Mariela Goy
El diplomático trasandino repasó los cambios introducidos por la presidente Michelle Bachelet y aquellos que hoy están en discusión en los distintos niveles de enseñanza. La charla se realizó en Ciudad Universitaria.
Mariela Goy
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Twitter: @marielagoy
"La reforma en la educación de Chile es muy compleja y lenta; quizá eso sea lo que más molesta”. Lo dijo sin medias tintas José Antonio Viera Gallo, embajador de Chile en nuestro país, quien en su reciente paso por Santa Fe, el pasado 2 de junio, ofreció una conferencia sobre las reformas educativas de la presidente Michelle Bachelet, en el salón de actos de la Facultad de Humanidades de la UNL.
Viera Gallo tiene una larga tradición de lucha democrática en su país y ocupó distintos cargos durante varios gobiernos (Allende, Aylwin, Bachelet). En su extensa disertación reveló “luces y sombras” -como él mismo definió- de las reformas encaradas y por venir en el sistema educativo chileno.
“Un país que camina a un desarrollo, necesita un sistema educacional moderno, equitativo, abierto a todos, y que mejore el capital humano del país. El gobierno anterior de Bachelet (2006-2010) y el actual (desde 2014 a la fecha) ha pretendido introducir reformas importantes”, comenzó diciendo el diplomático, para detallar luego los cambios más relevantes en cada nivel de enseñanza.
Viera Gallo adujo que en la educación inicial, Bachelet se propuso -cuando asumió en 2006-, multiplicar las “salas cunas” y los jardines de infantes, y crear 4.500 nuevos jardines, sobre todo de 0 a 3 años que es “dónde más hace falta”. “Esta reforma goza de un consenso absoluto y ha avanzado con éxito. Nadie de opone, todos la aplauden y creo que va a quedar como un legado”, estimó.
Primaria y secundaria: lo que se hizo
El proyecto reformista se empieza a complicar en los niveles de educación primaria y secundaria, que “se regía por una ley orgánica constitucional de enseñanza que dictó Pinochet la semana antes de abandonar el poder, y requería de un quorum alto en el Parlamento para ser modificada”, dijo Viera Gallo.
Agregó que en 2006 (año de la masiva protesta estudiantil conocida como “Manifestación de los pingüinos”) había dos proyectos de ley de educación para suplantar la del general Pinochet: uno de Bachelet y otro de la oposición. Terminó ganando una reforma “negociada” para poder contar con la aprobación del Congreso. “Fue muy complicado armonizar y se llegó a un texto votado por la mayoría -izquierda, derecha y centro- pero nadie quedó satisfecho porque no veían reflejados ahí sus ideales; menos los de los estudiantes”, advirtió.
El sistema primario y secundario en Chile es mixto: hay colegios privados pagos (300 dólares mensuales), donde se educa el 7 % de la población que es “la elite del país, sea de centro, derecha o izquierda”, dijo. Después está la educación pública, donde hay liceos de mucha excelencia, pero que seleccionan a sus alumnos. Y la educación particular subvencionada por el Estado con “colegios privados pero gratuitos”, describió el embajador.
“El sistema universitario chileno tiene un alto grado de titulación, las carreras duran 6 años y la deserción es baja”.
“Una de las cosas aberrantes del período militar y que siguió hasta 2006, es que en estos colegios particulares subvencionados, no se distinguía entre el patrimonio del ‘sostenedor’, o sea el dueño, y el del colegio; entonces con la plata de la subvención, el sostenedor podía hacer casi lo que quisiera. Nosotros queremos que los sostenedores privados sean personas jurídicas sin fines de lucro. Eso no fue aceptado por la oposición, y lo que se logró fue que sean personas jurídicas de giro único, o sea que el cheque vaya a la cuenta del colegio y sea usado para educación”, expuso.
El embajador reconoció que la implementación de ese cambio “fue lento”, se prorrogó varias veces y pasaron 9 años hasta que comenzó a regir, lo cual “generó una segunda ola de movimiento estudiantil que fue la que más se conoció en los medios”.
