Domingo 18.8.2024
/Última actualización 10:17
María Estela Monti sintonizó con la música cuando era pequeña, cuando pulsó por primera vez las cuerdas de una guitarra. Luego, fue todo crecimiento: profundizó su formación en esa disciplina y amplió su abanico de posibilidades hacia el teatro, la puesta en escena y la participación en formaciones corales y vocales de música popular y de cámara. Aunque desde mediados de los 80, cuando integró Suburbio, tuvo contactos con el tango, fue a mediados de 1999 cuando el vínculo se intensificó, al formar parte del trío Alma Bohemia.
Comenzó su carrera como solista a partir de 2002 y editó cinco discos: “Ciudadana”, “Ciudad secreta”, “Bajoflores”, “Solo Piazzolla” y “Tango de dos siglos”. En estas dos últimas décadas, se presentó en diversos escenarios del mundo y hasta tuvo la posibilidad de trabajar junto al cineasta coreano Moon Seung Wook en el soundtrack de la película “Romance”, que participó en el Festival de Cine de Ginebra.
Gentileza producciónAhora, Monti se apresta a presentar su sexto disco solista, que lleva por título “Luces”. El álbum estará disponible en plataformas el 23 de agosto y en septiembre tendrá su presentación en vivo en Buenos Aires. “El disco representa un puñado de temas y también autores o compositores que me fueron acompañando siempre y que, por diferentes circunstancias de este camino, nunca había grabado”, contó la artista en una entrevista con El Litoral.
“La música tiene esa fantástica propiedad de remontarnos rápidamente a un lugar, a una época, a personas queridas. Escucharlas fue como abrir un álbum de fotos (esos que ya nadie usa), y volver a ‘sentir’ esas emociones que se asociaban a cada tema”, agregó.
-¿Cómo fue la experiencia de grabar "Luces" en distintos estudios y con diferentes técnicos de grabación? ¿Qué impacto tuvo esto en el proceso creativo y en el resultado final del álbum?
-Desde hace ya muchos años trabajo con el mismo técnico de grabación, así que en ese sentido no cambió tanto. Fueron dos estudios diferentes porque la base instrumental se grabó en un estudio que nos permitió grabar juntos. Me gusta ese formato, es como si estuviéramos tocando “en vivo”, las tomas son más blandas, lo único que se regraba es la voz.
Gentileza producción-Trabajaste con músicos con los que compartiste discos, escenarios y momentos personales. ¿Cómo se refleja esta relación en la grabación y el sonido final del álbum?
-La música para mí se trata de vínculos, nunca supe hacer música en un clima hostil o distante. Grabar con músicos a los que conozco desde hace por lo menos 25 años, con los que hemos compartido una gran parte de nuestra vida profesional o personal, es como grabar con la familia. Ellos me conocen, saben lo que busco musicalmente, yo los conozco y confío en ellos, sé que cada uno va a hacer el arreglo que cada tema necesita, y cada arreglo respetará mi mirada sobre la música, porque ellos me conocen, eso sólo se logra cuando hay confianza y conocimiento mutuo.
-En “Luces” incluís temas de referentes como Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta y Charly García ¿Qué significado tienen para vos estas figuras y cómo incidieron en tu carrera?
-Yo crecí con ellos, soy de una generación que se iba a dormir con la radio debajo de la almohada. A Litto y a Charly tuve la fortuna de poder conocerlos personalmente. Litto cantó en el Club de Música que tuve hasta final del año pasado, Circe, a Charly lo conocí en la cena previa a la entrega de los Premios Grammy Latino del 2009, en Las Vegas. En esa cena nos juntaron a varios argentinos en la misma mesa y yo tuve la fortuna de “caer” en la de Charly. Ya me había pasado en Los Ángeles con León y gracias a ese encuentro después pude grabar con él en mi disco Ciudad Secreta. Al Flaco no lo conocí personalmente, me hubiera encantado poder charlar un ratito con él, era un ser único. Te diría que la mayor influencia que han tenido es que, a la hora de cantar, tango por ejemplo, jamás me preocupé por encajar en el estereotipo, es más, nunca se me pasó por la cabeza, y eso es en parte porque mi oreja se formó escuchando a estos monstruos que jamás intentaron “encajar” en la industria, siempre fueron ellos, genuinos, con aciertos y errores seguramente, pero fieles a ellos mismos. Creo que esa es la mayor enseñanza que he podido sacar de escucharlos.
-Tu carrera abarca varias décadas y géneros musicales. ¿Cómo sentís que cambiaste como artista desde tus inicios hasta este sexto álbum solista?
-Cambié como artista en la misma proporción en que debo haberlo hecho como persona, al menos eso espero. Yo empecé en este camino casi como un juego, es más, si bien crecí cantando en cada acto escolar o familiar que se presentara, mi opción de “carrera” nunca había sido la música por aquello de que “te vas a morir de hambre”, así que cuando terminé la secundaria ingresé a la universidad, mientras hacía teatro y coro. Fue el encuentro con Gustavo “Scaramouche” Fernández en el ‘82 lo que hizo que mi camino se fuera enfilando hacia la música. Al principio él tenía más fe que yo en que podía hacer de esto mi forma de vida. Me preguntabas que cambié como artista, creo que he aprendido a permitirme el error, a disfrutar más del encuentro con el público, cambié la palabra exigencia por excelencia, tratar de hacer lo mejor que puedo en este momento, sabiendo que puede fallar, que la perfección y el arte no son buenos socios, cambié mucho, cambié yo esencialmente.
Gentileza producciónEmpatía, solidaridad y paciencia
-Además de tu trabajo como intérprete, también sos docente de técnica vocal desde 1987. ¿Cómo incidió tu experiencia como docente en tu manera de interpretar y entender la música?
-Enseñar para mí es un disfrute diario. La docencia es una vocación y a mí me encanta enseñar, la manera de aprender profundamente una disciplina es enseñarla, porque te amplía el rango de escucha, te obliga a repensar cosas que creías seguras o fijas, porque aprendés de empatía, solidaridad, paciencia. Hace varios años, cuando todavía daba la cátedra de Técnica Vocal orientación tango y folclore en el Instituto Superior de Música del SAdeM, una alumna llegó indignada a la clase porque el profe de trabajo corporal les había dado como tarea leer “El origen de la tragedia” de Nietzsche, entonces me dice “Yo elegí esta carrera porque no quiero leer”. A lo que yo le contesté: ¿Sabés qué pasa? Uno canta con todo lo que ha vivido, escuchado y leído, entonces cuanto más leas, más vas a tener para decir a la hora de cantar. También cuando sos maestro, tenés el desafío de bajarte de ese pedestal de sabiduría irreductible en el que suelen ponerse los docentes, siempre habrá cosas que no podré responder, siempre cometeré errores, y eso se traslada automáticamente a la hora de cantar. No se si esto responde a la pregunta pero te aseguro que cuando les digo algo a mis alumnos, inevitablemente me lo digo a mí misma y eso me nutre a la hora de cantar.