Miércoles 28.7.2021
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“El Nombrador, una película sobre Daniel Toro”, el segundo largometraje dirigido por Silvia Majul, se estrena en el Cine Gaumont y en la plataforma Cine.ar para todo el país, el próximo jueves. En el Cine Gaumont, se verá hasta el miércoles 4 de agosto con dos funciones diarias, y la función de estreno contará con la presencia de Daniela Toro. En la plataforma Cine.ar el film podrá verse en alquiler por $ 90 y estará disponible por ocho semanas. Se trata de un documental musical sobre la figura de Daniel Toro, con la participación de Teresa Parodi, Abel Pintos, Ricardo Mollo, Diego Torres y Víctor Heredia, entre otros.
Antes de este “estreno formal” (la película ya tuvo un recorrido televisivo previo) El Litoral conversión con la realizadora, para desandar el viaje que llevó al rescate de una figura legendaria.
-¿Cómo surgió la idea de este documental, y la voluntad de hacerlo?
-Hace poco una cantora mapuche me dijo que los que nacemos con el don de la comunicación no podemos renunciar nunca a eso: “Listo, me jubilo como comunicador” ya sea en cualquier medio que esté: es algo que está inherente en nosotros, parte de nuestro ADN. Recuerdo que cuando tenía 20 años andaba haciendo notas por los festivales con un grabador, y a la misma vez presentando: había un periodista que llegaba y decía: “¿Quién es Ica Novo?”; yo lo traía y los presentaba.
Empecé con el tema de la prensa, y después hace como diez años me ofrecieron hacer unos guiones para TN, para unos especiales de referentes, y creo que ahí me empezó a gustar el bichito de la televisión; de estar detrás de los artistas: los llevaba, los acompañaba. Me gustó el hecho de contar la vida de ese artista de otra manera: “Me encanta, lo vivo escuchando a tal artista; pero me gustaría relatarlo para los chicos más jóvenes de esta forma”.
Ahí se me despertó la inquietud, empecé a estudiar como era esto de guionar audiovisualmente, empecé a hacer unos cursos. La primera idea fue lo de hacer “Ramón Navarro: un pueblo hecho canción”: fuimos a registrar ese hecho tan particular en un pueblito que es único en el mundo todavía: no se le ocurrió a ninguna otra persona, a un pueblo que no tengan nombres las calles porque es tan chiquito, ponerle el nombre de canciones. Pensé que eso no solamente era un registro sino que podía ser una película documental. Ahí en Chuquis, en medio del rodaje, pensaba en hacer solamente un registro, me dijo: “Si esto es una película, y se te ocurre hacer otra, ¿de quién harías?”. Conteste así como si nada “Daniel Toro”, porque mi primera prensa, mi primera producción es con Daniel: lo llamé muy cararrota a los 23 años, de un teléfono público de Santa Rosa y General Paz, Ciudad de Córdoba: “Hola maestro, le quiero hacer un homenaje”; con el tiempo aprendí que están llenos de homenajes: lo que necesitan nuestros maestros es atención, mimos, otras cosas.
Después está la cuestión de la construcción técnica, de hacer un guión, de convencerlo, porque son de otra generación y no quieren saber nada: “¿Para qué vas hacer algo de mí?”; perfiles re bajos. A Ramón Navarro yo le decía: “El día de mañana su nieto va a querer ver a su abuelo contando cómo había hecho ‘A don Rosa Toledo’”. Lo de Daniel también era como esa cuestión también tan pudorosas que tienen esos referentes, como (Atahualpa) Yupanqui: tienen miedo de que uno desnude alguna cuestión que ellos resguardan, como su familia. Le expliqué que no iba a contar la vida de A a Z, simplemente iba a contar la obra a través de algunas canciones. Nuestros paisanos los indios no quieren hasta el día de hoy que le saquen fotos; me imagino que para nuestro folcloristas, nuestros abuelos, el tema de que uno los filme es es como que estás invadiendo su intimidad.
