El historiador José Luis Eggel, autor del documento titulado “Pequeña historia de don Juan Ortego Abad (1866-1945) y de doña Elisa Aylagas Gil (1866-1944)”, que fuera organizado por la Universidad de Zamora, y publicado por el Centro de las Migraciones de Castilla y León, disertó sobre inmigración española para alumnos del Colegio San José.
La actividad se desarrolló en el marco de una nueva edición de la “Movida Cultural”, que anualmente organiza la institución educativa de San Jerónimo Norte.
En diálogo con El Litoral, el reconocido historiador dio detalles de la charla que mantuvo con estudiantes de nivel primario y secundario, en el que hizo foco en el tema de la llegada de los primeros docentes españoles a Las Colonias.
Foto: Gentileza
“Fue una actividad muy importante, en la cual pude participar gracias a la invitación de Fernanda Walker, una de las docentes que estaban en la organización del evento. Durante la charla con los alumnos se habló sobre la llegada de inmigrantes españoles a San Jerónimo Norte, nombré los más de 80 apellidos que llegaron hasta finales de 1890”.
Eggel agregó que no solamente fue una inmigración suiza a San Jerónimo Norte, sino también hubo de otras nacionalidades.
“Por supuesto que los primeros fueron de origen suizo, pero después llegaron españoles, italiano, algunos pocos franceses y alemanes. Fueron llegando en gran cantidad, los más de 80 apellidos españoles que hubo en la ciudad dan cuenta de ello”.
El historiador explicó que la emigración española a la Argentina tuvo un segundo movimiento migratorio importante, entre finales del Siglo XIX y la primera mitad del Siglo XX.
“Llegaron gallegos, andaluces, asturianos, Castilla la Vieja (Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia, Avila) ó Castilla y León, Catalanes, entre otros. La emigración es producto de las guerras, servicio militar, problemas económicos de la gente de campo”.
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Eggel explicó que la llegada de los inmigrantes del país europeo dejó también una marca en la gastronomía.
“Trajeron muchas costumbres principalmente en el tema de las comidas: gazpacho, tortilla de papa, paella, gambas al ajillo, croquetas, el churro y el jamón, que si bien no es serrano, es muy parecido”, aclaró.
Los primeros maestros
Sobre este tema el autor de la biografía de Juan Ortego, manifestó que los sueldos de los docentes españoles en esa época era muy mala y muchos maestros habían dejado de trabajar.
“Cuando llega la noticia de que desde Argentina se buscaban maestros de habla castellana, fueron muchos los que se fueron a anotar. En España un docente ganaba menos que un torero, y por ello muchos dejaban la profesión. En el año 1890 llegaron los primeros maestros españoles traídos por el Gobernador Dr. Gálvez, un total de 60. Los maestros debían someterse a ciertas reglas: ser católicos, una vez que le daban el puesto debían estar radicados tres años en la escuela. Los maestros que estaban en las grandes ciudades no querían ir a dar clases a las colonias y escuelas rurales, además tampoco querían someterse al examen de aptitud (sobre geografía e historia argentina) que tenían que aprobar los docentes españoles, al año siguiente de su llegada”.
Eggel sostuvo que otro de los requisitos que debían cumplir los docentes era tener entre 25 y 40 años de edad.
“En Argentina la mayoría de los docentes que llegaron cobraban con bonos y cuando era el momento de venderlos les descontaban hasta un 30%. Una vez en la capital santafesina los docentes junto a sus familias se alojaron provisoriamente en el Hotel Las Colonias. Estaban hacinados en el patio en una noche tan fría “que hasta el pensamiento se nos congelaba”, decían los maestros. Allí
El Dr. Ramón Lassaga, vocal del Consejo de Educación, encontró a los maestros, esposas e hijos, llorando y maldiciendo América, por lo mal que la estaban pasando por el frío de esos días. Al ver esto, Lassaga al día siguiente comienza a trasladarlos a las escuelas de las colonias donde debía trabajar”.
Por último remarcó que el objetivo de Gálvez fue traer estos maestros para enseñarles español a los hijos de los colonos.
“Todas las colonias estaban formadas por inmigrantes que hablaban distintos dialectos, y los padres eran celosos del dialecto de sus hijos. En la escuela no se podía hablar por ejemplo el valesano o el piamontés, entonces de esta forma, con la llegada de docentes de España se unificaban las clases bajo el español, y así aprendían el idioma”.