Aliados y estrategias: la clave de una nueva e inquietante Guerra Fría
Al margen del conflicto puntual por la invasión de Rusia a Ucrania, cabe analizar si esta guerra todavía es “fría” o ya está lo suficientemente “caliente” como para embaucar a todos, en especial a los dos grandes contendores: Estados Unidos y China. ¿Quién transformará la chispa en llama?
Aliados y estrategias: la clave de una nueva e inquietante Guerra Fría
El 2 de agosto de 2022, la legisladora estadounidense Nancy Pelosi, titular de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, arribó a Taiwán en visita oficial, generando cierta incomodidad y alarma, tanto en la población local como en los distintos actores de la geopolítica internacional . Semanas más tarde, el 16 de agosto, el escritor, ex diplomático y respetado analista político venezolano Alfredo Toro Hardy escribió un artículo en relación a las posibilidades de que la actual “guerra fría” (1), que mantiene en permanente estado de alerta a China y Estados Unidos –las dos grandes superpotencias del planeta- se transforme en una verdadera “guerra caliente”.
Como lo manifiesta Toro Hardy en su exposición, a medida que la “guerra fría” entre China y Estados Unidos se hace más definida, mayor es el riesgo de que de ella pueda saltarse a una “guerra caliente” (2). La primera posibilidad de que ocurra, añade el autor, derivaría de que alguno de los tantos temas conflictivos puntuales que los enfrentan -la llamada “guerra comercial” entre ambos (3), las acusaciones mutuas de espionaje y contraespionaje, el control cibernético, el apoyo a uno u otro bando en el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania (iniciado con la invasión rusa al territorio ucraniano el 24 de febrero de 2022), la quisquillosa cuestión taiwanesa-, termine desembocando en un conflicto a gran escala, constituyéndose así, lamentablemente, en conflicto bélico o armado.
Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, y Xi Jinping, presidente de la República Popular China.
Toro Hardy no es un improvisado, sabe de qué habla. Diplomático de carrera retirado, académico e intelectual de reconocida trayectoria, es un experto en relaciones internacionales, que ha tenido la particularidad de sobresalir de manera simultánea en los ámbitos prácticos y teóricos de esta disciplina. Por eso es fundamental tener en cuenta su punto de vista, para saber -o al menos vislumbrar- cuál es la clave, en el contexto global descripto, de la nueva e inquietante etapa de “guerra fría” que se está viviendo, en la cual los enemigos jurados ya no son los Estados Unidos y la Unión Soviética (con su respectiva y extensa nómina de aliados), sino Washington y Beijing.
“Las maniobras chinas sobre Taiwán, resultantes -en primera instancia- de la visita de Nancy Pelosi a la isla, serían buen ejemplo de una chispa susceptible de transformarse en llama”, resalta Toro Hardy, que de alguna forma anticipó la conducta china del presente año, en el cual intensificó su presencia naval en el Pacífico. La segunda posibilidad -de pasar a una etapa “caliente”-, mucho más significativa advierte el autor, “radicaría en que alguna de las dos partes se adentrase en la guerra entre ellas de manera calculada y racional”.
Se están midiendo
Sobre el punto anterior, Toro Hardy aclara los siguiente: “Con frecuencia, los conflictos puntuales se insertan dentro de un cálculo preexistente de costos y beneficios, en donde la opción de ir a la guerra ya ha sido asumida”. Y si la opción de ir a la guerra (“caliente”, se entiende) ha sido asumida… ¿qué es lo que falta para que termine dándose el enfrentamiento armado? ¿Es correcto pensar que de una u otra forma, China y Estados Unidos se están midiendo?
La respuesta a esos interrogantes las da el propio Toro Hardy, con argumentos históricos y filosóficos tan fuertes como premonitorios. Un enfrentamiento entre Washington y Beijing (que está claro que se daría en el marco de un contexto de guerra “fría” convertida en confrontación “caliente” o directa), “podría derivar de dos opciones: una encuadrada dentro de la llamada Trampa de Tucídides; la otra, enmarcada dentro de la denominada Teoría de Transición de Poder”.
¿Qué decía Tucídides, el célebre cronista de la Guerra del Peloponeso? Decía que el crecimiento del poder de Atenas había inspirado la alarma en Esparta y esto hizo que la guerra entre ambas Ciudades Estados fuera inevitable, tal cual lo rescata Toro Hardy de la obra “Grandes Estrategias”, del afamado historiador estadounidense John Lewis Gaddis. En tal sentido, como corrobora Toro Hardy, sería Estados Unidos el candidato natural a desencadenar un conflicto bélico calculado, celoso y desconfiado del incontenible avance chino.
¿Por qué? Porque se considera que cuando un país o Estado en ascenso –como podría definirse a China- amenaza la preeminencia de una potencia dominante, esta –por ejemplo, Estados Unidos- tiende a desencadenar una guerra preventiva, mientras aún dispone de cierta superioridad militar. El “gran peligro” entonces, como remarca el británico Martin Jacques, en un artículo para el semanario The Economist (4), “no es el ascenso de China sino el cómo Estados Unidos reacciona frente a este ascenso y a su consecuente pérdida de primacía”.
Ahora bien, continúa Toro Hardy su análisis, si la explicación de un detonante se vuelca hacia la segunda opción, la Teoría de la Transición de Poder, el instigador de la escalada final sería China. ¿Por qué? Porque de acuerdo a esta teoría –desarrollada cabalmente por el italiano Abramo F.K. Organski y expandida luego por el estadounidense Douglas Lemke, entre otros-, es la potencia más débil, y no la más fuerte, la que tiende a comenzar el conflicto. Ciertos poderes ascendentes y pretensiones insatisfechas con el status quo imperante serían, bajo esta óptica, las razones o motivaciones más proclives para iniciar hostilidades.
A modo de glosario
1 ) “Guerra fría y guerra caliente”, Alfredo Toro Hardy, artículo presentado por el Instituto Gallego de Análisis y Documentación Internacional (IGADI).
2 ) Lo que se conoce como Guerra Fría, así con mayúsculas –a modo de nombre propio- fue un enfrentamiento político, económico, social, ideológico, militar e informativo que comenzó prácticamente en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, entre los bloques capitalista (Occidental) y socialista (Oriental), liderados por Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1949, el gobierno estadounidense impulsó la creación de la alianza militar conocida como Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con el objetivo principal de frenar la influencia soviética en Europa. A su vez, la URSS respondió con el establecimiento, en 1955, del llamado Pacto de Varsovia. El final de la Guerra Fría está marcado por la caída del Muro de Berlín (1989), el desmembramiento y disolución de la URSS (1990-1991), así como el final de la mayoría de los regímenes comunistas que eran sus aliados.
3 ) El 22 de marzo de 2018, el entonces presidente estadounidense Donald Trump firmó un memorando -bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974-, en el que ordena al Representante Comercial de Estados Unidos que se apliquen aranceles de 50 000 millones de dólares a los productos chinos. Los analistas consideran a esa fecha como el inicio de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China.
4) “¿Can the West’s Democracy survive China’s rise to dominance?”, del 14 de junio de 2018.