-Más allá de preservar sus recuerdos y su presencia, había también una voluntad de hacer este homenaje en vida del protagonista.
-Me pasa algo que por ahí le pasa más a gente más joven, de 30 o 20 años: no encontramos ninguna grieta en ninguno de los terrenos de las expresiones artísticas. Se me viene a la mente Palo Pandolfo, que falleció recientemente: era vecino de Peteco Carabajal, y muchas veces se juntaban a guitarrear. Nadie los vio juntos, haciendo un recital o una gira, pero compartían la cotidianeidad de ser vecinos, hablar de lo que estaban haciendo.
¿Por qué el folclorista no puede estar en el cine? ¿Por qué el pintor no puede estar en un programa de cultura? Siempre pensé que todo tenía que ser llevado a otras expresiones. Se me viene a la mente Diana Bellessi, tremenda escritora que tienen en Santa Fe, a quien admiro, conozco, y me encantaría conocer también esos lugares. Qué lindo que debe ser que un pibe de cinco años pase por una calle y la vea en un mural con su poesía.
El hecho de llevar a Daniel Toro a la pantalla grande era llevarlo a otra expresión del arte del arte para que lo vea otro tipo de gente, porque va a circular por un carril distinto. Más que el homenaje, le muestro: “Mire maestro, esto es parte de lo que usted nos ha regalado: una partecita muy ínfima de su gran obra. Gracias”. Yo estoy al frente, “Dirección: Silvia Majul”; pero hay montón de gente y de energías que están detrás de anónimos y anónimas que querrían hacer lo mismo. Por ahí existe uno o una, la indicada, que qué va a llevar a cabo la gestión.
-¿Es una reivindicación? Daniel escribió un montón de canciones, clásicos, pero quizás no es reconocido al nivel de otros creadores. A veces cuando estás vivo es como que te aprecian menos.
Esa inquietud latía en mí. A mí me da mucha vergüenza emplear la palabra “reivindicar” y también la palabra “olvidado”, porque la mitad del país no lo olvidó. ¿Quién soy yo para reivindicar? Me parece que era como poner en otra escena, en la vidriera de la vida. Esa fue la génesis de Mi motivación: “Qué ganas de ponerlo acá, que éste a la misma altura de ciertos referentes”. También pasa que hay un país en Buenos Aires y otro en el interior. En Buenos Aires hablás del Cuchi Leguizamón, que es más conocido, que de tal persona hay más documentales. De Daniel Toro, ya sea por su enfermedad (tuvo cáncer en plena década del 70 y se retira), no lo ves en la tele todos los días.
Para mí había una necesidad más que de mostrarlo a él en sí, era que la gente conozca que un prócer en nueve años... porque venía de Los Nombradores, salió Consagración en el 67 y en el 76 le diagnostican cáncer en la cuerda vocal derecha. En nueve años le dio a la música argentina 1.000 canciones, no dos. Y a los 17 años igual que Spinetta u Homero Manzi, ya compuso “Para ir a buscarte”.
Y sobre todo reivindicar al cantor, que antes tenía menos prejuicios que nosotros: que podía cantarte un disco de canciones románticas (que lo criticaron) y que podía cantarte canciones sociales. También era reivindicar a ese tipo de cantor, porque nunca nadie se puso a plantear a Gardel porque cantaba “El día que me quieras”; pero sin embargo a los folcloristas siempre se les plantea por qué cantan de amor.
Gentileza producción El folclorista con Daniela, su hija menor y también cantante, que se sumó a la película como entrevistadora y productora musical.El folclorista con Daniela, su hija menor y también cantante, que se sumó a la película como entrevistadora y productora musical.Foto: Gentileza producción
-¿Cómo se involucró Daniela en el proyecto? Es productora musical, pero también estuvo en cámara y llevó adelante varias de las entrevistas.
