(Junto a Cintia Lorena Díaz para Cable & Diario)
El baterista santafesino fue tocar a Estados Unidos, invitado por el armoniquista Bruce Ewan, y quedó imposibilitado de volver tras el cierre de las fronteras. En diálogo con El Litoral, contó sus días de cuarentena y la realidad de la Gran Manzana.
(Junto a Cintia Lorena Díaz para Cable & Diario)
El baterista santafesino Rubén Tissembaum supo cultivar desde sus años en Mo’ Blues una relación artística y musical con el armoniquista estadounidense Bruce Ewan, que el público santafesino pudo disfrutar en varias ocasiones: la última de ellas fue el 8 de septiembre pasado en Tribus Club de Arte: allí ambos músicos compartieron las tablas junto al histórico Miguel “Botafogo” Vilanova y el bajista local Federico Weder. Las invitaciones fueron en sentido inverso, del sur hacia el norte, pero la última no terminó de la manera esperada.
“Estoy acá desde enero: me había venido en septiembre del año pasado, hasta noviembre estuve, haciendo unas presentaciones en Washington (DC) con Bruce Ewan, un armoniquista de esa ciudad. Estaba invitado para tocar en febrero y marzo. Me vine en enero y bueno, pasó todo esto que realmente es algo increíble. Estoy solo, me invitaron a tocar a mí; no estoy con ningún grupo”, cuenta el músico a la distancia para El Litoral.
Y agrega: “Estuve muchas veces en Nueva York y es increíble ver la ciudad vacía totalmente. Están haciendo unos lindos días ahora, y no hay nadie en la calle: solamente autorizan para salir a andar en bicicleta, en las bicisendas de los parques. Pero hay mucha gente que sale, realmente es muy peligroso. Esto lo está viviendo todo el mundo, lo que pasa es que acá hay morgues en las calles: afuera de un hospital pusieron camiones frigoríficos para los muertos. Hay como 9.000 muertos, menos que en España e Italia, pero acá calculan que como 100.000 muertos”.
Puertas adentro
Tissembaum trata de pasar los días cuidando de exponerse al contagio: “Acá están diciendo muchas cosas que son reales: que esto va a estar muchísimos meses, que la cuarentena no son 15 días, esto es indefinido y hablan de cuatro o cinco meses. Realmente no sé cómo se va a desarrollar todo por el hecho de la comida, todo eso. Yo pido la comida por Internet y me traen un delivery. Por suerte estoy bien, en un departamento, no salgo a ningún lado: al principio salía a andar en bicicleta pero después me di cuenta de que era muy arriesgado porque la gente te pasa a un metro y te puede contagiar”. Tampoco puede Rubén entretenerse tocando: “Soy baterista y estoy en un departamento chico. Solo miro películas y cocino”.
En este proceso le tocó ser testigo de lo que pasa con sus colegas neoyorquinos: “Con respecto a los músicos, acá es drástico, porque acá no hay ningún restaurant, ni nada; no hay música en vivo ni a gran escala ni a pequeña escala. Y esto va a estar mínimo cuatro o cinco más cerrado, o sea que este año prácticamente está perdido como trabajo. Creo que va a ser muchísimo más grave toda la gente que no pueda comer que el mismo virus. La repercusión económica que va a tener, no solamente acá sino en todos lados, y mucho más en países del Tercer Mundo que el propio virus. Acá cerraron todos de un día para el otro y actividad económica no hay nada; solamente los deliveries, que andan todos vestidos de una manera que parecen astronautas”.
La vuelta
Además de la incertidumbre con respecto al regreso, también están los riesgos. “No puedo volver a la Argentina, quien sabe si por tres o cuatro meses, porque no solamente no van a abrir las fronteras aéreas en Estados Unidos (para salir internacionalmente) sino que si las llegan a abrir es un riesgo absoluto ir en un vuelo para la Argentina. Así que no tengo ni idea de cuándo voy a volver. Por lo pronto lo único que me importa es estar sano, así puedo volver a ver a mi hijo”.
Sobre los viajes de repatriación, agrega: “Los vuelos salían de Miami y eran un caos: te hacían esperar con la gente que venía de todos lados, o sea que prácticamente tenías el virus ahí. Y te hacían esperar tres meses en Miami hasta que te repatriaban; después cortaron los vuelos esos. Creo que ahora los están poniendo de vuelta, pero ni los pedí ni fui: tengo mi propio vuelo, lo cancelé, y ahora voy a esperar qué pasa con toda la pandemia. Cuando pueda vuelvo”.
Finalmente se despidió con una recomendación a sus compatriotas: “Saludos a los argentinos, que se queden en casa. Aparentemente podemos aminorar las consecuencias quedándonos en casa; tampoco estás salvado, porque puede venir por cualquier lado”.