Lunes 1.7.2019
/Última actualización 14:13
“Los geólogos en llanura habitualmente no trabajaban la tectónica”, sugirió Ernesto Brunetto (Conictet-Uader) a manera de autocrítica, antes de advertir que “hemos avanzado en tratar de comprenderla”. Refirió que en la Región Pampeana y la Mesopotamia “hay zonas deprimidas con acumulación de sedimento y zonas elevadas -morfoestructras- de origen estructural”.
El científico apuntó la necesidad de generar datos estratigráficos para el estudio de la sucesión de todas las capas que se han ido acumulando en el tiempo, sus variaciones verticales y laterales, su composición física, lo que “nos permite comprender el marco en el que se desarrolla la dinámica del agua”.
Señaló por ejemplo el “bloque San Guillermo en el centro-oeste de Santa Fe, desde Tostado hasta el río Carcarañá al sur”, que impide el escurrimiento de aguas desde Córdoba hacia el Paraná (derivan por ejemplo hacia Mar Chiquita o hacia la cañada de San Antonio y el río Carcarañá).
Y “otros bloques menores como el San Cristóbal o el de Vera y Reconquista , con fuerte control e influencia fundamental en la dinámica hidrológica de los Bajos Submeridionales”, donde el agua que viene desde las Sierras Subandinas tampoco desemboca en el Paraná y aporta a los anegamientos en el centro-norte santafesino.
“Por no incorporar el enfoque de la geología, muchas veces se han cometido algunos errores en la gestión de los drenajes cuando se hacen obras”, sugirió el especialista, que resaltó la necesidad de abordaje en grandes regiones para entender las problemáticas de las cuencas.
Infografía El LitoralFoto: Infografía El Litoral
Señaló que las “paleocañadas” que llevaban el agua desde las Sierras Cordobesas hacia el Paraná, hoy inactivas, están aún visibles en imágenes satelitales. “El bloque San Guillermo se elevó -estimamos- hace unos 100 mil años- y las cañadas quedaron inactivas.
“Lo que eran pendientes hacia el este quedó obstruido. En la zona de Altos del Chipión es claramente observable el escalón que forma esta gran falla Tostado-Selva que marca un control claro del drenaje”, refirió.
No es algo que se pueda percibir, pero el suelo en el centro-norte de Santa Fe tiene zonas que se están elevando, según las mediciones de estaciones de GPS. “Hay zonas en la gran llanura que se mueven en sentidos contrarios; en nuestra zona de estudio hay compresión; las rocas de la corteza se acortan y se compensa levantando ciertos sectores de la llanura. No es una zona completamente baja”, advirtió a manera de ejemplo.
“Estamos reinterpretando información del subsuelo con el modelo geológico”, dijo Brunetto. Es parte del “modelado matemático hidrológico” que amplía criterios que antes sólo miraban las “cuencas superficiales”.“Para trabajar sobre modelación hidrogeológica construimos un modelo estructural de sistemas acuíferos (semiconfinado y libre) con diferentes capacidades de transmisión de agua y espesores variables, desconectados parcialmente por capas semiconfinantes que limitan su interacción. Este modelo estructural constituye la base para la modelación matemática”.
“El Paraná ha migrado” desde fajas ubicadas en el este de la provincia de Santa Fe hacia su curso actual. “El subsuelo es producto de una historia más compleja”, señaló Brunetto; hay estratos con arena que dejó el río y otras capas que dan registro de un enorme humedal en el centro-norte santafesino. “Tendemos a simplificar el comportamiento de las llanuras; no son planicies homogéneas ni monótonas. Presentan rasgos estructurales que controlan el flujo de aguas superficiales y subterráneas y forman impedimentos -lagunas estructurales y cambios en las direcciones del drenaje- que a veces han motivado errores en la estrategia de obras de canalización ejecutadas”.