Segregación vertical y horizontal: las otras desigualdades en el mundo del trabajo
¿Cómo explica la Nobel de Economía la brecha salarial de género? ¿Cuál debería ser el ámbito de resolución? ¿Y por qué la raíz de este debate contradice la opinión de un presidenciable argentino?
Segregación vertical y horizontal: las otras desigualdades en el mundo del trabajo
Andrea Delfino es profesora de Economía Laboral en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Litoral e Investigadora de IHUCSO-Litoral (UNL-CONICET). Puesta a analizar los aportes y las novedades que trae la investigación reconocida con el premio Nobel de Economía, plantea coincidencias y discrepancias y, en diálogo con El Litoral, destaca, de entrada, dos aspectos: es el tercero que se otorga a una mujer y los tres son muy recientes (2009, 2019 y 2023).
Aún antes de entrar en el análisis específico, señala que todos los Nobel en esta categoría fueron otorgados a varones y mujeres por sus estudios "dentro de la economía ortodoxa, lo que comúnmente llamamos economía liberal".
- Para que quede claro, ¿a qué llamamos economistas ortodoxos?
- A los que consideramos, en la charla habitual, como liberales, cuyo pensamiento se asienta en el libre mercado y que parten de principios donde existen modelos económicos que pueden ser aplicados en todo momento y en toda sociedad; es decir, no existirían factores estructurales o históricos que estén influenciando el funcionamiento de la economía y, dentro de esta tradición de pensamiento, todos los individuos somos iguales.
Claudia Goldin, ganadora del Premio Nobel de Economía. Crédito: Reuters
Ahora bien, durante mucho tiempo estuvo presente en esta tradición de pensamiento que no había desigualdades económicas, sobre todo en el mercado de trabajo, entre varones y mujeres; que es lo que sigue sosteniendo (el candidato a presidente por LLA) Javier Milei.
Dentro de esta propia tradición de pensamiento hubo cambios y otros autores empezaron a encontrar que había diferencias en la participación de las mujeres y de los varones en el mercado laboral.
Quizá el primer economista varón que habló sobre las desigualdades entre unos y otras en el mercado de trabajo es Gary Becker, uno de los que más cita Milei quien, paradójicamente, dice que no hay diferencias. Becker, uno de los economistas de mayor referencia en el '69, dice que sí. De alguna manera, lo que Goldin hace es seguir esa tradición de pensamiento inaugurada a fines de la década del '60 por Becker, pero se distancia. Porque mientras éste encontraba la diferencia de participación, sobre todo, en la discriminación, ella dice que hay otros elementos y se centra en el análisis de las diferencias salariales.
- ¿Cómo explica Goldin la existencia de brecha salarial de género?
- A partir de dos elementos: uno es casi de sentido común y es que las mujeres tienen mayores responsabilidades fuera del mercado de trabajo, que están dadas por el trabajo doméstico y cuidados no remunerados. El trabajo remunerado en el mercado durante menos horas, porque destinan parte del tiempo a esas tareas, influye en la masa salarial percibida. Lo que considera, entonces, es el costo de la conciliación entre la vida familiar y el trabajo.
El segundo factor que tiene en cuenta para explicar la brecha salarial de género es lo que llama el costo de flexibilidad temporal. Esto quiere decir que las mujeres, producto de las responsabilidades familiares, destinan menos horas al mercado, pero además trabajan en horarios donde la hora de trabajo es peor remunerada. Tengo algunas discrepancias con eso, pero me parece interesante que la autora continúa con una revisión al interior de la teoría económica liberal y observe estas desigualdades y diferencias.
- Que Goldin se aboque al tema del trabajo desde el punto de vista de las oportunidades y de esta brecha salarial, ¿significa que tiene una perspectiva de género?
- Creo que tiene una perspectiva de género. Ella considera que la brecha salarial entre varones y mujeres se resolvería dentro del mismo mercado de trabajo (siempre en el escenario laboral norteamericano) haciendo que las empresas dejen de darle incentivos a los y las trabajadoras por trabajar muchas horas o por trabajar en horarios específicos del día.
Para ella no es necesario que el Estado se ocupe del tema y tampoco que los varones participen más de las tareas de cuidado. Desde una perspectiva más crítica, creo que es fundamental la intervención del Estado y que se implementen políticas de corresponsabilidad: siempre que la división sexual del trabajo se mantenga, la brecha de género va a permanecer. Ella considera que con prácticas empresariales distintas, está la posibilidad de transformación.
- Más allá de que Goldin aborda el contexto en su país, Estados Unidos, este premio ¿puede dar impulso al tratamiento de las políticas de cuidado sobre el que se está trabajando en la Argentina?
- Hasta las teorías económicas más conservadoras ya están planteando estos temas desde fines de la década del '60. Hoy, desconocer que existen desigualdades entre varones y mujeres en el mercado de trabajo es casi imposible, por la cantidad de datos de los que disponemos. Claro que hay variación en cómo interpretamos esos datos y en las políticas que implementaríamos para salir de esa situación. Muchas diferencias tienen que ver con la matriz teórica e ideológica que opera como punto de partida.
Tenemos datos absolutamente robustos que demuestran en la Argentina y en el mundo estas desigualdades; el Premio Nobel tardío para la incorporación de este tema, viene a respaldar que hoy es imposible pensar lo contrario.
- Las diferencias entre mujeres y varones en el mercado de trabajo no son solo salariales.
- Podríamos considerar que hay tres tipos de desigualdades: una es la salarial, es decir, cuánto ganan las mujeres en relación a lo que ganan los varones. Otra es la brecha de promoción que comúnmente se observan en los indicadores de segregación vertical del mercado de trabajo: las mujeres se insertan en los cargos de menor jerarquía y es lo que se grafica con la figura del techo de cristal.
La tercera es la brecha de participación que se expresa en los indicadores de segregación horizontal, es decir que hay sectores feminizados de la economía que tienen peores salarios, como el servicio doméstico (98 % son mujeres) y otros con mayor presencia masculina, con mayor capacidad de negociación sindical, como la construcción.
Goldin estudia, sobre todo, las brechas salariales. Pero no es la única desigualdad que existe.