Domingo 7.8.2022
/Última actualización 14:43
Esos varios miles de mujeres, hombres, niños y fantasmas explotaron como nunca cuando Darío Herrera pitó el final de sábado en el 15 de Abril. La fiesta, claro está, ya estaba amortizada en las tribunas: colorido rojo y blanco por todos lados, cabecitas pegadas, amontonadas y un aliento ensordecedor desde el principio hasta el final. Por eso tiene razón Munúa cuando le da identidad a "un jugador más desde afuera". Pero faltaba éso...cerrarlo con un resultado.
Dos frases bien de cemento, de trapos colgados y batallas de todo tipo en los últimos años de López y Planes: "Siempre nos cuesta ganar ese partido que todos queremos ganar para prendernos arriba". Y la otra, de quienes piensan que son como Mirtha, con el tema de la suerte: "Para colmo aparecen algunos piedras que nunca vienen...". Las dos cosas se terminaron en Unión.
Primero, porque esta vez Unión ganó el partido que debía ganar. Segundo, porque hace tiempo que la cancha se llena porque van los mismos. Y esos mismos hace bastante que son muchos. Lejos del insalubre terreno electoral pasado, el club anunció la línea de los 25.000 socios. Para los que dudan (siempre está la creencia que todos los clubes y todas las CD "mienten" un poco con esas cifras), las tribunas y plateas repletas parecen darle la derecha al que pegó el cartelito de "25.000".
A contramano de ese ruido que hace la gente (cada partido, en la previa, es una fiesta de color, música y gastronomía futbolera en la zona de Bulevar), el Unión del césped lo hace todo en silencio. No quiere que lo vean, algo que ahora es imposible: pase lo que pase, terminará tercero y con un partido menos que ahora cotiza tanto como el dólar blue. Dicho sea de paso, parece complicado reprogramarlo en agosto por los compromisos de Talleres.
Si bien es cierto que apenas van doce (12) fechas, hay algo realmente valioso de este Unión. Fue capaz de transformar el dolor de dos duras eliminaciones seguidas (primero Sudamericana, después Copa Argentina) en amor para reinventarse. Y en ésto, si bien es ida y vuelta, la gente jugó su propio partido. Se frustró con Nacional de Montevideo pero fueron de a miles a San Nicolás. Se volvió a perder en la ruta y lo recibieron de a miles en casa, con multitud en el 15 de Abril para meterse en el torneo argento.
La piedra basal y el primer ladrillo en la pared se llama Gustavo Munúa. Sin dudas, de puertas para adentro, tiene un mensaje paternal constructivo para un club que ayer firmó planilla con 12 jugadores de sus canteras.
En el camino de esta "resiliencia futbolera", si bien nunca el fútbol profesional de Unión ficha los llamados "jugadores franquicias", las dos aproximaciones a la palabra "figuras" eran Ema Brítez y Jonatan Álvez. Para poder reinventarse, las perdió a las dos: el jugador/hincha/ídolo al fútbol de Brasil; el delantero uruguayo demasiado tiempo afuera por las lesiones.
O sea, pasando en limpio: dos manos de nocaut (Sudamericana y Copa Argentina) y dos bajas vitales para ayudar con experiencia a ese puñado de canteranos que van creciendo con la camiseta de Unión. Así y todo, se reinventó. Curó heridas, infló el pecho, puso la cara y salió adelante.
La receta es la misma, pero dando en la tecla con el capitán del barco: Gustavo Munúa. "Unión nunca gasta en el fútbol profesional con el rubro salarios de jugadores y DT más dinero del que entra por la TV". Moneda más, moneda menos: 35 millones de pesos. Para que se entienda: está tercero en la tabla gastando lo que gastan los que pelean el descenso. Esa fórmula "sin nombres rutilantes", cuestionada como el Talón de Aquiles del Spahnismo en todos estos años para el fútbol profesional, tiene su veranito en pleno invierno. De éso se trata el fútbol...de aprovechar los accidentes de los otros.
La tabla marca que, mientras Unión está tercero con un juego menos, Boca está en el puesto 9; San Lorenzo es 12; River Plate en el escalón 15; Independiente, finalmente, es 24 de 28. Sólo Racing, con un presupuesto millonario más las depresiones habituales de Gago para dar el salto, asoma arriba donde están los tucumanos, Gimnasia, Unión y Argentinos.
Mientras los grandes duermen, Unión sueña. No ser feliz hoy pensando que nos va pasar mañana no es recomendable en ningún rubro. Los tiempos lindos, en el fútbol y en la vida, duran un ratito. Mucho más en la post-pandemia.
Por eso Unión, con su incondicional apoyo desde afuera, se ganó el derecho a soñar. No importa cuánto falta para el final de la novela. Un día a la vez, un partido a cada instante.
La capacidad de reinventarse en el dolor de esas dos eliminaciones coperas, la resiliencia en medio de bajas de peso (Brítez, Álvez) y el ADN gol del equipo son las banderas que flamean en el viejo pórtico de 1907 en López y Planes.
Simple: sin artilleros de peso, es el equipo más goleador de la Argentina. Sin grandes nombres ni jugadores-franquicia, se prendió arriba en los primeros puestos. Sin figuras, Unión ya figura.
Unión sueña despierto, mientras los grandes duermen...Ya se jugaron 12 fechas de 27, el torneo está llegando casi a la mitad del río y con un partido menos que vale oro.
Mientras Munúa elige, con sus laburantes players, la receta del silencio, la gente hace ruido en las tribunas. Derecho a soñar para el pueblo tatengue, algo por ahora sin impuesto en la Argentina de estos tiempos bravos.