El 28 de mayo se conmemora en el mundo el Día de la Salud Menstrual. La fecha tiene como objetivo romper tabúes y generar conciencia en torno a una problemática que atraviesa a todas las personas con útero en edad reproductiva.
El 28 de mayo se conmemora en el mundo el Día de la Salud Menstrual. La fecha tiene como objetivo romper tabúes y generar conciencia en torno a una problemática que atraviesa a todas las personas con útero en edad reproductiva.
Al respecto, El Litoral dialogó con Lucía Espiñeira, integrante de Economía Femini(s)ta, una ONG que trata de visibilizar con datos la desigualdad entre hombres, mujeres y todas las disidencias sexuales que suelen quedar por fuera de estadísticas oficiales.
Según el último relevamiento publicado de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME, 2019), la versión femenina de un producto resulta, en promedio, 11,35 % más cara sólo por estar dirigido a ese público en particular sin ningún tipo de explicación, por encima del mismo producto pero para hombres. Esto se denomina “impuesto rosa”, se aplica fundamentalmente a artículos de perfumería e higiene personal, farmacia, juguetes y útiles escolares.
“La menstruación es un factor de desigualdad económica, vinculado al precio de menstruar. En términos sociales y culturales, también” sostiene Espiñeida. Tras un scrapeo de los costos en la página de Precios Claros, que muestra las grandes cadenas de supermercados, la ONG infiere un precio estimativo por unidad y elabora un promedio de 22 productos por ciclo, en un año de 13 ciclos por mujer.
"Para este último período analizado (23 de marzo), el gasto promedio por persona es de $ 2930 en toallitas y $ 3780 por tampones”. Esto se suma a un contexto ya conocido: la desigualdad, si bien es económica, también es de género.
En ese sentido, la integrante de Economía Femini(s)ta destacó que “los datos son de fines de 2019, en promedio, en nuestro país las mujeres ganan cerca del 28% menos que los hombres por igual trabajo. Además, son responsables de las tareas del hogar en un 97% de los casos. Esto es si trabajás en la formalidad; de las mujeres asalariadas, casi el 38% está en condiciones de informalidad”.
Además, advierte que el 58,3% de los hogares tiene al menos una mujer en edad reproductiva, en el 56% de los hogares el principal ingreso proviene de una mujer, “entonces estamos hablando de mujeres que mantienen sus familias, cobran menos y suelen dedicarse a tareas peor pagas (docencia, enfermería, tareas domésticas)”.
También hablamos de desigualdad económica cuando nombramos ´partes de la sociedad que no logran comprar estos productos, lo cual lleva a una desigualdad cultural y también tiene que ver con la salud”.
Para algunos sectores, menstruación significa ausentismo escolar. “Si no tenés con qué gestionar tu menstruación de manera sana e higiénica, posiblemente faltes a la escuela, y te muevas con un trapo, algodón o algo menos higiénico que los productos diseñados para gestionar y contener el sangrado, y entonces te infectes” aseveró Lucía.
La cuarentena agrava esta situación. “En barrios populares se perdieron las changas y los trabajos del día. Poner un plato de comida a la noche ya es complicado, imaginate adquirir productos de gestión menstrual. Por eso junto a La Poderosa llevamos adelante la campaña “En pandemia también menstruamos”, para acercarles una ayuda en este sentido” señalan desde la ONG.
Para la ONG, es importante entender a la salud menstrual como un derecho básico, y a la condición de menstruar como una obligación, mes a mes, durante muchísimos años, ya que “nadie lo elige y al no ser optativo, creemos que debe estar en la canasta básica, y que debería considerarse de primera necesidad a los productos para su gestión, no son un mero cosmético”.
A propósito de esta problemática, surge #MenstruAcción: un proyecto de ley en torno a tres demandas específicas: primero, la quita del iva de los productos de gestión menstrual, para que bajen los precios y los costos sean más accesibles para todos los cuerpos menstruantes en situacion de vulnerabilidad
En segunda instancia, se apunta a la distribución gratuita de estos productos, ya que “creemos que el Estado necesita aplicar políticas públicas en este sentido, garantizando el acceso a los productos de gestión menstrual en cárceles, comedores, hospitales, escuelas, etcétera”, destaca Espiñeira.
Por último, la demanda está vinculada a los datos. “Que haya datos fidedignos sobre las consecuencias para un cuerpo menstruante de estar 35 o 40 años en contacto con toallitas y tampones”. Es sabido que los productos descartables son bastante nocivos para el ambiente, pero “¿cuáles son los impactos en el cuerpo?, el glifosato en las toallitas, el shock tóxico de los tampones, todas esas cuestiones de menstruación que no están estudiados. En los libros se analiza a la menstruación como el momento del ciclo en el cual tu ovulo no fue fecundado,cuando la realidad es distinta: todo el tiempo en tu vida reproductiva estás menstruando y una vez cada tanto, si lo deseás o a veces también si no, quedás embarazada”.
En ese sentido es importante pensar que la menstruación nos acompaña durante una gran parte de la vida a las personas con útero. “Estaría bueno que haya más información al respecto y se hable más del tema. La campaña tiene una gran pata en la difusión: quitar el estigma o el tabú en torno a la menstruación”.
Para contribuir con el derrumbe de mitos al respecto y poner el tema sobre la mesa, “necesitamos que la ESI incluya a la menstruación, y para eso hicimos el proyecto “ESImportante hablar de menstruación”, donde elaboramos material de descarga gratuita para docentes, y así facilitar el tratamiento estos temas en el aula” concluyó Lucía.