Los datos. Éstos son algunos de los caudales que midieron los investigadores de la Fich en distintas secciones del sistema fluvial entre el 23 y el 25 de julio. Foto: Gentileza UNL/Fich
Un grupo de investigadores de la Fich midió caudales y profundidad, entre otras variables. Se confirma que el arroyo Leyes “mueve” más agua hacia la Setúbal y que el Colastiné se “achicó” un 25% en los últimos 40 años.
Los datos. Éstos son algunos de los caudales que midieron los investigadores de la Fich en distintas secciones del sistema fluvial entre el 23 y el 25 de julio. Foto: Gentileza UNL/Fich
De la Redacción de El Litoral prensa UNL
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En el marco de la crecida del Paraná, un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich) de la UNL midió la velocidad de la corriente y la profundidad, entre otras variables, en más de 20 cauces cercanos a la ciudad. El estudio confirma que el ancho medio del río Colastiné disminuyó un 25% en los últimos 40 años y que se está incrementando la cantidad de agua que “mueve” el arroyo Leyes hacia la laguna Setúbal, un escenario que incrementa el caudal que pasa debajo del Puente Colgante y el viaducto Nicasio Oroño.
El trabajo fue realizado por el equipo que dirige Carlos Ramonell, del grupo de estudios de geomorfología e hidráulica fluvial de la Fich. Las mediciones se realizaron en una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados, en algunos de los ríos y arroyos ubicados entre Santa Rosa de Calchines y Sauce Viejo.
“Las velocidades y las profundidades en los cauces intervienen en los cambios del paisaje y producen fenómenos erosivos y de sedimentación en la planicie aluvial del río Paraná y sus islas”, explica Ramonell. Esta información también es fundamental para evaluar la resistencia de la infraestructura vial (rutas, puentes y aliviadores) en la zona de la costa y para proyectar las obras de ingeniería que sean necesarias para reducir la vulnerabilidad hídrica (por ejemplo, las defensas).
La cuenca de un río no es un sistema estático. Las transformaciones a veces se producen por el impacto de obras de infraestructura pero también por fenómenos naturales. “El río Colastiné, por ejemplo, aparentemente está mermando su actividad. Hubo un cambio en la embocadura del río, hace unos 50 años, que empezó a transformarlo”, contó el investigador de la Fich.
La otra cara de esta tendencia es el arroyo Leyes —y también el arroyo Potrero—, una cuenca que se fue jerarquizando a lo largo de todo el siglo XX, y que recibió un envión muy importante con la crecida de 1982/83, la que derribó el Puente Colgante. El delta que forman los dos arroyos, en la entrada de la laguna Setúbal, está creciendo y hay cambios morfológicos significativos en ese sector.
Una transformación progresiva también se está dando en el funcionamiento del canal de acceso al Puerto de Santa Fe. “La mitad del caudal que viene por el Colastiné y antes desaguaba al Paraná, ahora dobla por el canal de acceso y va hacia el puerto, y luego al río Coronda”, destacó Ramonell.
Este escenario también incrementó el caudal que transporta el río Coronda —lo que puede haber influido en algunos derrumbes que se produjeron en la costa de Sauce Viejo—. Las mediciones que realizó el equipo de la Fich además demuestran que el lecho de este río descendió.
El estudio
Las mediciones fueron realizadas con tecnología de última generación: un perfilador acústico por efecto doppler, y en el marco de un proyecto de investigación de la UNL que evalúa cambios geomorfológicos de un sector del río para contribuir a su desarrollo territorial sostenible. “Hoy podemos tomar una fotografía del funcionamiento conjunto del sistema fluvial en un área considerable, cuando no hace muchos años atrás sólo podíamos evaluarlo en forma muy fragmentada en tiempo y espacio”, contó Ramonell.
Los investigadores de la Fich precisan que del 23 al 25 de julio se registraron cerca de 31.000 metros cúbicos por segundo en todo el ancho del valle, un valor característico de crecidas ordinarias del río. Este tipo de mediciones, simultáneas en la totalidad del área de estudio, no se realizaban desde la década de los ‘70.
Ricardo Szupiany, un docente e investigador de la Fich que también participó en este trabajo, señaló que hace no muchos años atrás hubiese sido imposible medir esta zona completa durante el pico de una crecida. “Hoy, en cambio, podemos tener una evaluación global de todo el sistema al mismo tiempo”, aseguró.
El proyecto es un CAI+D orientado de la UNL, integrado por un equipo interdisciplinario de especialistas de la Fich y de la Universidad Nacional de San Martín, y profesionales de la Municipalidad de Santa Fe y del Ministerio de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente de la provincia de Santa Fe.
Su propósito es evaluar cambios en la configuración de los cauces y el paisaje isleño en un tramo del río Paraná, estudiando la interrelación entre fenómenos hidráulicos, geomorfológicos y ecológicos. Con los resultados del proyecto, se espera contribuir al establecimiento de pautas e indicadores para el manejo y desarrollo territorial sostenible del área de estudio.
En foco. El geólogo Carlos Ramonell (el segundo desde la izquierda) analiza los datos de los arroyos y ríos de la región junto a algunos miembros del grupo de estudio de geomorfología e hidráulica fluvial de la Fich. Foto: Gentileza UNL/Fich
El dato Tecnología
31.000 metros cúbicos por segundo se registraron, en promedio, en todo el ancho del valle aluvional del Paraná cercano a la ciudad, entre el 23 y el 25 de julio. “Es un valor propio de crecidas ordinarias del río”, asegura el estudio de la Fich.