-Ella me ayudó a convencerlo al papá, dos días antes de ir a Cosquín 2020. Yo hasta ese momento le decía: “Vas a hacer algunas entrevistas. Dos días antes le dije: "Tengo un amigo que prepara actores porque hace casting (el papá de Franco Barrionuevo, Daniel Ramírez), de onda ofrece darte unas clases de algunas cuestiones que tienen que ver con la tele”. En la primera nota nos dan 20 minutos con Teresa (Parodi), 20 minutos con Víctor (Heredia), y era un silloncito chiquitito; ni siquiera quedaba que ella se ponga al frente. En ese momento cuando la cámara dijo acción, “Daniela ponete al lado”, así fue.
Al principio iba a estar más distante en la primer parte del guión iban a hablar todas las personas y ella ni iba a parecer. Y la verdad que estoy re contenta de esa decisión que se dio casi mágicamente; más siendo la hija mujer y la más chica, en un género por ahí tan machista. Fue un viaje un viaje un viaje donde ella maratónica mente entrevistó a un montón de gente, y se encontró con un montón de voces y opiniones de su papá, que la ayudaron a ella a despegarse del vínculo, y ver que era más groso que lo que ella sabía.
-Al ser la más chica tenía una imagen menos contemporánea de la carrera del padre.
-Hubo cosas muy mágicas. Uno habla con la familia, todos los hijos tienen que estar. “Daniel, ¿de qué quiere hablar?”. “No, yo no quiero hablar de nada”: no quería hablar de la dictadura; está muy cansado y lo queríamos molestar lo menos posible.
Hace como cinco años se me había ocurrido que quería hacer ficción. En la puerta del Konex lo encuentro a Modesto López, un cineasta, y le dije que quería hacer una ficción de Daniel. “¡Qué irrespetuosa! ¿Cómo vas a hacer una ficción de alguien que tenés vivo? Aunque sea filmalo caminando”.
No quise negociar el homenaje a la radio: lo imaginaba de muy chiquito con la radio, escuchando; la inquietud, la curiosidad. No quería que esté solamente los artistas famosos, sino también gente anónima; porque son los que nos construyen, son parte de nosotros.
-Hay muchos testimonios diversos en la película. ¿Cuáles te parecen más reveladores?
-Primero la parte de archivo, tuvimos mucha suerte: saber que Miguel Abuelo era tan folclorista en sus comienzos. En cuanto a las entrevistas, me gustó mucho lo que dice Abel, siendo tan joven, sobre que hay canciones que no solo son parte de un repertorio sino que son un momento. Con qué respeto toma “El Antigal” (que es un homenaje a nuestros pueblos aborígenes). En un momento de la entrevista, mientras iba hablando yo estaba atrás del camarógrafo y el sonidista, y quería marcarle al de la cámara que en el cuello tiene tatuada la palabra "Gracias", en la cuerda vocal izquierda: ahí me emocioné, sentí que estaba haciendo lo indicado.
Abel en un momento dice: “Todo lo que ha hecho por nosotros sin que él lo sepa”. Cuánta gente que hace cosas por nosotros, que ni esa persona ni uno a veces toma la conciencia. “Lo generoso que ha sido Daniel con su canto”, y cuando vos lo escuchas en el archivo, ahí está la generosidad: el tipo dejó el alma. Si no le agarraba el cáncer, por lo menos una afonía tremenda Uno de los hijos te lo explica: su voz es una de las grandes voces del mundo.
-¿Contribuyó tu experiencia en prensa de artistas de nuestro folclore para abrir puertas de entrevistados y apoyos?
-Sí, pero también la insistencia: una amiga me consiguió el teléfono de Ricardo Mollo para que le cuente la propuesta. Tenía que mandarle un audio a una persona que recibe 800 millones de audios en un minuto, contándole para qué lo quería y por qué lo necesitaba, y por qué era fundamental que él esté. Esa capacidad de resumen una la puede tener cuando está como muy convencido y muy envuelto en algo.
