“En el mundo nadie puede afirmar eso”, dijo Dilma Rousseff cuando se le preguntó si podría garantizar que no devaluaría el real. A pesar de su moneda revaluada, Brasil mantiene un saldo comercial positivo en su intercambio con la Argentina, que alcanzó U$S 4.095 millones en 2010.
Los industriales de nuestro país temen que la devaluación del real pueda favorecer aún más las ventas desde el vecino país. Rousseff se limitó a señalar que la moneda de su país “osciló todo el tiempo entre 1,6 y 1,7 (real por dólar). Ahora, nadie en el mundo puede decir que garantiza eso (la no devaluación). Por eso, los organismos multilaterales son tan importantes para discutir esta cuestión: es imprescindible que haya una responsabilidad de los países desarrollados en esta cuestión”.
Para el presidente de la UIA: “Cualquier medida que se tome y que afecte el comercio bilateral nos tiene que preocupar. La información que manejamos es que no hay ninguna posibilidad de que Brasil devalúe, pero hay un gobierno nuevo y uno nunca sabe”, dijo Héctor Méndez días atrás.
“Si Brasil llega a cambiar las reglas de juego, se nos acaba el veranito”, dijo por su parte el secretario de la UIA, José Ignacio de Mendiguren. En rigor la propia entidad fabril está pidiendo la devaluación del peso para recuperar competitividad y compensar los efectos de mayores costos y menor rentabilidad por inflación con dólar quieto.
El economista Dante Sica advirtió, sin embargo, que el problema no es sólo el tipo de cambio, como lo fue en los ‘90 cuando el real se devaluó en contraste con el peso convertible. Ahora el tipo de cambio es favorable a la Argentina, pero por “escala y competitividad” de su producción, Brasil mantiene su saldo favorable.