Jueves 31.10.2024
/Última actualización 18:21
Este viernes 1 de noviembre, desde las 21, llega al Teatro Luz y Fuerza (Junín 2957) la obra teatral “Pequeños grandes momentos”, protagonizada por Tomás Fonzi, Sabrina Garciarena, Malena Sánchez y Michel Noher, bajo la dirección de Dalia Elnecavé. Esta propuesta nació de una columna digital de ayuda para quienes necesitaban algún tipo de apoyo emocional: la gente podía preguntar lo que sea bajo un seudónimo y quien contestaba lo hacía bajo el nombre de “Sugar”. La columna fue poniéndose cada vez más profunda y comprometida, y adquirió una gran magnitud: había muchas personas que hacían una sola pregunta, pero algunos seudónimos empezaron a aparecer cada vez más cotidianamente y se gestó una especie de comunidad.
Cheryl Strayed, quien fue “Sugar” largo tiempo, se dio cuenta de que ella también había empezado a sanar cuestiones personales de fondo a partir de su tarea de responder a las inquietudes de la gente. Entonces, decidió escribir un libro con algunos de los relatos reales que recibió durante el período en que tuvo a cargo la columna. Después, Nia Vardalos (la autora de “Mi Gran casamiento griego”) lo transcribió en formato teatral.
La adaptación argentina es completamente diferente a las otras puestas que tuvo la obra y fue pensada y realizada por la directora especialmente para el elenco local. Es una puesta muy minimalista, con el foco puesto en la profundidad actoral instrumental y emocional para que así aparezca sin trucos la propia humanidad.
Las entradas están en venta en la boletería de la sala, o de manera online en www.ticketway.com.ar. Como anticipo, El Litoral conversó con Fonzi para adentrase en este desafío de interpretación que atraviesa a las audiencias.
Experiencias
-¿Qué te atrajo del proyecto cuando te lo ofrecieron?
-En principio obviamente el texto; pero no la curva dramática del texto en sí, sino más bien los distintos testimonios que interpretamos; los relatos, las experiencias de vida que se cuentan; son, y cuando lo leí me representaban, un gran desafío actoral.
También es una tónica de obra con un impronta muy personal, muy particular: es una obra sensible, que invita a la reflexión, a sentirse interpelado, a hacerse preguntas. Es una obra que nos requiere tener el corazón en la mano. Ése fue el desafío en cada función.
-Hay grandes preguntas. desde “¿qué es la vida?”. ¿Cómo te llega una pregunta tan existencial, y cómo se pone desde el cuerpo en la obra?
-Ante todo eso: abrazar una incertidumbre, la escasez de certezas que tenemos. Muchos nos hacemos preguntas con respecto al sentido de la vida: ¿Por qué estamos acá? ¿Cuál es nuestra misión? ¿Qué paso después? Son más grandes las preguntas, las incógnitas. Creo que hay que abrazar esa incertidumbre y hacerse amigo también, y habitarla.
Por eso es una obra que, si bien es sensible e invita a la reflexión y a la emoción, también tiene tiene muchísimo humor. Creo que es producto de la incertidumbre: hay algo de que o nos reímos, o nos volvemos locos: es un exorcismo un poco la risa. También hay risas que vienen desde la incomodidad: a veces es una reacción espontánea ante una situación incómoda, o que nos pone nerviosos.
-Estos personajes que apelan a “Sugar” para buscar ayuda emocional, obviamente exponen cada uno sus miedos, sus vulnerabilidades. ¿Cómo es ponerse en la piel y mostrar lo que tiene uno para decir en eso?
-En ese sentido, estamos entrando y saliendo todo el tiempo de distintos testimonios; estamos de repente encarnando a un señor de 70 años, después una chica de 13, una madre, un padre, un hijo. Es un ejercicio como actores que es apasionante; además la puesta de Dalia Elnecavé, nuestra directora, donde la propuesta no es que tenemos un rol puntual cada uno, sino que nos movemos como un ente unificado que se va desdoblando según lo que van describiendo los textos. Somos como camaleones en el escenario los cuatro.
-Son cuatro sillas y “a pelar”.
-Y a hacer teatro, puro y duro.
Puesta cambiante
-¿Cómo trabajaron con Dalia para tener esa dinámica y esa química tan aceitada como para entrar y salir de cada personaje de cada historia, y mantener el ritmo de la obra?