Vivimos en un momento (no solo por este contexto de salud) donde tenemos nostalgias del pasado y del futuro. Pero no solamente del pasado que vivimos nosotros: nos está pasando a nivel humanidad, que tenemos nostalgia del tiempo que no vivimos. Era mi intención que al pibe, la piba que en su vida escuchó Daniel Toro y lo conozca por medio tema, que le llame la atención la historia y que no le parezca prehistórica y arcaica, que le parezca actual. Era como un desafío a nivel narrativo visual: cómo hago para que un pibe de 10 años se quede ahí viendo el documental de 84 minutos.
Gentileza producción Silvia Majul, Nadia Larcher y Ricardo Mollo en uno de los últimos tramos del rodaje, justo al comienzo de la pandemia.Silvia Majul, Daniela Toro y Ricardo Mollo en uno de los últimos tramos del rodaje, justo al comienzo de la pandemia.Foto: Gentileza producción
-¿En qué etapa te agarró la pandemia?
-Tuve mucha suerte. Cuando filmamos en Cosquín, teníamos el guiño del Incaa pero no la aprobación económica nadie nos había dado un peso. Pagué con tarjeta, pedí crédito, todo lo que sea; y de Cosquín me fui a Salta. En mitad del camino mi compañero, Eduardo, me dice: "Yo no estoy convencido de que hagamos este viaje”. Así como estoy muy agradecida con muchos opiniones que vertió en la película con su experiencia, también lo cargo, porque volvimos de rodar en Salta, pusimos un pie en Buenos Aires, y vino la pandemia.
Me agarró en el momento de que ya teníamos el 90% del material, lo único que quedaba era un encuentro que yo soñaba: el Daniela Toro con Samir Petrocelli, el hijo de Ariel. Nunca se habían visto la cara, se conocían por Facebook nada más. Ambos tienen 40 años, era muy emocionante que después de tantos años de canciones, energías, del estreno de “Cuando tenga la tierra” en “Los dos Papas”, se vieran el rostro esos chicos: me los imaginaba a Daniel Toro y a Ariel Petrocelli de jóvenes.
Faltaba eso y lo de Mollo, que lo venía hablando de julio del año pasado, cuando se iba a Uruguay hasta octubre y ahí me contestaba. Salimos dos días para rodar en un lugar muy abierto lo de Mollo. Iba a ser Rubén Patagonia el que iba a recitar “Campesino, campesina”; pero un par de días antes ya no andaba bien de salud, y la llamé a Nadia Larcher que se iba a Catamarca al otro día. A Ricardo le gustaba que sea Rubén, pero le encantó que sea Nadia.
-Llega ahora a los cines, pero tuvo un recorrido televisivo federal, en la TV Pública y más de 20 canales en 10 provincias. ¿Qué devolución tuviste de esa experiencia?
-Tenía miedo cuando la vio Daniel en su casa, hizo un par de correcciones, era supuestamente el tercer corte. Me llamó Daniela: “Ya está, a mi papá, le gustó, se emocionó”.
Después el miedo cuando se estrenó en el Festival de Cine de Cosquín, donde no estaba la gente folclórica, sino la del cine. En la Televisión Pública fue re masiva. En las provincias tenía miedo también porque no es lo mismo que yo vaya a Buenos Aires y Haga una película de Charly y se la muestre a los porteños, como provinciana. Me pasaba que tenía miedo del pública de Salta, de Corrientes, que por ahí no están tan empapados con eso.
Los cineastas te hacen observaciones, uno aprende en cada crítica, porque te hacen observaciones que vos no te lo imaginás. Te dicen "Ah, qué buena esta parte"; muy poca gente me dijo que se quedó con más ganas de Daniel, que no entendió que está enfermo, que es una persona grande, que es también lo que le eligió hablar.
Hay gente que no entiende por ahí la metáfora: al principio aparece una campesina y después se la ve a Daniela caminando, con un vestido corto por el empedrado de Buenos Aires. Lo que quería demostrar es que su música llega todos los estratos sociales, y qué tiene tanto olor urbano como olor campesino. Me imaginaba una tanguera bailando y de pronto escuchando una zamba y que la zamba le sea tan cercana como un tango.