Si bien no ocupa las primeras planas de los medios nacionales, la actualidad educativa es cuanto menos preocupante.
Si bien no ocupa las primeras planas de los medios nacionales, la actualidad educativa es cuanto menos preocupante.
Así como todos los años, una vez conocidos los resultados de las Pruebas Pisa, las páginas de los diarios y los portales web se colmaron de opiniones sobre la calidad de la enseñanza —o la deficiencia— en nuestro país. Pero es menos lo que se decide sobre las condiciones materiales, un costado que se permite obviar.
Aunque no tenga peso específico en tiempos de campañas, la educación argentina no está exenta de ser una preocupación para los gobiernos de nuestro país. Cualquier ciudadano tiene un amigo, un familiar o conoce a un o una maestra. Por lo que, luego, depende de cuán prioritaria sea la cartera en cada administración para que se convierta un problema o una solución.
Mirar los datos de la actualidad permite tener un panorama más claro del contexto en el cual está inmersa cada región que participa de estas valiosas herramientas de planificación de políticas públicas. Avanzar en el sentido de la pretendida obligatoriedad y calidad del derecho a la educación, suena idílico en un país donde 1 de cada 2 infantes son pobres, donde más de un tercio de los estudiantes cursan con en estado de sobreedad y con una elevada tasa de segregación escolar por nivel socioeconómico.
Así como algunas provincias presentan índices mejores que otras, el caso de Chubut encendió las alarmas este año. Llegando al final del ciclo lectivo, la provincia contabilizó 17 semanas -75 días- con paros docentes por el deterioro salarial. ¿Cómo superar el déficit de lograr los contenidos mínimos? Ante la gravedad del conflicto, el ministerio chubutense resolvió que ningún alumno repetirá el año por no haber tenido la cantidad de clases anuales correspondientes para promocionar, y buscar un complemento con clases de verano y extensión del horario escolar.
Como consecuencia indirecta, estas situaciones dejan un gran recelo entre los gremios docentes y las autoridades electas. Además del salario, las huelgas de maestros reclaman cómo el tambalear económico convierte a gran parte de las escuelas públicas en merenderos y refugios del hambre de los sectores más postergados, dejando a la actividad didáctica y pedagógica en un segundo plano. Así, el de Chubut es un ejemplo más de cómo algunas economías provinciales se vieron afectadas por la crisis nacional, y la influencia negativa de la eliminación de las paritarias docentes nacionales.
Si bien la situación es radicalmente distinta, Santa Fe no se convierte en un oasis en medio de un desierto. La turbulenta transición puso de manifiesto las complicaciones en las cuentas provinciales. Y la recesión y la inflación trajeron como viento de cola dudas sobre los sueldos y cláusulas gatillos del sector estatal. Lógicamente, en los gremios se encendieron las alarmas por lo pactado en las paritarias de 2019 que en el caso de Educación -uno de los sectores más combativos- amplían su extensión hasta el inicio del próximo ciclo lectivo.
Este será el escenario en el que le tocará asumir a la próxima administración nacional, con Alberto Fernández a la cabeza. Lo propio sucederá con el gobernador electo de nuestra provincia, Omar Perotti. El peronismo, de dotes demostradas en recomposiciones, deberá afrontar una compleja tormenta. En las manos de sus nuevos conductores y con el respaldo de los nuevos copilotos (los ministros designados: Trotta y Cantero, respectivamente), intentarán arribar a buen puerto, sin tener demasiado margen de maniobra.