: es el del médico, y al médico se lo identifica con otros tópicos: la salud, el bienestar y una mejor calidad de vida.
Este campo de identificación del "outsider positivo" le habrá valido votos, seguramente. Pero existe un agregado más: hay percepciones sociales que, pese al paso del tiempo y de los cambios tecnológicos, perviven. Antes, la figura del médico era respetada casi reverencialmente por la sociedad (al igual que la figura del cura párroco, más que nada en los pueblos).
Bueno pues: hoy también "al médico se lo respeta y admira". La factoría que creó al Poletti sabía que era necesario capitalizar esta percepción. Incluso aquello de "m'hijo el dotor", la conocidísima obra teatral de Florencio Sánchez -que mostró la importancia de la movilidad social ascendente en las clases populares- posiblemente siga teniendo algo de vigencia. Las inscripciones de alumnos universitarios a la carrera de Medicina sigue siendo alta: aún es un orgullo tener un hijo recibido de médico, esto también quizás gravitó positivamente en el imaginario social y se transformó en votos.
Todo lo dicho lleva a diseccionar un elemento de la estrategia de campaña electoral gráfica, audiovisual, semiótica y simbólica. Una frase musical. Se habrá visto en casi todos los afiches colocados en la vía pública la frase: "Y un día llegó el doctor…". Ese slogan es la paráfrasis de la letra de una canción de María Elena Walsh, que se llama "Un brujito de Gulubú", y al principio dice: (…) Pero un día llegó el doctor / Manejando un cuatrimotor / ¿Y saben lo que pasó? / ¿Y saben lo que pasó?". Pasó que el doctor ganó.
En YouTube, las canciones de María Elena Walsh van desde los 4 millones hasta los 60 millones de reproducciones. No hay familia con niños pequeños que no les haga escuchar las canciones infantiles de la gran poetisa, cantautora, dramaturga y feminista argentina. Entonces, todo cierra: la frase se ve en la calle, se convierte en memoria auditiva de fácil identificación, y se canturrea en la casa junto a los niños. Todo esto parece la estrategia de campaña de un prestidigitador.
Hay muchos más elementos que invitan a reflexionar sobre cómo se construyó el Poletti candidato y político, al hombre que hoy se encarama sobre los hombros de una victoria casi asegurada en la elección general. Las encuestas lo daban tercero "cómodo"; en la previa de la PASO, Adriana Molina ya hablaba de un "ballottage" con Emilio Jatón. Quizás ninguno de estos dos precandidatos que quedaron ahora en el camino vieron el fenómeno que se había fabricado.