Juan Ignacio Novak
jnovak@ellitoral.com
El payaso y titiritero será el encargado de la animación, durante el espectáculo que ofrecerá el grupo de música infantil el 19 de noviembre por la tarde, en el Parque Federal. La actividad se realiza en el marco de los festejos por los 100 años del diario. Allí se reunirán útiles para la Escuela Salvador Caputto de El Sombrerito, en el norte provincial.
Juan Ignacio Novak
jnovak@ellitoral.com
El Parque Federal es el espacio elegido para el espectáculo que desplegará el grupo de música infantil Canticuénticos el lunes 19 de noviembre, feriado, a partir de las 17. Será en el marco de los festejos por los 100 años de El Litoral, con entrada libre y gratuita (únicamente se solicita a los asistentes que colaboren con útiles para la Escuela Salvador Caputto, de El Sombrerito) y la animación estará a cargo del payaso y titiritero Gustavo “Tuti” Núñez. El artista, cordobés de nacimiento pero santafesino por adopción, aseguró estar feliz ante la posibilidad de participar de una celebración que tendrá también un fin solidario. “Todo lo que se relaciona con El Litoral me pone bien porque es el diario de Santa Fe. Algo tradicional de la ciudad, como el Puente Colgante. Soy cordobés pero amo mucho esta ciudad, donde estoy desde hace 24 años. Viajo por el mundo y siempre vuelvo. No sé si tiré anclas acá, pero mi balsa está amarrada a este puerto”, indicó. Para Tuti, es significativo poder acompañar al diario y a Canticuénticos, pero sobre todo a la escuela de El Sombrerito. “Es un lugar donde siempre pasaba, cerquita de la Ruta 1. Un pueblo que no tiene muchas casas, pero seguramente sus corazones laten fuerte. Y ver ese Parque Federal lleno de gente va a ser fantástico. Yo actúo ante mucho público y es una sensación maravillosa ver un montón de gente feliz, por un rato olvidándose de los problemas y dándoles importancia a otras cosas, como pasarla bien y compartir en familia”, destacó.
De fan a integrante
El artista repasó también algunas de sus recientes actividades, las claves para mantener la buena sintonía con el público, sus viajes por el mundo para participar de festivales y los proyectos que se vienen.
—¿Qué balance hacés de lo que fue la reciente experiencia “Canción con Tuti” junto a la Gordini?
—Fue la misma sensación de cuando uno llega a la casa de un amigo y lo abraza. Desde que nació La Gordini fui fan. Donde tocaba, daba la casualidad de que yo siempre estaba animando, como lo voy a hacer el lunes 19 con Canticuénticos. Siempre estaba al lado, pero nunca como parte del grupo. El verano pasado fue de mucho mate, mucha charla y mucho trabajo con los programas de Verano Joven de la Provincia. Terminaba de trabajar y me iba a la casa de los Ayala a charlar sobre nuevos proyectos. Así surgieron canciones y la idea de armar algo juntos. Fue pasar de ser fan a ser integrante. Y ahí está al ruedo “Canciones con Tuti”. Poder compartir con ellos fue maravilloso. Yo soy un músico frustrado, tengo muy buena oreja, pero no sé tocar. Sin embargo, esa oreja va al corazón.
De Santa Fe al mundo
—Me gustaría que recuerdes algunas de las obras que montaste y los personajes que creaste. ¿Cuáles son los espectáculos que recordás con más cariño y por qué?
—Hay muchos. Empecé a hacer teatro a los 7 años y a los 12 a hacer espectáculos. Uno que recuerdo con cariño es “Colón al 500”, mi primer unipersonal, que hice cuando vivía en Mendoza. Era una sátira de la conquista de América. Con ese espectáculo me abrieron las puertas en todos lados. Después algunas obras que escribí como “Historia de brujas”, “Patatín patatero, pirata marinero”, “La gallina catalina”, “El pultimón” y “El gato de La Mancha”, sobre un gato amante de “El Quijote”, “La Caperucita”. Fueron obras que me marcaron. Pero el espectáculo que me abrió las puertas del mundo fue “Pedro del Castillo”. Lo llevé a Tailandia y gané como mejor titiritero para niños. Eso fue mágico. La gente de Tailandia se maravillaba con mi retablo, porque lo armaba en cinco minutos, y con mis títeres realizados con flota, flota, caños y pedazos de lata y paraguas. Siempre en forma autodidacta, a partir del sentido común y la investigación.
—¿Cómo influyeron en el curso de tu formación artística los viajes y la participación en festivales de todo el mundo?
—El festival más mágico en mi vida fue el de Tailandia, en 2014. Después vino Malasia, donde gané como mejor comediante, Dubai donde el mío fue elegido como mejor espectáculo. Luego, nuevamente en Tailandia, fui designado Titiritero por la Paz. Ahí conocí a los portugueses, y en el primer abrazo me di cuenta de que íbamos a ser amigos porque son como nosotros, de abrazar y mirar a los ojos. Por eso amé tanto a Portugal, donde viajé el año pasado. Allí pude estar con un amigo húngaro como Lénart András, de Mikropodium. Cada festival me dio algo. En cada uno tomé y dejé algo. En el último, en Portugal, fui con “Un elefante con hambre” por 7 funciones y terminé haciendo 26.
Sintonía con el público
—¿En qué se basa tu buena llegada a los chicos y qué estrategias utilizás para llegar a ellos, en esta época donde hay tanta influencia de las pantallas y las nuevas tecnologías?
—Se basa en seguir siendo el mismo. Tengo un vestuario más lindo como payaso. Pasé de hacerme la ropa de tafeta a usar brocato. De usar las zapatillas viejas a las que le pegaba goma espuma a encargarle zapatos a un zapatero de clown de Buenos Aires. Pero cada vez que me ato los cordones de los zapatos pienso cómo empecé. Entonces siento el honor que es atarme un zapato de payaso, porque recuerdo la época en que ponía una zapatilla adentro de la otra para que se viera más grande. Ese camino recorrido es muy hermoso, pero lo más hermoso es seguir siendo el mismo. Que la gente te vea y observe que seguís siendo el mismo. El público es público y para mí es lo mismo estar en Tailandia, en un teatro lleno, que estar en Santa Rosa de Lima con 10 pibes, o en Barranquitas con 3. Con respecto a las tecnologías, los culpables somos nosotros. Hoy los padres les dan un celular para que juegue a un chico de 6 meses. Pasaron de un sonajero al celular. Eso me parece terrible. Se perdieron los padres y los abuelos contando cuentos, ese mimito de buenas noches que era tan bonito antes de dormir. Por eso, cada vez que hago un espectáculo trato de despertar corazones. Cuando hago una obra, siempre voy con la verdad y el sentido común.
El Tuti que viene
—¿Qué proyectos tenés para los próximos meses y para el año que viene?
—En diciembre, tengo que ir a Portugal a dirigir un espectáculo. El año que viene me invitaron a Taiwán, a Rusia y a Hawai. Está colgado un festival en homenaje a los Muppets en Los Ángeles, donde me eligieron como animador del evento. Estamos viendo si se hace el año que viene o el otro. Pero pasar de ser un niño cordobés que miraba Los Muppets a ser animador de un homenaje a Los Muppets, es fuerte y bonito. Y en definitiva es eso: ser fiel al trabajo. Siempre lo fui y privilegié la diversión en la gente.