Hernán Campaniello
El regreso al poder del Partido Socialista (PS) francés después de 17 años de gobiernos conservadores marca la resurrección de la izquierda francesa frente a los numerosos problemas internos, las divisiones y al descrédito de sus principales representantes.
Diez años después de la fatídica elección presidencial de 2002, el socialismo galo dejó atrás su poco convincente oposición al impopular gobierno de Nicolas Sarkozy y logró sobreponerse al escándalo suscitado tras las denuncias de tipo sexual contra Dominique Strauss-Kahn, el favorito a alzarse con la candidatura del partido de la rosa.
Esta es la segunda vez que el PS accede al poder en la V República francesa, la anterior había sido de la mano de Francois Miterrand, quien presidió el país durante dos períodos desde 1981 al 1995.
El 21 de abril 2002, el PS sufrió su golpe más duro al no acceder a la segunda vuelta. Las divisiones internas mermaron el caudal de votos del entonces premier Lionel Jospin, quien finalizó detrás de Jacques Chirac y del ultraderechista Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, que en la primera vuelta de este año logró revitalizar al xenófobo Frente Nacional ubicándolo en tercer puesto.
El trauma de 2002 por haber tenido que apoyar al conservador Chirac (supero el 80% frente a Le Pen) se agravó por el anuncio de Jospin de su retiro de la vida política. Quedaba sin dirigentes de peso y acusada de "izquierda caviar" por un supuesto elitismo que lo alejaba de las clases populares.
A pesar de sus problemas internos, el PS se impuso en las elecciones regionales y cantonales y europeas de 2004. No obstante, en 2005 su concordancia con el conservador Chirac en el apoyo al "Sí" en el referendo del 2005 por la Constitución Europea, le asentó un nuevo golpe en las urnas.
En 2007, Ségolene Royal sorprendió al ganar la primaria, pero no logró impedir la anunciada derrota en la segunda vuelta frente a Sarkozy.
La derrota potenció las diferencias y la partida de Francois Hollande de la jefatura del partido tras 11 años para preparar su campaña, se saldó con una desordenada elección interna en 2008 cuando Martine Aubry venció a Royal en medio de un largo escrutinio plagado de acusaciones de fraude.
El socialismo pagó su desorden en la elección europea del año siguiente al perder la mitad de sus bancas (de 31 paso a 14) y evitar con lo justo ser superado por los ecologistas (16,48% frente al 16,28%).
La recuperación llego en las regionales y cantonales de 2010 al obtener 20 de 22 regiones y retomar protagonismo al enfrentar al gobierno junto a los sindicatos por la reforma del sistema de pensiones. Otras dos buenas elecciones en 2011, cantonales y senatoriales, reafirmaron el rol del PS frente al descontento por el gobierno de Sarkozy.
La idea de un cambio llevó al PS a organizar las primeras internas abiertas en la historia de Francia, pero el innovador anuncio se vio eclipsado por la caída en desgracia de Dominique Strauss-Kahn.
En ese entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), DSK fue acusado de intento de violación y automáticamente el preferido de los socialistas quedó fuera de la pelea.
El PS se quedó sin el único candidato que en ese entonces las encuestas auguraban capaz de vencer a Sarkozy. La caída del "Elefante" Strauss-Kahn encaramó a Hollande, de 57 años, por captar mejor el voto del electorado de centro que el resto de los aspirantes.
Haciendo hincapié en ser un candidato “normal”, Hollande superó en octubre a las dos principales mujeres socialistas: Aubry, primera secretaria del PS, y Royal, su ex pareja durante 25 años y con quien tuvo cuatro hijos.
Durante su larga campaña, Hollande fijó a su enemigo en el “mundo de las finanzas”, pero fue criticado por su falta de carisma y su poco apego a tomar riesgos.
Sin embargo, el diputado de la región de Correze se benefició para llegar al poder de la repulsa que genera Sarkozy, a quien tuvo a mal traer en el debate televisivo previo a la segunda vuelta.
Desde el 15 de mayo, el socialismo tendrá cinco años en el poder y con una más que posible mayoría en el Parlamento para poder armar libremente su gobierno.
El resurgir del PS francés promete llevarlo al centro de la escena europea. En plena crisis de la zona euro y con casi todos los países de la UE con gobiernos conservadores, la llegada del socialismo es vista en gran Europa como una esperanza para los países cuyas economías han sido más afectadas.
Telam