También dejó abierta la posibilidad de liberar a los rehenes secuestrados en su ataque sorpresivo del 7 de octubre, a cambio de la liberación de todos los presos palestinos en cárceles israelíes.
El movimiento islamista palestino Hamas declaró este sábado estar dispuesto a un alto el fuego con Israel y a liberar a los rehenes secuestrados en su ataque sorpresivo del 7 de octubre, a cambio de la liberación de todos los presos palestinos en cárceles israelíes.
"Hamas está dispuesto (a un alto el fuego). Pedimos un alto el fuego y la aplicación de la resolución de la Asamblea General de la ONU. Negociaciones directas, no. Se trata de una fuerza de ocupación, no estamos dispuestos a mantener contactos directos con ellos", declaró el miembro del buró político de ese grupo radical Mousa Abu Marzouk.
El líder del movimiento islamista también criticó la posición de Israel ante la Asamblea General de la ONU y resaltó que 120 países votaron por un alto el fuego.
"El representante de Israel insultó a la ONU y le faltó el respeto, a pesar de que 120 países votaron a favor del alto el fuego y de la ayuda a las víctimas", remarcó Marzouk, según replicó la agencia de noticias Sputnik.
El viernes, la Asamblea General de la ONU aprobó, con 120 votos a favor, 14 en contra y 45 abstenciones, una resolución presentada por el grupo de países árabes que insta a imponer una tregua humanitaria inmediata, durable y sostenible en el conflicto en la Franja de Gaza.
Aunque el resultado de la votación no es vinculante, habitualmente se considera que tiene un peso político importante porque muestra la postura de la comunidad internacional en su conjunto.
Pese a que se trató de un texto por demás cuidado en busca de sumar más voluntades, Israel calificó casi de inmediato de "infamia" a la resolución de la Asamblea, porque no mencionaba a Hamas.
"Hoy es un día que pasará a la infamia. Todos hemos sido testigos de que la ONU no tiene ni una pizca de legitimidad. Está comprometida a garantizar más atrocidades. Según la familia de naciones, Israel no tiene derecho a defenderse", advirtió el embajador israelí, Gilad Erdan.
En tanto, el brazo armado de Hamas, las Brigadas Ezedin al Qassam, planteó este sábado la posibilidad de liberar a unos 230 rehenes secuestrados durante la ofensiva de principio de este mes que estarían retenidos en la Franja de Gaza.
"El precio a pagar por la gran cantidad de rehenes enemigos en nuestras manos es vaciar las cárceles (israelíes) de todos los presos palestinos", declaró Abu Odeida, vocero de las Brigadas Ezedin al Qassam, en un comunicado leído en la televisión Al Aqsa, dirigida por Hamas.
"Si el enemigo quiere resolver el tema de los detenidos de una vez, estamos dispuestos a hacerlo. Si quiere un proceso por etapas, también estamos preparados", agregó Odeida, según reprodujo la agencia de noticias AFP.
El 7 de octubre, Hamas lanzó un ataque contra Israel, en el que murieron unas 1.400 personas, en su mayoría civiles, y otras 229 fueron secuestradas por los islamistas, según las autoridades.
En represalia, Israel movilizó a 300.000 reservistas y comenzó una oleada de bombardeos contra la Franja de Gaza, a la que mantiene bloqueada. Más de 7.700 personas, la mayoría civiles y entre ellos más de 3.000 niños, murieron por esos bombardeos en el territorio palestino.
Naciones Unidas y organizaciones humanitarias denunciaron que los ataques israelíes y los ultimátum que envían para forzar a los gazatíes a emprender traslados a zonas seguras constituyen "crímenes de guerra".
"Estamos muy preocupados por el hecho de que se estén cometiendo crímenes de guerra. Nos preocupa el castigo colectivo infligido a los habitantes de Gaza en respuesta a los atroces ataques de Hamas, que también constituyen crímenes de guerra", afirmó ayer Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, durante una sesión informativa de la ONU en Ginebra.
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, y el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, debatieron sobre cuestiones clave en sus relaciones bilaterales, durante una visita del ministro chino a la Casa Blanca.
"Sullivan y Wang mantuvieron debates sinceros, constructivos y sustantivos sobre cuestiones clave en la relación bilateral entre Estados Unidos y China, el conflicto entre Israel y Hamas, el conflicto de Rusia contra Ucrania y cuestiones sobre el estrecho, entre otros temas", informó la Casa Blanca en un comunicado.
La nota agrega que Sullivan discutió las preocupaciones de Estados Unidos sobre las acciones de Beijing en el Mar de la China Meridional.
"Sullivan discutió las preocupaciones sobre las acciones peligrosas e ilegales de Beijing en el Mar de la China Meridional. Subrayó la importancia de la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán. Las dos partes reafirmaron su deseo de mantener este canal estratégico de comunicación y buscar medidas de diplomacia de alto nivel, incluido el trabajo conjunto para una reunión entre el mandatario (Joe) Biden y el presidente Xi Jinping en San Francisco en noviembre", según el comunicado que fue recogido por la agencia de noticias Sputnik.
Sullivan expresó sus condolencias por el fallecimiento del ex primer ministro chino Li Keqiang, según el comunicado.
Wang Yi está en Washington, en una inusual visita durante la que también mantuvo conversaciones con el secretario de Estado, Antony Blinken, y con Biden.
Las reuniones se enmarcan en un intento por calmar una relación tumultuosa entre ambos países y encontrar puntos en común.
Las conversaciones podrían servir para preparar una futura visita del presidente chino, Xi Jinping, a Estados Unidos, posiblemente al margen de la cumbre de la organización Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec), que se celebrará en San Francisco a mediados de noviembre.
El viernes, tras conversar con Blinken, Wang dijo que su país pretende "estabilizar las relaciones" con Estados Unidos y "reducir los malentendidos" tras años de tensiones.
Biden y Xi no mantuvieron contacto directo desde que se reunieron en Bali en noviembre de 2022, al margen de la cumbre del G20.
Las relaciones se mantienen tensas entre las dos principales economías del mundo, que compiten por aumentar su influencia en la región de Asia y el Pacífico.
Un punto crucial del vínculo es la isla de Taiwán, que Beijing considera propia y Washington reconoce como país independiente. También sobre Medio Oriente los dos gobiernos mantienen miradas disímiles.