Jueves 21.3.2024
/Última actualización 16:05
Teatro Animal, producción y formación en artes escénicas presenta “Versos para el trucho”, experiencia teatral en un espacio no convencional. “Abandonamos el terreno de la sala teatral para proponerles mudarnos a un lugar diferente, tiñendo de arte un espacio no pensado como teatro con una comedia fragmentada que mediante la ironía y el sinsentido muestra la historia de un rey carente de poder real, cuyas decisiones son influenciadas y contradichas constantemente. Gracias al devenir surrealista de las situaciones en el palacio/teatro/taller se subraya el poder como un juego desprovisto de lógica, revelando la irracionalidad y arbitrariedad de quienes lo ostentan. Así, la obra se convierte en una metáfora que denuncia la naturaleza absurda de la sociedad. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia...”, cuentan desde el grupo.
“Versos para el trucho” es protagonizada por Maia Adil, Juan Manuel Gruber, Lucrecia Huber, Mariano Piccioni y Valentina Ormaechea, bajo la coordinación de Antonela González y la producción de Teatro Animal. Se presentará el próximo sábado 23 de marzo a las 21 en un espacio no teatral ubicado en la zona de la Esquina Encendida, barrio Don Bosco (la dirección se envía por privado una vez reservada la entrada); el evento contará además con un pequeño buffet y barra de bebidas.
“Grupalmente hemos decretado sostener nuestra actividad teatral como una trinchera frente a la crisis que estamos atravesando, es por eso que congelamos y sostenemos nuestros precios del año pasado para quienes realicen la reserva antes del 21/3. La entrada cuesta $ 2.500 o 2 x $ 4.000. Decidimos que la propuesta sea con un precio accesible porque no queremos bajar los brazos, suspender funciones por falta de público y postergar el deseo de estar haciendo arte a pesar de todo. Por eso esperamos que puedan acompañarnos, disfrutando una propuesta teatral diferente en la ciudad de Santa Fe”, afirman desde el colectivo artístico.
Para más información sobre la obra y para reservas escribir al Instagram https://instagram.com/teatro.animal_ o al celular 342-4480672.
En la previa, González conversó con El Litoral para contar más sobre esta iniciativa, sus motivaciones y decisiones.
La llegada al taller nació del cruce de la dificultad de sostener la actividad dentro del circuito de salas, y de las nuevas significaciones que brinda el espacio extrateatral. Foto: Gentileza Teatro AnimalPostales de época
-¿Cómo surgió la idea para esta comedia, y cómo se desarrolló la puesta final?
-Surgió de empezar a trabajar en un espacio de formación. que se llama Teatro Animal, coordinado por mí. Con un grupo que veníamos atravesando un laboratorio de puesta en escena, con un texto de la gran dramaturga Griselda Gambaro que se llama “Real envido”; que fue escrito en 1980, en plena dictadura y llevado a escena, estrenado, en el 83.
La obra tiene un tinte bastante crítico con respecto a las personas que detentan el poder, y los juegos que tienen que ver justamente con eso: con el toma y deja, con las decisiones, con la indecisiones, con los decretazos. Llevar a escena a un rey carente de poder real, pero que sin embargo, al detentar la corona, ese símbolo, es el que gobierna y nos gobierna, para bien y para mal.
Por eso hacerlo en estos tiempos, más allá de que empezamos a trabajar en la puesta en escena a principios del año pasado, mediados del 2023, hicimos una primera función el 21 de diciembre del año pasado; ya con un cambio de gobierno que se perfilaba bastante autoritario. Traerlo de nuevo en este contexto, pasando los cien días de gobierno del nuevo presidente nos parece súper acertado: porque de alguna manera pone sobre escena, y usa el teatro como siempre, como herramienta para ver el mundo.
Parte de la obra de Gambaro: sus personajes, su impronta, la cuestión surreal y metafísica de lo que se plantea, para llevarlo a un absurdo donde todo puede pasar y donde el humor nos sirve también como disparador para poder hablar de temas que de otra manera serían muy shockeantes.
La puesta nació en “un laboratorio de puesta en escena, con un texto de la gran dramaturga Griselda Gambaro que se llama ‘Real envido’; que fue escrito en 1980, en plena dictadura y llevado a escena, estrenado, en el 83”. Foto: Gentileza Teatro AnimalTeatro abierto
-¿Cómo se eligió el registro de comedia para abordar temas que tienen densidad sociopolítica?
-El registro de comedia viene dado en lo absurdo de estas relaciones de poder, en un reino donde el monarca está totalmente desquiciado, está perdido, está desconectado de la realidad. Y entonces gobierna con la prioridad de sus intereses y nada más; es un sociópata que no tiene sentido de la empatía, ni respeto por los derechos de sus súbditos en este caso; en la versión teatral de esta Argentina que atravesamos.
