Lunes 11.1.2021
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Este lunes 11 de enero se cumplen 25 años de la muerte de uno de los grandes humoristas argentinos, Tato Bores (1925-1996), quien a través de sus programas televisivos y ácidos monólogos supo parodiar como pocos, o quizá como ninguno, la realidad política y económica del país.
Bores supo entender tan bien la realidad política que usó el humor como mascarada para eludir la censura que impusieron las dictaduras militares de los años ’60 y ’70 aunque, paradójicamente, fue en 1992, durante el gobierno de Carlos Menem, cuando sufrió la censura de uno de sus sketchs de su programa Tato de América.
Sagaz, sarcástico, gracioso y entrador fueron aspectos centrales para ese enamoramiento que tuvo el público con él y que le hicieron ganar el apodo de Actor Cómico de la Nación.
Otro aspecto destacable fue su calidad para elegir guionistas que supieron explotar esa increíble vena monologuista que poseía. Landrú, César Bruto, Jordán de la Cazuela, Aldo Cammarota, Juan Carlos Mesa, Carlos Abrevaya, Adolfo Castelo, Jorge Guinzburg, Basurto, Geno Díaz, Pedro Saborido y Alejandro y Sebastián Borensztein (dos de sus tres hijos) fueron sus socios en la construcción de un personaje que nos sigue sorprendiendo por la vigencia de sus monólogos.
Lo recordamos a Tato hablando a toda velocidad por teléfono o a la cámara, frenético, verborrágico enhebrando los acontecimientos semanales con personajes reales y ficticios en escenas imaginarias, pero siempre certeras a la hora de desentrañar la intencionalidad de cada gobierno o de cada político, a veces expuesta de manera evidente, en otras, de forma sólo sugerida.
Todo comenzó con Tato y sus monólogos, entre 1957 y 1959, en Canal 7; siguió con Tato, siempre en domingo, entre 1961-63, en Canal 9 y entre 1964-1970, en Canal 11; Por siempre Tato, entre 1971-1972, en Canal 11 y entre 1972 y 1987, en Canal 13 hizo Dígale sí a Tato, Dele crédito a Tato, Tato para todos, Tato vs Tato, Tato por ciento, Extra Tato, Tato, qué bien se TV y Tatus; en 1988 desembarco en Canal 2 con Tato Diet, para regresar en 1989 hasta 1992 al Canal 13 con Tato al borde un ataque de nervios, Tato en busca de la vereda del sol, Tato, la leyenda continúa y Tato de América, en 1992; su último programa fue Good Show, en 1993, en Telefe.
El primer presidente que participó de un programa de televisión fue Arturo Frondizi (1908-1995), quien asistió a comienzos de los años ’60 al programa Tato siempre en domingo, tras felicitarlo después de uno de sus monólogos, en el que señalaba que en la Argentina faltaba una escuela: la de presidentes.
Se relacionó con varios otros mandatarios: Jose María Guido, el dictador Alejandro Agustín Lanusse y Raúl Alfonsín, pero quien más visitó su programa fue Carlos Menem, aunque Bores fue taxativo al señalar “no somos amigos”.
En julio de 1974, usando como excusa el duelo por la muerte de Juan Domingo Perón, la secretaría de Prensa de la Presidencia levantó el programa Dele crédito a Tato. Ya en 1979, en época de Tato vs Tato, descubrieron en el palier de su casa una bomba con una tarjeta a su nombre que pudo ser desactivada. Un mensaje mafioso de la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla.
D.R.Además de humorista, Bores fue actor, trabajó en cine y teatro. En efecto, participó en 19 películas y en numerosas obras de teatro de tono revisteril, donde era quien ponía sobre el escenario la cuota de humor político al espectáculo.
Su debut en el cine fue en 1948, con un breve papel en la película La Caraba, donde compartió elenco con Olinda Bozán y Armando Bo, al año siguiente Un pecado por mes y entre 1950 y 1960 filmó diez películas, entre ellas, los policiales Camino al crimen (1951), Mala gente (1952) y El asalto (1960), y comedias como Por cuatro días locos (1953), Casada y señorita (1954), entre otros.
En 1965 encabezó el reparto de Viaje de una noche de verano, en la que aparecían Alberto Olmedo, Juan Manuel Fangio, Atahualpa Yupanqui, Fidel Pintos, Luis Medina Castro y Elsa Daniel, entre muchos otros. En 1972, con Norman Briski y Zulma Faiad protagonizó Disputas en la cama y en los ’80 filmó las comedias Departamento compartido con Alberto Olmedo, Jorge Porcel y Graciela Alfano, y Amante para dos, con Alberto Olmedo y Moria Casán.
