Los resultados de las elecciones ratificaron lo previsible. El gobierno nacional perdió las elecciones de medio término, si bien achicó las diferencias de setiembre como lo hicieron todos los oficialismos desde que se implementó el sistema de primarias. También en la provincia la diferencia se achicó en alrededor de dos puntos pero estuvo lejos de las estimaciones oficiales.
El cambio de gabinete, unas pocas medidas destinadas a mejorar los ingresos de una parte de la sociedad y, fundamentalmente, el levantamiento de casi todas las restricciones con el fin de “cambiar” el clima de una sociedad agobiada por años de crisis económica y las consecuencias de la pandemia no alcanzaron para dar vuelta unos resultados cantados desde setiembre.
La nuevo que dejó esta elección es la pérdida de la mayoría propia en el Senado para el peronismo, que la tenía desde el retorno de la democracia en 1983. Nada que el gobierno, ni éste ni ningún otro de ningún otro país, no pueda superar a través de la negociación política. Y en todo caso esta situación tampoco debería perjudicar, ni al gobierno ni a la sociedad, ya que, según expresaron dirigentes de la oposición en los festejos del domingo a la noche, será una de las herramientas sobre la que construirán políticas que le mejoraran la vida a la gente.
El presidente, sabiendo que perdía, preparó la reacción. Dijo que a partir de este lunes empezaba una nueva etapa de gobierno que buscará la recuperación económica, bajar la inflación y mejorar los ingresos de la sociedad, al tiempo que va a convocar al diálogo a la oposición para acordar una agenda “tan compartida como sea posible”.
También dijo que el acuerdo con el fondo está cerrado y que la primera semana de diciembre enviará al Congreso un programa económico plurianual para ser tratado por todos los partidos políticos. Será el cuarto plan económico que pasará por el Congreso después del Austral (1985), el de Convertibilidad (1991) y el de Déficit Cero (2001).
Ratificó su alianza con el sector productivo, repitió los números del crecimiento de la actividad industrial, de las exportaciones y dejó en claro que ese será el camino que transitará en los próximos dos años y no el de una “transición” como pidió irresponsablemente el ex presidente Macri, que parece estar ansioso para que a todo el mundo le vaya mal así se disuelve su responsabilidad sobre la crisis de los últimos 4 años.
Una mirada piadosa sobre los resultados de este domingo es que desde la recuperación de la democracia los oficialismos perdieron más de lo que ganaron: Alfonsin ganó en 1985 y perdió en 1987; Menem ganó 1991 y 1993 y perdió en 1997; De la Rúa perdió en 2001; Kirchner ganó en 2005; Cristina perdió en 2009 y 2013; Macri ganó en 2017 y Alberto perdió en 2021.
Una conclusión posible es que una derrota en las elecciones intermedias condicionan sin dudas pero de no definen lo que vaya a pasar dentro de dos años. Dependerá esto de como metabolice el oficialismo la derrota y de que tipo de oposición haga quienes ganaron anoche. Como escribió en su cuenta de twitter el analista político Patricio Talavera, “no está muerto quien gobierna”.
Las consecuencias que tuvo para los asalariados y el sector productivo la gestión de Cambiemos está todavía a flor de piel y la gente no lo va a olvidar fácilmente ni con promesas de construir un mejor futuro para todos.
De hecho, una rápida lectura antes de conocer los resultados finales indican que a Juntos por el Cambio le fue peor respecto a los comicios de setiembre, siempre había mejorado las performances entre las PASO y las generales, tal vez porque aparecieron dirigentes y expresiones que más allá del enojo del gobierno con la gente, la sociedad argentina les bajó el pulgar. En este espacio en todo caso habrá que ver como se metabolizan las diferencias que no son pocas.
Una de las carreras que empezará este 15 de noviembre será la del sucesor de Alberto Fernández que seguramente se apoyará en los gobernadores, los sindicatos y los movimientos sociales para sumar volumen político que le permitan ejecutar las medidas que le permitan a la gente vivir mejor.
El objetivo tampoco debería ser muy complejo: que un asalariado medio pueda pagar un alquiler y llegar a fin de mes en condiciones dignas. Hacerle más fácil la vida a la gente y a partir de allí el resto. No hay mucho más.
También deberá darse una estrategia para recuperar una parte de los electores que en muchas elecciones votaron al peronismo y dejaron de hacerlo por diferentes motivos desde 2011. En Santa Fe la mayoría de los sectores productivos votan por quienes implementaron políticas que los perjudicaron en la última década y es difícil de comprender que hayan terminado votando a quien ni siquiera se pudo votar a si misma porque no vive en la provincia.
Una última reflexión sobre los resultados de las elecciones en la ciudad de Santa Fe. El peronismo, que gobernó la ciudad capital hasta 2007, salió tercero y su crisis no parece tener fondo. Quienes trabajan de dirigentes políticos en la capital de la provincia no han estado a la altura y han hundido la poderosa maquina electoral que fue durante más de 20 años.
Un buen primer paso sería dejar de subestimar a los santafesinos. La ciudad tuvo de intendentes a un dirigente político que fue dos veces gobernador, al actual presidente de la Corte Suprema, a un rector de la Universidad.
Deberían hacer una profunda autocrítica, dejar de esconderse bajo paraguas ajenos y de tomar a la política como un emprendimiento familiar y salir a construir una alternativa que convoque a los mejores que quieran sumarse, recuperando la vocación de poder que alguna vez tuvo. De lo contrario no habrá futuro para los peronistas de la ciudad de Santa Fe.