Tres rafaelinos trazaron un panorama conmovedor sobre la prestación del servicio de agua potable: el intendente electo, Luis Castellano; el presidente del Concejo Municipal, Jorge Maina, y el presidente de la Federación de Vecinales, Héctor Moscardo.
Los dirigentes hablaron como usuarios “y víctimas de Assa”.
El límite entre lo dramático y lo impostado, pareció desdibujado. Se dijo por ejemplo que “de la plaza al norte, la gente no tiene agua para bañarse” o que había que hacerlo “con un balde todos los días” porque “de las canillas, en verano o invierno no sale una sola gota: en media Rafaela ya no podemos bañarnos”.
Sus palabras fueron tan fuertes que obligaron a algunos de los demás participantes a hacerles más repreguntas a los rafaelinos, y cotejar con sus sentidos sus expresiones, durante los recreos y salidas a los pasillos de Derecho.
Las airadas quejas incluyeron expresiones de una dureza inusual respecto del resto de las ponencias.
Maina dijo que la ausencia del ministro Ciancio era “una vergüenza”, y le pidió: “Que dé la cara, que bastante dura la tiene”. Acusó de mentir al gobernador Hermes Binner porque la ciudad no tiene aún un acueducto que le garantice el acceso al agua.
Fuentes de la empresa Assa dijeron que si bien la ciudad tiene problemas, parecen algo extremas las expresiones sobre los problemas que sufren los rafaelinos, sobre todo con su higiene personal.
Según datos oficiales, en esa ciudad se consumen en promedio 320 litros de agua diarios por persona, hubo refuerzos con una planta de ósmosis inversa para añadir caudal al acueducto que lleva agua desde Esperanza y se crearon más cisternas y tanques en barrios para mitigar o mejorar, según las zonas, la situación.