Mauricio Borensztein nació el 27 de abril de 1925, en Buenos Aires, en Libertad y Córdoba, en el seno de una familia creyente; poco afecto al estudio, no llegó a terminar su tercer año en el industrial Otto Krause y, con 15 años, se acercó al mundo de la música como plomo, llevando instrumentos y atriles en las orquestas de Luis Rolero y René Cóspito que lo indujeron a estudiar un tiempo clarinete.
Durante la despedida de soltero del saxofonista Santos Lipesker, Bores hizo lo que ahora llamaríamos un stand-up, con chistes muy festejados, al punto de que sorprendieron al cómico Pepe Iglesias, “El Zorro”, y al guionista Julio Porter, presentes en la fiesta y quienes, en 1945, lo convocaron para que hiciera de partenaire de Iglesias en su programa de Radio Splendid. Y fue ahí donde Porter lo bautizó Tato Bores.
En 1946 entró en La escuelita humorística de Pepe Arias, de quien, al parecer, heredó esa calidad de monologuista, donde hacía de El niño Igor mientras Arias era El maestro Ciruelo. Fue tal el éxito de su personaje, que Bores tenía su propio espacio, como Las aventuras de Igor, programa que fue levantado del aire a los pocos meses. Tato contaba las razones: “Hubo muchas quejas de las autoridades escolares porque los chicos en las escuela hablaban todo el tiempo como Igor”.
Por esa época debutó en teatro, en la obra Madame 13, con Olga Zubarry como protagonista. A su ininterrumpida labor radial le sumó actuaciones en los teatros de revistas Maipo y El Nacional, donde realmente comenzó a darle forma a sus monólogos compartidos con el público a gran velocidad y a diseñar el disfraz de ese entrañable personaje que en los ’60 ganó a la audiencia televisiva.
En 1957 debutó en Canal 7, con La familia GESA, de Dringue Farias, y en 1958, con Landrú como guionista, hizo Caras y morisquetas, también en Canal 7. A aquella época, Bores la recordaba así: “Con Landrú nos divertíamos como locos, podíamos decir cualquier cosa menos hablar de Perón y del peronismo, pero todas las demás se las bancaban”.
En 1960, ganó el premio APTRA como Mejor Actor Cómico por su programa Tato siempre en domingo, con libro de César Bruto, en Canal 9. Sus monólogos empezaban a ser esperados, comentados y seguidos por la audiencia.
En 1963, en una entrevista daba alguna pista sobre la forma del monólogo: “Los monólogos tienen una clave, es una especie de reportaje político. Yo leo los titulares de los diarios y cuento las noticias en el escenario con algún comentario jocoso; pero siempre hay que actualizar las noticias. Un chiste político del jueves no hace reír un viernes”. Modesto por naturaleza, Bores no decía que a la actualidad política presente en cada monólogo él le sumaba ironía, sarcasmo y ritmo realmente únicos.
Sobre su actividad y reconocimiento popular señaló: “Yo no tengo miedo a opinar; tengo miedo a convertirme en otro imbécil que por el hecho de ser notorio cree que al público le interesa su opinión ¿Por qué un artista o un tipo notorio tienen que andar diagnosticando, tirando la precisa? ¿Acaso uno por tener un cacho de fama sabe más que un albañil, que un colectivero? Por favor, dejémonos de jorobar”.
Ganó el Konex por su trayectoria en 1981 y 1991, y en noviembre de 1992, el Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires lo distinguió como “Ciudadano Ilustre”, que menos para un porteño de ley.
En 1993, su programa Good Show tenía una de las mejores presentaciones de la TV, con una réplica de la tapa del disco de La banda del sargento Pepper, de Los Beatles, formada con históricas personalidades y música de Charly García.
Ese año debió anticipar el final del ciclo por una operación de hernia de disco que le impidió seguir trabajando. Tenía cáncer de huesos que le provocaba dificultades en la movilidad y fuertes dolores. Murió el 11 de enero de 1996, a los 70 años, rodeado de su familia.
Bores, con su personaje de frac, moño blanco, peluca, anteojos y habano, instaló un lenguaje moderno, coloquial, irónico, aporteñado para el humor político y la sagacidad de sus monólogos en los que nada escapaba a la crítica y en los que siempre prevalecía valores como la idoneidad y honestidad, verdaderos protagonistas de un país mejor.