Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
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Hace eones que Gordon Matthew Sumner se puso una remera a rayas naranjas y negras, como una abeja, y se convirtió en Sting (“aguijón”), primero integrando la historia grande de The Police y luego forjando una carrera solista sin fisuras y abriendo caminos más allá del rock.
Pero este regreso (luego del poco publicitado show inaugural de la Direct TV Arena en 2015) lo encuentra en plena efervescencia rockera (después de tanto homenaje al inmortal John Dowland y a Gioachino Rossini), de la mano de su más reciente disco, “57th & 9th”, reafirmación de su vigencia musical.
Para esta gira, el del pirincho rubio sumó generaciones: el histórico “porteño” Dominic Miller compartió las guitarras con su hijo Rufus (también hace coros); en la batería se acopló el experimentado Josh Freese (con paso por Guns n’ Roses, Nine Inch Nails, A Perfect Circle y Paramore); en coros y guitarras estuvo Joe Sumner, hijo del jefe; Derek James y Diego Navaira de The Last Bandoleros completaron el coro; y Percy Cardona puso el acordeón. Junto a ellos el veterano inglés exploró diferentes momentos y emociones en la noche del jueves.
Convidado
Lisandro Aristimuño aceptó el desafío de abrir la velada: sólo con sus guitarras, volvió a los tiempos en que abría nuevos destinos sin Los Azules Turquesas. Pero esta vez el escenario era más grande, la audiencia numerosa y había que llenar ese espacio con canciones.
Lo hizo con algunas que crecen con los años, cruzadas con un par del flamante “Constelaciones”: “Tu nombre y el mío”, “La última prosa”, “Me hice cargo de tu luz”, “Hoy, hoy, hoy”, “Voy con vos” (dos de las nuevas), “El plástico de tu perfume”, “Azúcar del estero” y “Tu corazón” (otra novedad). En la despedida, anunció el Luna Park que tiene previsto para el 16 de septiembre, antes de “Canción de amor”.
Los propios
“Hola, soy Joe Sumner, espero que les guste mi música”, dijo el retoño de Sting en castellano, y en seguida se evidenció su parecido vocal (tanto tímbricamente como en las inflexiones) y físico (también tiene algo del Rutger Hauer de “Blade Runner”, en la época en que su padre hizo de Feyd Rautha Harkonnen en “Dune”).
Solo también, con una Gibson azul de caja, salió a interpretar un par de canciones: “Canten conmigo” tiró, aunque pocos las conocían. Remató con “Jellybean” (una melodía infantil “para mis niños”): ahí se fueron sumando los Bandoleros para tomar la posta, arrancando con “Maria”. “Somos The Last Bandoleros de San Antonio, Texas: Gracias por Manu Ginóbili”, afirmó James. Siguieron con un set compacto integrado por “River Man” (con buenos juegos de voces), “Where Do You Go”, “I Don’t Want To Know” (especie de bolero tex mex) y “Take Me To It” (estallido indie folk).
Ayer y hoy
A las 21.17, emergió la formación del protagonista de la velada, con el gastado bajo Fender, remera gris y jean oscuro ajustados. El arranque fue “policial”, con “Synchronicity II” y “Spirits in the Material World”, para luego disparar un hito solista como “Englishman in New York” (muy coreada). De ahí salió hacia dos de las nuevas como “I Can’t Stop Thinking About You” y “One Fine Day”.
“Muchas gracias, muy buenas noches, querido público argentino: me siento muy feliz de estar en Buenos Aires una vez más”, fue el saludo en nuestro idioma. Siguió con “Too Good for Me” y una versión lenta y sinuosa de “I Hung My Head”, antes de la emoción de “Fields of Gold”, con el acordeón de Cardona acompañando.
Familias y próceres
La placa reciente volvió de la mano de la actual “Petrol Head” y de “Down, Down, Down”, antes del momento familiar y emotivo: fue con “Shape of My Heart”, con los Miller cruzando guitarras (Dominic la de nylon, virtuosa y española; Rufus la acústica) y los Sumner compartiendo el micrófono. “El padre, los hijos”, reflexionó el cantante.
La intensidad volvió con otro clásico de los ’80 como “Message in a Bottle”: “Canten conmigo”, fue la invitación, respondida con el mántrico “Sending out an SOS”. Joe se apropió del micrófono para entonar “Ashes to Ashes” de David Bowie (con la reaparición del Mayor Tom), enganchada con “50,000”, otro aporte de “57th & 9th”.
El show fue ganando intensidad con “Walking on the Moon” y “So Lonely”, para pasar por “Desert Rose” (con su onda de Medio Oriente, pero con sonoridades electrónicas) antes de rematar con “Roxanne”, que cantó con las venas del cuello marcadas, metiendo variaciones antes del enganche con “Ain’t no Sunshine”, para luego volver al gran final del tema de la prostituta de la luz roja.
La cumbre
Entonces, se produjo un primer abandono del escenario, mientras un público provecto entonaba cánticos clásicos como “Olé olé olé, Sting, Sting” y el ochentoso “Oh, ohoh oh oh”. El primer retorno fue a puro The Police, con “Next to You” y todos los Bandoleros arriba, y la esperada “Every Breath You Take” (apoteosis). Todos fueron al frente como las compañías teatrales, con Sting recibiendo una bandera argentina con su nombre.
Salió para el último bis con cara de “me cambiaron el instrumento”, ya que portaba una guitarra de cuerdas de nylon. Era la necesaria para lucirse en voz y cuerdas con “Fragile”, esa canción melancólica que Pedro Aznar supo versionar con elegancia en nuestros pagos. Así, despacito, como en un fade out, se retiró el británico y los suyos, dejando a los presentes con ganas de corear alguna más.