La reunión de los jefes de Estado y de gobierno de los países más industrializados, G8, comienza el miércoles bajo una gran tensión en Alemania, previéndose intensos debates sobre el clima y polémicas con el presidente ruso Vladimir Putin, mientras se temen enfrentamientos al margen de la cumbre.
Las primeras delegaciones deben llegar el miércoles al caer la tarde a Heiligendamm, estación balnearia del mar Báltico (noreste) transformada para esta ocasión en una verdadera fortaleza protegida por una barrera metálica de 12 km de largo y 16.000 policías.
La canciller alemana Angela Merkel, anfitriona de la cumbre que concluirá el viernes, recibirá al comienzo de la noche a sus invitados para una cena informal en un castillo situado a 15 kilómetros de Heiligendamm.
Esta cumbre será la última del primer ministro británico Tony Blair y la primera del nuevo presidente francés Nicolas Sarkozy.
Se prevé que la cuestión del calentamiento climático, prioridad de Alemania para esta cumbre, va a generar ásperos debates.
El presidente estadounidense George W. Bush llegará con el deseo de abrir un nuevo ciclo de negociaciones con las grandes economías mundiales sobre objetivos de lucha contra el calentamiento, pero por fuera del marco de la ONU.
Sin embargo Alemania, que se dispone ante las reticencias estadounidenses a enterrar su sueño de fijar durante el G8 objetivos vinculantes de reducción del CO2, ha anunciado que no cederá en lo concerniente al papel de las Naciones Unidas.
El país anfitrión no carece de apoyos: Canadá recalcó el lunes la necesidad de reducir de al menos la mitad las emisiones mundiales de gas con efecto de invernadero antes de 2050.
Por su parte Nicolas Sarkozy llamó a adoptar ``objetivos con cifras'' de lucha contra el calentamiento climático ``con el fin de demostrar nuestra voluntad de actuar''.
Angela Merkel quiere también implicar en los esfuerzos climáticos a los países emergentes (China, India, Brasil, México, Sudáfrica), invitados a la cumbre.
En una entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung, su ministro de la cancillería, Thomas de Maizière, estimó el lunes que las reticencias no vienen únicamente de Estados Unidos. ``Rusia, China o Japón también tienen dudas'', dijo.
Pekín dio un paso adelante el lunes al anunciar su voluntad de reducir sus emisiones de CO2 de aproximadamente 50 millones de toneladas de aquí a 2010, negándose al mismo tiempo a sacrificar su desarrollo económico en aras de la lucha contra el calentamiento del planeta.
El ambiente corre igualmente el riesgo de ser tenso entre los participantes y el presidente ruso Vladimir Putin, quien ha hecho varias declaraciones altisonantes antes de la cumbre.
Putin amenazó con apuntar nuevos misiles hacia Europa si Estados Unidos despliega su escudo antimisiles. En una entrevista publicada el lunes por varios diarios, afirmó también que era ``el único demócrata puro del mundo'', fustigando a Estados Unidos y las recientes manifestaciones violentas en Estonia y Alemania.
Una salida bastante polémica, mientras que el temor a disturbios y violencias al margen de la cumbre está al máximo. Enfrentamientos entre grupos extremistas y la policía el sábado, al margen de una manifestación pacífica de opositores al G8, dejaron cerca de mil heridos.
En este tenso ambiente los jefes de Estado y de gobierno del G8 deben también discutir acerca de la ayuda a los países africanos, otra prioridad de la presidencia alemana.
Por último se esperan delicadas discusiones acerca de la ``ronda de Doha'' de liberalización del comercio y de los ``hedge funds'', los fondos especulativos que mueven miles de millones de dólares y adeptos de las estrategias arriesgadas.
Por Aurelia End AFP