Mariela Allassia, Médica Intensivista infantil (MP 11238), Hospital de Niños Dr. O. Alassia.
Ya desde el primer informe de la Organización Mundial de la Salud sobre violencia y salud, en 2002, conocíamos la cifra de que más de 1 millón y medio de personas pierden la vida violentamente en todo el mundo. Los expertos en salud pública señalan que estos datos no son sino la punta del iceberg. Las muertes y discapacidades causadas por la violencia convierten a ésta en uno de los principales problemas de salud pública de nuestro tiempo en el todos los territorios.
Ya la directora General de la OMS de 2002, Dra. Gro Brundtland, afirmaba: “La violencia nos lanza un reto en muchos terrenos. Nos obliga a ir más allá de nuestro concepto de lo aceptable y cómodo para cuestionar la idea de que los actos violentos son meras cuestiones de intimidad familiar o de elección individual, o bien aspectos inevitables de la vida. La violencia es un problema complejo, relacionado con esquemas de pensamiento y comportamiento conformados por multitud de fuerzas en el seno de nuestras familias y comunidades, fuerzas que pueden también traspasar las fronteras nacionales”.
Los expertos afirman que aunque las estadísticas son escalofriantes, la situación está lejos de ser desesperada. “La violencia no es inevitable, ni constituye un componente intrínseco de la condición humana. En todo el mundo, se encuentran pruebas de que la violencia puede prevenirse con una diversidad de medidas destinadas a los individuos, las familias y las comunidades”.
En el año 2014, la estadística del efector de salud, sugiere un incremento de niños heridos por armas de fuego. Los hechos particulares que rodearon a cada episodio en particular fueron de múltiples causas, pero predominaron los que ocurrieron el episodios callejeros, muchos confusos, con jóvenes adolescentes como víctimas y protagonistas, y otras veces, mucho menos frecuentemente, enfrentamientos con niños pequeños como víctimas presenciales inocentes.
El tema del armamentismo no puede ser deslindado del fenómeno mediático social y cultural del “miedo al delito”. Cuando el sentimiento de inseguridad se centra en la cuestión criminal, la violencia comienza a filtrarse por todos los poros de la sociedad. La violencia es objeto de investigaciones sociológicas, y tiene fuertes consecuencias en la salud de las personas y conjuntos sociales, como también un fuerte impacto en los servicios de salud, con costos directos (médicos, salud mental, de emergencia, servicios legales y judiciales) e indirectos en la sociedad: las muertes prematuras, la reducción de la productividad, el ausentismo, la pérdida de la calidad de vida y otros daños intangibles.
En el problema de la violencia y las armas de fuego, se trata de reconocer que es un problema social complejo, y por lo tanto no puede encontrarse ninguna solución desde una visión unidimensional. Se debe alentar al diálogo entre los sectores y llamar a la paz en los hogares y nuestra comunidad.
Fuente: (Extractos de “Mortalidad por armas de fuego en Argentina 1990-2008” de OPS y de Informe OMS 2002).