Un cochemotor se detenía en el mismo lugar donde anoche Fito Páez presentó su show “El Amor 30 años Después del Amor Tour”.
Cuando la década del 70 se perfilaba hacia los 80, con mis viejos y hermano llegamos disparados de un pueblo del interior santafesino para intentar cambiar la suerte en Santa Fe.
Un cochemotor se detenía en el mismo lugar donde anoche Fito Páez presentó su show “El Amor 30 años Después del Amor Tour”.
En ese terreno de vías perdidas, y en unos pocos segundos, estaba recordando aquella valija cuadrada marrón cargada de ropa e ilusiones y viendo aparecer entre luces y una tremenda banda sonando, la figura del cantante rosarino, dueño de una jerarquía y actitud capaces de transportarnos, por dos horas, a los tiempos de estudiantes, de rulos indefinidos y de energía para salvar al Mundo.
En aquellos 90 universitarios, mechábamos la pasión del fútbol y las canciones de Fito (muchas llevadas a las tribunas futboleras). Porque queríamos alegría en nuestros corazones.
Fito disfrutó tanto como el público apostado con celulares, lágrimas algunas, abrazos hacia el amor correspondido o solamente miradas de admiración.
Exclamaciones cuando irrumpió en el escenario con El Amor Después del Amor y un imborrable a capela con la gente para despedirse con Y Dale Alegría a mi corazón.
Fito cantó, bailó, arengó, compartió y también dejó frases. Entre canciones como Ciudad de Pobres Corazones (homenaje a Charly, también lo hizo con el Flaco Spinetta) o Circo Beat, pidió no bajar los brazos y mantener el rock vivo.
Hubo altos puntos altos de su show, pero los mejores aplausos se los llevó el baterista santafesino Gastón Baremberg reconocido por el público y el emocionante momento cuando Fito recordó a las víctimas de las inundaciones en 2003.
Fue además el instante para pedir cordura a la clase política (varios presentes) para que no vuelvan a ocurrir episodios como ese.
Antes de retirarse del escenario instó a disfrutar y vivir dando amor, porque afuera la ciudad arde.
Dar es Dar, Mariposa Tecknicolor o Al Lado del Camino marcaron el rumbo del recital.
La última de la noche fue Y Dale Alegría a Mi Corazón. Y ahí pasaron rápidamente las imágenes: la estación que esperaba el cochemotor aquel, los tiempos de estudiantes y el resto de la vida para dejar en claro que teniendo alegría en el corazón, no hace falta nada más.