-En eso está la mano claramente de Dalia. Es una persona extremadamente sensible, que tiene una percepción de las cosas que siempre te sorprenden, Con Dalia trabajamos mucho el ejercicio de entrar a pleno en algún momento, pero también poder salir casi instantáneamente; porque además es una obra que lo requiere: tenemos que estar todo el tiempo cambiando, en cada momento vamos saltando de uno al otro.
Entonces requiere que podamos entrar, y eso es lo que creo que más trabajamos: la posibilidad de entrar a fondo de un segundo al otro, pero también de un segundo al otro poder pasar a otro testimonio, o a otro momento, o salir de ese momento. Creo que ese fue el trabajo más importante que tuvimos que hacer.
-Hablabas del humor. ¿Cómo se hace para encontrar el tono entre el humor y y lo dramático, sin pasarse o que sea una comedia.
-Creo que no está separado: la risa y el llanto, las dos caretas del teatro, están más juntas. Como decía antes: hay algo de la incertidumbre, del drama de vivir; también de la postura que tomamos ante esa incertidumbre. Porque también nos puede generar mucho nerviosismo y ansiedad; pero si lo tomamos con humor todo se hace más fácil: es como un gran lubricante el humor. Y también es como un signo de inteligencia el poder reírse de uno mismo, poder reírse también de la tragedia, de la muerte. Poder relativizar un poco, porque si no se vuelve pesado.
Relectura
-La obra fue adaptada en Argentina pensando en el público local. ¿Cuáles fueron las claves para acercarla a nuestra forma de ver teatro o a nuestra realidad?
-El origen del material inicialmente es un blog que existió de verdad, donde la gente subió sus testimonios en forma anónima, y son testimonios reales. Sobre ese blog se hizo un compilado de todos estos testimonios, y esto llamó la atención de un productor de Broadway, y escribieron la obra; pero sobre la vida de esta escritora que contesta.
Nosotros en este caso estamos interpretando los testimonios y el intercambio entre ellos. No hay un hilo ni una curva dramática que tiene que ver con el personaje en sí, sino que la descubrimos en esta forma tan particular que tiene de contestar, y en esa interacción que tiene con sus lectores.
-¿Qué es lo más fuerte que en las funciones sienten que le llega al espectador, o reacciones que ustedes vean?
-Es muy variable lo que puede pasar: pasa de todo. Durante, pero cuando se prenden las luces en el escenario, en el saludo, ves de las caras; y siempre es una sorpresa. Hay gente que se sensibiliza muchísimo; gente que claro, tienen historias de vida parecidas. Porque eso es lo que tiene: que cualquiera que venga va a sentirse identificado con uno o más testimonios. Si no te pasó a vos le pasó a alguien que tenés muy cercano; o te pasó algo no tan intenso pero parecido. y que te pueda servir.
Es lo más lindo que tiene la obra: que cualquiera puede venir y ponerse en la piel de lo que está pasando en el escenario, sentirse identificado.
-Todo esto que vos contás no funcionaría si no funcionase el elenco. ¿Cómo es trabajar con Sabrina, Malena y Michel.
-Somos un equipo: creo que el compañero de escena es la red de contención por cualquier cosa: es tu apoyo moral y espiritual. Creo que no hay resultados positivos sin un proceso positivo. En este caso fue un gran proceso de trabajo, y lo estamos resultando en escena todos los días. Pero sobre todo por eso: porque nos queremos desde una dinámico de trabajo (y ya somos amigos) que funciona muy bien. Esa es la clave.
Hacia adelante
-Hicieron una buena temporada en Buenos Aires, están saliendo de gira. ¿Cómo sigue la vida de esta obra?
-Estamos haciendo funciones en el Paseo La Plaza los jueves y los fines de semana saliendo de gira. A fines de noviembre ya termina, por lo pronto por este año. Hay intenciones de hacer unas funciones en el verano, en Mar del Plata, y volver a hacer temporada fija en Buenos Aires el año que viene.
-¿Tenés algún otro proyecto en vista, que se pueda contar?
-Empiezo a grabar la semana que viene un programa de turismo y viajes que hago para la provincia de Buenos Aires (“Código viaje”), que sale por Telefe los domingos a la noche. Ahora estamos por empezar a grabar la temporada de verano: hacemos una de invierno y una de verano por año. Es un desafío nuevo, estoy muy contento con este proyecto.