Previo a la segunda presentación de Los Pumas ante Tonga del próximo sábado en Osaka, tuvimos una parada obligada en Kioto.
Previo a la segunda presentación de Los Pumas ante Tonga del próximo sábado en Osaka, tuvimos una parada obligada en Kioto.
Kioto fue, hace mucho tiempo atrás, la capital del imperio japonés. Algo que cambió luego, convirtiéndose Tokio en la cabecera nipona, y quedando Kioto, como la capital cultural.
Además, Kioto, fue de las pocas ciudades japonesas (sino la única) en no sufrir bombas de Estados Unidos en la segunda guerra mundial.
Como dije en el diario anterior, los templos budistas es algo muy característico de esta urbe. De hecho, son un atractivo turístico permanente, por ende se puede ver mucha gente alrededor de ellos sacándose fotos. Sus construcciones, algunas de miles de años, son llamativas, muy grandes y mantienen una energía muy particular.
Visitamos los bosques de bamboo, un lugar obligado para ir a para quien visita Tokio. Allí, por ejemplo, se filmó la película Kung Fu Panda. La naturaleza y los paisajes de este lugar es imponente.
Antes de llegar al bosque, pasamos por una especie de centro comercial a cielo abierto que, entre otras cosas, cuenta con muchos lugares donde venden comidas típicas. Para nosotros, todo era desconocido, y para ser sincero, lo que probamos, bastante feo, a excepción de un muy rico pincho de cangrejo.
Los carritos tirados por hombres que llevan turistas, son un paseo por el cual muchos optan también.
Y hoy empezamos a ver las famosas geishas. Mujeres japonesas, vestidas con sus pintorescos kimonos. Pero esa historia, la ampliamos este martes.