Lo que se viene
En cuanto al segundo gobierno de Bachelet, “la nueva reforma no toca en nada a los colegios secundarios privados pagos, donde se educa la elite del país. Es fuerte lo que digo pero es la realidad”, admitió el diplomático. Y explicó que dentro del nuevo paquete de cambios para el nivel primario y secundario “hay proyectos que están aprobados y otros en discusión en el Parlamento”.
Con respecto a los colegios privados subvencionados por el Estado, dijo que la segunda etapa de la reforma insistirá en que se transformen en fundaciones sin fines de lucro y en eliminar el “copago”, o financiamiento compartido por las familias, que pagan una tasa de entre 25 y 110 dólares.
“El copago no lo puso Pinochet, hay que decirlo, lo pusimos nosotros, los gobiernos de la Concertación (de Partidos por la Democracia) y tuvo efectos negativos: en vez de igualar, segregó a la población entre los que podían pagar un poco, algo más, o nada. Ahora lo que se quiere hacer es aumentar la subvención pública y eliminar el copago, en un plazo de algunos años”, adelantó.
"Chile ocupa el lugar 51º de 65 países de la Ocde cuyos alumnos secund“arios rinden la prueba Pisa. Es el primero de América Latina. Argentina está en el 59º”.
Además, se buscará “desmunicipalizar” la educación primaria y secundaria -otra herencia del gobierno militar-, “creando una nueva estructura pública, desentralizada pero no en manos municipales, para gestionar los colegios. Es un proyecto que está en discusión, y es difícil porque se plantean problemas jurídicos extremadamente complejos”, resumió.
El movimiento estudiantil de nivel medio no está satisfecho: hay 16 liceos ocupados por los alumnos y “el sector más radical quiere que toda la educación básica (primaria) y secundaria sea estatal”, dijo.
“La educación superior en Chile creció enormemente, hoy en día son 1.250.000 alumnos que se dividen entre los que van a las universidades y los que van a los institutos profesionales y técnicos”.
Universidad y gratuidad
La gratuidad en el sistema universitario chileno es otra de las grandes promesas que viene haciendo la presidente Bachelet. Pero el modelo propuesto es diferente al que se conoce en Argentina.
El embajador trasandino explicó que la gratuidad en Chile es a la demanda y no a la oferta. “Los estudiantes más radicales quieren un subsidio a la oferta, a la universidad, y no al alumno; eso genera una discusión ideológica. Además, hay una frustración del movimiento universitario porque dice que Bachelet asumió hace dos años y todavía no manda el proyecto al Parlamento”.
El año pasado, el gobierno consiguió la aprobación de recursos para que 170.000 jóvenes de contextos vulnerables no paguen por sus carreras de nivel superior en 2016. La promesa del gobierno es que al concluir su período, en 2018, ese número alcance al 70 % de los alumnos más vulnerables. “Creo que no se va a llegar”, pronosticó Viera Gallo.
“Ahora, la reforma universitaria que se anuncia es un proyecto de ley que en las próximas semanas va ir al Parlamento y es extremadamente difícil de aprobar porque choca con visiones e intereses distintos según el tipo de universidad. Esa reforma pretende organizar un sistema -que creció de forma anárquica-, creando una subsecretaría y una superintendencia de educación superior. Y establecer una gratuidad que debería ser universal, aunque eso provocaría un gasto fiscal muy grande”, adujo.
Entre algunos de los grandes temas en discusión es cómo se fija el arancel de la subvención -si será común o no-, la prohibición del lucro, cómo garantizar la calidad -creando un sistema de acreditación universitaria serio y no sospechado de corrupción-, y definir un ingreso común.
La discusión principal que se plantea es ideológica. “La ministra de Educación de Chile salió a decir que nuestro proyecto de ley significa que la universidad ‘deja de ser una mercancía y pasa a ser un derecho social garantizado’. Al mismo tiempo, sale un técnico de la misma coalición de gobierno a decir que ‘sustraer la educación del mercado sería una ilusión, aunque sea gratuita’. Todo este debate, con un movimiento estudiantil que está en marcha, hace todavía más compleja la reforma”, cerró.