Entonces la comedia aparece como un disparador ante esa “absurdidad” y el sin sentido, la ironía que se presenta; porque nos parece que es la mejor manera de llegar al público para que pueda acceder al contenido, bajando el teatro un poco de esa cuestión de consumo elitista: que si yo no tengo tales o cuales lecturas, o tal o cual enciclopedia, no puedo acceder a ver teatro, o solo tengo que ir a ver teatro comercial o de entretenimiento.
Tratamos, desde Teatro Animal y personalmente desde todas mis puestas en escena, de generar un teatro que tenga contenido social, sociopolítico, de cuestiones de género, feminista; y, sin embargo, no quedarnos en una cuestión de que “el teatro es para la élite”, sino ir al barrio. En este caso nos estamos mudando y corriendo un poco el espacio de la sala teatral al barrio Don Bosco, muy cerca del Teatro de la Abadía. Mi primera obra la estrene ahí, con el grupo Pájaros Volados: entonces hay un cariño.
Me crié en la zona del barrio Las Flores, hay toda una zona ahí de mucha población que, si no se mueve hasta el centro, no tiene acceso a al teatro. Y eso también es una decisión grupal de llevarlo ahí: más allá de que tengamos la disposición de ese espacio que además es maravilloso. Y también hay otra decisión, política, dentro del grupo: sostener los precios del año pasado, que son inauditos hoy. Tomamos la decisión de sostener la obra de teatro por sobre la ganancia propia.
No es lo que correspondería, porque para nosotres también es un trabajo; para mí principalmente: me gustaría seguir ganándome la vida con el teatro. Sin embargo, no están dadas las condiciones sociales y económicas del país como para sostenerlo; entonces, como queremos hacer la función más allá de todo, estamos cobrando 2.500 pesos la entrada o dos por 4.000. Esperamos que se acceda a ella, que no sea un gasto enorme, que puedan ir y disfrutar de una bebida o un buffet quien pueda, que lo vamos a ofrecer.
Va como un “nos ayudemos entre todes”, porque no vamos a dar un paso atrás: queremos salir adelante y seguir disfrutando de lo que nos hace felices, que es el arte.
Crisis y oportunidad
-¿Cómo nació la propuesta de sacar la obra de las salas y montarla en espacios extraescénicos?
-Tiene que ver con primero una cuestión económica, porque hay muchas de las salas de la ciudad que hoy están cerradas o están cobrando un seguro muy alto, al que no podemos acceder; o están en manos de una agenda muy selectiva y no se puede acceder. Y tampoco es que hay tantas salas en Santa Fe: esto ya es algo que se viene viendo después de la pandemia, no crece la oferta de salas teatrales de la mano de la oferta de espectáculos escénicos.
Por otro lado, hay uno de los compañeros que ofreció su espacio de trabajo para que podamos experimentar ahí, y eso nos vino recontra bien. Y una vez que sacamos esta puesta en escena en particular de la sala, y la llevamos al espacio de un taller mecánico, ganó exponencialmente múltiples sentidos, múltiples aristas que no habíamos pensado; ganó en humor, en absurdo, en un montón de cosas que estamos muy contentos de poder cruzar. Porque hay un montón de lenguajes que están siendo entretejidos en esta escena, no-escena, extracotidiano, extrateatral. Ahí hay un cruce muy interesante que esperamos que puedan disfrutar ustedes también.
Visualmente también es algo muy bello de ver, por lo que se logró. Y a la vez también descubrir las mecánicas del teatro, y descubrir que que también se puede hacer artes escénicas en espacios no convencionales, de la mano un poco también de lo que está sucediendo. Hace un par de días salió una nota de Norman Briski, de “salgamos a hacer teatro en la calle”. Bueno, acá ya lo estamos haciendo: acá hay un montón de colectivos y colectivas que vienen haciendo teatro en la calle; hay un montón de espacios que son súper comunitarios; hay lugares que de antaño trabajan a la gorra, también un montón de colectivas que que intervienen en la calle: en mi caso en Santo Tomé, con Pieles en Interferencia, que ya hace tres años y medio que venimos trabajando con la intervención urbana.
En este caso, “Versos para el trucho” se muda a un lugar de trabajo, que es un taller mecánico, para denunciar todas esas cuestiones que tienen que ver con lo laboral, y todas esas decisiones que toman quienes detentan el poder, que afectan a todes. Así que nosotres también fuimos afectades de alguna manera y esa afectación, en el en el sentido de decir: “Bueno, no podemos afrontar un seguro de una sala teatral”, nos hizo crecer dramatúrgicamente, una vez que tomamos la decisión de mudarnos a un lugar extraescénico.