Los martes y miércoles de enero (al menos cuatro funciones en el verano, la primera el martes 11 de enero) Dady Brieva se presenta con un espectáculo unipersonal: Dady Brieva en Mar del Plata presenta: “Super Dady (El mago del tiempo)”.
La capacidad histriónica es alta, Brieva es importante sobre el escenario. Pesa de solo estar. Comunica lo suyo. Lo escuchan. Las escasas menciones al presente, todas sin eufemismos, con nombres propios muy fuertes, no achican ni quitan el eje: vengo a contarles que fuimos felices. En eso triunfa su espectáculo, entienden y adhieren.
Los martes y miércoles de enero (al menos cuatro funciones en el verano, la primera el martes 11 de enero) Dady Brieva se presenta con un espectáculo unipersonal: Dady Brieva en Mar del Plata presenta: “Super Dady (El mago del tiempo)”.
La ubicación conseguida (fila 22) impedía ver los gestos mínimos del actor, apenas sus movimientos corporales, gestos y la voz. Un monólogo con afectos musicales que se escuchó en una sala realmente importante: Sala Auditorium, a cargo de La Provincia, no del municipio, denominada Sala Piazzolla. Tal ubicación, en cambio, permitía ser testigo del efecto en los espectadores que, como lo dijo el actor en la presentación: “Ya pagaron la entrada, ahora me tienen que aguantar, vamos a reírnos...”. Tan cierto como innecesario, pero Brieva es un actor que juega a “digo la verdad”. El efecto de adhesión, de aceptación, tiene la base en su Grado de Conocimiento como también en algo que le pertenece: simpatía innata para comunicar. Vamos, de eso ha vivido desde la primera estudiantina junto a Del Sel y Volpato. Los Midachi.
Dady vive de “la nostalgia”. Es lícito y no es nuevo. Dice la Real Academia Española: “Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos. Femenina: Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida”.
Dady arranca en esto que sigue: “Recuerde el alma dormida, / avive el seso y despierte/contemplando/ cómo se pasa la vida, / cómo se viene la muerte/ tan callando; / cuán presto se va el placer;/ cómo después de acordado/ da dolor;/ cómo a nuestro parecer/ cualquiera tiempo pasado / fue mejor”.
Los separadores son para respetar la “rima de pie quebrado”, dos octosílabos seguidos de un verso menor. Leerlos define el argumento de Brieva. No es nuevo. Escritas, al menos una parte, con posterioridad al 11 de noviembre de 1476, fecha de la muerte de Rodrigo Manrique, constituye una de las obras capitales de la literatura española. Coplas a la muerte de su padre. El eje es el de Brieva “...cualquiera tiempo pasado... fue mejor”. Todavía no se había descubierto América. La nostalgia es eso según Manrique: el tiempo pasado fue mejor. Brieva se aprovecha de tal argumento.
“Qué tiempo feliz el de la niñez / ¡Velay, yo no sé para qué pasará!...” (De “El tiempo i mama”, zamba, Chalchaleros)
“¿Te acordás, hermano? ¡qué tiempos aquellos! / ¡Veinticinco abriles que no volverán!” (“Tiempos viejos”, Canaro y Romero).
Sin la altura de Manrique, mas cercano a la poesía elemental de Polo Román o Canaro y Romero lo de Brieva se define en ese juego. Vengo a contarles que con poco y nada era feliz y mucho.
Cuatro monólogos a escenario pelado, efectos musicales, un elemental juego de luces que lo siguen, iluminan mucho o se cierran para definir un gesto, un texto o un cierre. En rigor cinco monólogos, pero no se trata de “contar” el espectáculo.
Un tango terrible, por lo trágico, de Homero Expósito, es redimensionado como esperanzador y es uno de los puntos altos, no porque cante bien, sino porque transmite. Brieva es relator de una sola cuerda, pero la explota al mango: “¡Amor, la vida se nos va, quedémonos aquí, ya es hora de llegar!”.
Hay pocas y claras referencias a la actualidad. Brieva es un militante peronista, pero no son tantas las menciones a los actuales dirigentes peronistas, como la exaltación de aquel tiempo feliz de la niñez.
Brieva confiesa que es un hombre con años de análisis y sus razones tendrá. En general todos aquellos que han hecho trabajos colectivos y tienen como afrontar el costo del análisis, del sicoanálisis, lo hacen. Dady lo cuenta.
Los monólogos rescatan el barrio elemental y mínimo con calles de tierra, zanja, aguas servidas. Resalta a su padre, comisario de la Policía de la Provincia de Santa Fe, que alcanzó su mas alto cargo después de 1983, toda su carrera fue anterior. Redefine a su madre y por ella resuelve que el matriarcado existía. Es su mirada. Tiene adhesiones cuando lo presenta.
La apelación a “que lindo que era cuando éramos tan pobres” es una mirada diferente a la de Olmedo, que encuentra en eso :”Éramos tan pobres”, la explicación a las barbaridades que cometía.
Brieva no cree que sean barbaridades las carencias de su infancia, sino el nutriente de un hombre popular y sencillo, el eje de un “hombre popular”. El lo cuenta como si lo fuese aún. Es su calidad de actor la que permite aceptar tal convención... actoral.
La obra no es inocente. Es, el total del mensaje, una resolución de análisis político y lo dicho: un claro mensaje de militancia en lo que cree.
Traduzco. Crecí cuando el peronismo era gobierno o lo había sido hasta poco antes y quedaban sus influencias fuertes (la casita, los planes de estudio, la vida con el sueldo ajustado y la escasa o nula inflación, no envidiar a los que tenían mucho porque eran lejanos y desconocidos). Añoro aquello. Luchemos por eso. Síganme los buenos (Bolaños dixit).
El análisis marxista enfurecería de escucharlo, pero esos no son sus adherentes. La comicidad ayuda a decir cosas que de otro modo... El análisis del liberalismo llevaría a la sonrisa... es nostalgia, no hace daño.
La capacidad histriónica es alta, Brieva es importante sobre el escenario. Pesa de solo estar. Comunica lo suyo. Lo escuchan. Las escasas menciones al presente, todas sin eufemismos, con nombres propios muy fuertes, no achican ni quitan el eje: vengo a contarles que fuimos felices. En eso triunfa su espectáculo, entienden y adhieren.
“Adiós juventud, no puedo esconder las canas, adiós juventud las ganas de volver a salir, a marcha camión, a grapa y limón, me queda un verso por decir antes de partir: adiós corazón adiós Carnaval…”.
Letra de Jaime Roos, versión con el canto de Canario Luna de fondo. Eso aparece en el verdadero cierre del espectáculo. Dady canta con/sobre ellos. Es la verdadera confesión de lo que pasó en Argentina. “Adiós corazón, adiós carnaval. Tiene razón Jaime. Dady le canta a eso.