Lunes 8.1.2024
/Última actualización 17:02
Pasaron casi 90 años desde su fallecimiento, por eso es posible que las generaciones actuales de lectores no sepan de su obra o su existencia. Pero el uruguayo Alberto Nin Frías fue un hombre consagrado a la escritura cuyos trabajos (ensayos y novelas) sobre una amplia diversidad de temas, entre ellos la homosexualidad, fueron precursores para su tiempo. Su novela “La fuente envenenada", escrita y publicada a principios del siglo pasado, fue una de las primeras obras en idioma español que abordan esta temática desde una postura reivindicativa. “Alexis” (1932) y “Homosexualismo creador” (1933) van en similar sentido, desde otros géneros.
G. M. BertaniEl carácter cosmopolita de este artista y profesor se forjó por su condición de hijo de un embajador, situación que lo llevó a vivir parte de su infancia y adolescencia en Londres, Bruselas y Berna. Luego, pudo doctorarse en Filosofía y Letras y ejerció la docencia tanto en Estados Unidos como en Montevideo. Sobre él escribió José Rodó: “habla mucho y muy bien, de libros nuevos, de ideas literarias, filosóficas y religiosas, de obras artísticas; de recuerdos de viaje, y de otras cosas de que no suele hablarse en los fogones de los campamentos ni en las tertulias de los clubs políticos”.
SagaEn sintonía con la escritura y la enseñanza, fue diplomático, lo cual le permitió viajar y conocer a escritores como Gabriela Mistral, Miguel de Unamuno o Julio Herrera y Reissig.
Betina González, en su artículo “De Narciso a Cristo: genealogía de la amistad masculina en la obra de Alberto Nin Frías” señala que “no es fácil acercarse a sus relatos de vocación didáctica, casi siempre entorpecidos por una sobrecarga de ecos intertextuales. Sus personajes hablan en un tono imposible, declamatorio, lleno de signos de exclamación y puntos suspensivos; sus tramas se inscriben en el marco del melodrama, con su dicotomía intransitable entre el Bien y el Mal, sus premios y castigos, amores imposibles y finales anticipados desde la primera página. Y sin embargo, allí hay algo. Algo difícil de definir”.
ArchivoEl crítico Juan Mas y Pí escribió sobre Nin Frías: “posee originalidad, sinceridad, un estilo acabado y un hondor de visión que le hace único en la literatura de Sudamérica. Debe estas aptitudes a una intensa educación europea y norteamericana, a altos ideales religiosos y a una gran cultura filosófica, armonizando todo ello con un fuerte impulso hacia lo bello en el pensamiento y en la manera de expresarlo”.
García MongeEn 1915, el escritor se autoexilió a Argentina, donde dedicó sus últimos años de vida a la escritura. Llegó a Suardi sobre el final de su vida y se instaló, según consta en la página Sepa Argentina, en la fonda de Lahitte, donde llenó sus aposentos con obras pictóricas y libros. Vivió bajo la protección de su amigo y albacea, Pedro Badanelli. Falleció el 27 de marzo de 1937, sumido en la pobreza.
Archivo El Orden / Hemeroteca Digital CastañedaEn su edición del sábado 3 de abril de 1937, Diario El Orden de Santa Fe, se hizo eco de la muerte de Nin Frías. “En un pueblito de nuestra provincia, en Suardi, departamento San Cristóbal, había dejado de existir el dueño de uno de los talentos más claros y puros que nos fuera dado conocer hace algunos años. En su compañía, oyéndole a menudo disertar con admirable erudición, habíamos trabajado en la redacción de un colega metropolitano. Vida silenciosa la suya. Así dejamos un día de verle, para saber, pasados diez años, que su vida noble en todas las jerarquías, se habla extinguido, serenamente, en un pueblito. Desde las grandes universidades europeas donde formó su cultura, hasta este lejano y último refugio de su vida, nunca sabremos si el dolor castigó las noches de su intimidad, hasta qué punto y por qué”.
Saga