Juliano Salierno
jsalierno@ellitoral.com
Juliano Salierno
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¿Por qué estaban solos los dos gendarmes atacados ayer a las 7.30 de la mañana?
¿Es cierto que la Policía santafesina no fue informada del operativo sino hasta después del segundo enfrentamiento? ¿Quiénes reconocieron al trío de criminales que se escondía en un sojal del departamento Las Colonias?
Un día después de iniciada la búsqueda de los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci en suelo santafesino, la única certeza es que los prófugos no aparecen, y hay quienes dudan de que todavía estén en el rectángulo de campo del departamento Las Colonias, en el que ayer desembarcaron alrededor de mil hombres y mujeres de fuerzas nacionales y provinciales.
En cambio, la incertidumbre reina en la población que desde el mediodía de ayer reclama voces oficiales aún ausentes. “Tenemos prohibido dar información”, aseguraron esta mañana varias fuentes de Gendarmería Nacional Argentina, tanto desde el edificio Centinela, en la Ciudad Autónoma Buenos Aires, como en las bases locales, donde la información escasea o es retaceada a la prensa, e incluso a los organismos de investigación provinciales.
Lo que a esta hora aparece como una versión cierta de lo sucedido se retrotrae al operativo montado ayer a primera hora de la mañana, cuando un centenar de gendarmes, provenientes de la zona sur, “peinaron” una importante franja de campo ubicada al este de la Ruta Provincial Nº 6 y al sur de San Carlos Sud, a donde arribaron con cuatro órdenes de allanamientos para realizar en taperas y casas de campo, la mayoría de ellas abandonadas.
Rezagados y en peligro
Los lugares allanados, ubicados por los gendarmes a través de un sistema de georreferencias, arrojaron resultado negativo en cuanto al hallazgo de personas, vehículos o cualquier otro elemento que permita inferir que los prófugos se encontraban allí.
De hecho, una vez replegados, los gendarmes formaron una caravana que se presume que tomó por ruta Nº 6, luego Ruta Provincial 36-S, en dirección a la Ruta Nacional Nº 11, pasando por Estación Matilde.
Sólo un vehículo había quedado en el teatro de operaciones, en el que estaba el jefe del operativo, el comandante José María Valdez, apodado “el Oso” y su compañero, a quienes fuentes confiables señalaron como el “Sapo”, aunque no se pudo precisar su identidad.
Ambos se retrasaron finalizando tareas de rutina, concernientes en cerrar las actas que luego serían enviadas al juzgado federal de Sergio Torres. Como la zona parecía segura y la labor había terminado, los gendarmes se sacaron el chaleco antibalas y prepararon el mate, para lentamente emprender la retirada.
Fue en esas circunstancias que vieron tres siluetas caminando por un sojal a poca distancia. “Son pibes, deben estar haciendo alguna cagada”, dijeron y salieron a su encuentro para averiguar quiénes eran.
Cara a cara
“Alto Gendarmería”, gritó uno de los dos mientras se acercaban al trío con las 9 mm montadas. “Alto ustedes, Policía”, contestaron los desconocidos, que llevaban camperas azules, similares a las de la Policía Federal. Hubo un momento de duda entre los gendarmes, que por un segundo creyeron que se trataba de colegas que tal vez estaban realizando el mismo trabajo. No obstante, firmes en su postura, avanzaron ya con las armas en alto, aunque con la orden clara de no disparar si no era necesario.
Mientras dos seguían caminando de espaldas en dirección opuesta, el que iba en el centro se da vuelta, levanta el FAL -fusil automático liviano- y avanza hacia los gendarmes, a sabiendas de su superioridad en cuanto a poder de fuego. Quizás la orden de llevarlos con vida le jugó una mala pasada a los perseguidores, que no tuvieron reacción al disparo de grueso calibre a unos 15 metros de distancia que le atravesó un brazo al comandante Valdez, que quedó tirado entre la soja un metro más atrás de donde estaba parado. Luego se oyó otro disparo, pero afortunadamente su compañero resultó ileso.
El agresor no era otro que Víctor Schillaci, que raudamente llegó hasta el gendarme, lo miró a los ojos, le quitó el arma y escapó en dirección a donde estaba estacionado el utilitario Citröen Berlingo. “No quiso matarme”, habría reconocido la víctima momentos después. Quienes lo conocen aseguran que cualquier tirador diestro hubiera dado en semejante hombre de casi dos metros de altura y espaldas anchas.
Pedido de ayuda
Así fue como los tres se hicieron del vehículo oficial donde estaban los chalecos y otros pertrechos que llevaban los servidores públicos. No se sabe cuánto tiempo pasó entre este primer enfrentamiento y el aviso a la caravana de “verdes” para que regresen a la zona. El herido fue trasladado al Samco de San Carlos donde recibió las primeras curaciones, no obstante la reticencia para informar detalles de su misión.
Se cree que la Berlingo escapó por ruta 6 hacia el norte y una vez traspuesta la zona urbana -habrían pasado por San Carlos Sud, Centro y Norte-, doblaron hacia el este en un camino que conduce a San Agustín, donde se produce el segundo encontronazo con gendarmería, del que resultó herido Walter Aguirrez, quien se encuentra internado en el hospital Cullen desde ayer.
Producto del intercambio de fuegos, la camioneta Berlingo recibió varios impactos en el capot y parabrisas y fue abandonada a una distancia no precisada.
Ese segundo choque ocurrió alrededor de las 9.30 de la mañana, cuando por primera vez se solicitó un pedido de colaboración para cerrar la zona y reforzar la búsqueda.
Desinteligencia
Se dijo que los prófugos huyeron en una camionera VW Amarok blanca, pero también se oyó decir que viajaban en un Chevrolet Corsa gris, en un Suzuki Fun, un Renault Clio; y hasta se creyó que estaban de a pie escondidos en un maizal a dos mil metros de San Agustín, aguardando que llegara la noche.
No podrá saberse nunca que hubiera ocurrido si las fuerzas provinciales hubiesen colaborado con el operativo desde la hora cero; la realidad marca que la falta de coordinación entre nación y provincia, por desconfianza, egos profesionales o simple soberbia frustraron el procedimiento más importante realizado en años en la provincia y que ocasionó un dispendio de recursos en vano.
La pregunta que todos se hacen: “¿Eran ellos?”, tiene una sola respuesta y es sí, eran ellos, al menos así lo reconocieron quienes los venían siguiendo desde la provincia de Buenos Aires y hoy tienen la ventura de poder contarlo.
Allanamientos negativos
Pasada la una de la madrugada de hoy, el juez federal en feria Reinaldo Rodríguez autorizó la realización de tres allanamientos solicitados por el fiscal federal de Santa Fe, Walter Rodríguez, para ingresar a dos casaquintas de Coronda y una de San Agustín, con el resultado ya conocido: negativo.
Los uniformados se dirigieron a las propiedades señaladas a partir de avisos anónimos de que allí estarían escondidos los prófugos.