Por Ricardo Miguel Fessia
Por Ricardo Miguel Fessia
I – El Brigadier Estanislao López tiene una significación especial para los santafesinos, mucho se ha escrito sobre su persona y más aún sobre la obra. Poco, al menos ahora, este modesto pendolista puede agregar. Pero al momento de cumplirse un nuevo aniversario de su muerte, 184 años, rescatamos un acontecimiento que pertenece a la historia y que cambiará "la historia".
II - El 15 de junio de 1938, las autoridades organizaron una serie de actos por el centenario de la muerte del Brigadier Estanislao López. Por mucho tiempo y desde distintas miradas, en particular por los historiadores liberales y porteños, se lo tenía al caudillo litoraleño como un gaucho analfabeto, un emergente de la chusma, para algunos, un tirano. Fruto de alguna brega y muy tímidamente, se fue abriendo paso otra perspectiva y en paralelo se le fueron reconociendo acciones de estadista y, por sobre todo, de férreo defensor de las autonomías provinciales y el sometimiento del gobierno a la ley con el dictado de la primera constitución en 1819. Para este centenario ya se lo llamaba el "Patriarca de la Federación" y se entendió que era el tiempo de las gratitudes. En particular en la capital se prepararon importantes celebraciones. Entre ellas la instalación de la piedra fundamental de su monumento.
III - El Litoral de esa tarde de miércoles 15 de junio publicaba en su página 3 una nota de Leoncio Gianello, titulada "Estanislao López". "Era un día como hoy, un quince de junio…día gris de invierno en que la calma de la ciudad colonial estaba rota por una inquietud hecha de miedos. Desde tiempo atrás preocupaba la salud del Comandante de Armas de la provincia...", comenzaba la crónica. Bien debajo de ella, aparecía un comentario sobre el acto de celebración de la Reforma Universitaria –fecha sagrada de los universitarios- que a primera hora de la tarde se desarrolló en el Paraninfo (http://www.santafe.gov.ar/hemerotecadigital/diario/18166/). Con la invitación cursada por el gobernador Manuel María de Iriondo, hijo de Simón que había sido gobernador, parte del gabinete nacional se había hecho presente encabezado por el vicepresidente Ramón S. Castillo.
IV - Como parte de la conmemoración, en el tradicional Club del Orden, se ofrecía una recepción donde asistieron las autoridades. Llegado el momento del brindis y luego de recordar la entrega del evocado en la defensa de los supremos intereses, el Dr. de Iriondo pidió un brindis por don Alfredo Bello, santafesino de largo arraigo, socio de la institución anfitriona y estudioso de nuestro pasado. Como tal, desde varias décadas venía reivindicando al Brigadier y parte de esa jornada de hondo sentido patriótico, se debía a su afán y al denuedo en esa empresa. Con notable emoción por lo inesperado, y desde otro lugar del amplio salón, con la copa en brazo alzado, Bello respondió: "¡Por Santa Fe, por el caudillo popular de la provincia, y por Juan Manuel de Rosas, el primero de todos los caudillos argentinos!".
Lo de López era entendible, pero en ese tiempo elevar al parnaso de los patriotas al "Restaurador de las leyes" era algo que motivó rostros tiesos y miradas confusas. Pero por si esto fuera no del todo concluyente, antes que los presentes se lleven la copa a la boca, espetó a voz en cuello: "¡Y por una indispensable revisión de la historia argentina, sin la cual no seremos jamás una Patria!". Solo un grupito aceptó el lance y con pecho henchido y sorbo sostenido celebró la consigna.
V - La idea de estudiar el pasado desde otro lado, la de romper el mitrismo estaba in péctore en no pocos hombres y mujeres que se interesaban a partir de observar que mucho de lo que habían estudiado y se podía leer, no era de esa forma. De conversaciones informales, en distintas reuniones ocasionales, se concluyó en un encuentro en uno de los salones del histórico Club del Orden para fundar el Instituto de Estudios Federalistas para reunir las voluntades de los que entienden que se debe dar, sin demoras, un proceso de revisión histórica.
En un pasaje del acta fundacional se agrega: "Ya no es honesto cerrar los ojos ante tanta prueba acumulada de que nuestros anales patrios han sido tergiversados, desnaturalizados los acontecimientos y, en definitiva, falseados los resultados y las consecuencias lógicas". Aquel brindis del viejo profesor que con osadía impensada pedía por la "revisión" de la historia, había echado un desafío que otros recogieron y potenciaron en un tiempo adverso con un ambiente cargado de ideas extranjeras y las miradas puestas en los hechos de Europa.
En el acta fundacional de los revisionistas figuran; José María Funes, presbítero Alfonso Durán, Alfredo Bello, Clementino Paredes, Rodolfo Borzone, Félix Barreto, Raúl Ruiz y Ruiz, Víctor Mazzucca, Arturo Valdez Taboada, Ulises Benuzzi, Luis Alberto Candioti, Juan Bonet Da Forno, Leopoldo Chizzini Melo, Carlos Iparraguirre, Heberto Pagani Lanza, Tulio Jacovella, Vicente Fidel López (hijo) y José María Rosa. Bello fue el primer presidente y Rosa su vicepresidente.
VI - Con sentido de insuflar pasión, esa reunión se la tomó como "El grito de Santa Fe" y dentro del espacio de los sectores nacionalistas se la difundió. Había nacido de esta forma el "revisionismo histórico", como un movimiento intelectual que pretendía volver la mirada en ciertos hechos del pasado para entender el presente y proyectarlos hacia el futuro. En sus propias palabras era dar marchar atrás para "enderezar el rumbo" y poder hacer entender el motivo por el cual los argentinos no eran dueños de su destino y el camino para volver a serlo. Ese reducido grupo con mucha pasión, comenzó a producir, tal vez en forma desordenada, pero en una dirección clara motivando debates públicos sobre nuestro pasado que se encaminaban derechamente a las discusiones políticas con una visión alternativa a la propuesta de la "historia oficial".
Los medios, entendido como diarios y publicaciones de círculos de intelectuales e historiadores, no recibieron la nueva corriente con simpatía y en esa dirección podría decirse que lo ignoraron. Más que desalentar a los aguerridos voluntarios, los potenciaba y afirmaba sus convicciones ya que sabían que el rechazo no era otra cosa más que sostener que estaban en el camino acertado: iban contra el sistema. Algunos ensayaban la idea de que "eran un peligro". El propio "Pepe" Rosa, con su impronta, calificaba de "conspiración del silencio" a la reacción por esta lucha contra la verdad histórica que primero ocultaron y luego se encargaron de tergiversar y hasta reprimir con la cesantía de profesores revisionistas. Entendían que con una "historia colonial" solo se tenía una mentalidad colonial.
VII - Entre las acciones del plan para difundir las ideas se organizó una conferencia con José María Rosa, donde asistieron apenas algunos pocos. Terminada la misma y para animar al voluntarioso conferencista, Bello le dice; "No. A esta gente, no. Eso mismo que usted ha dicho sobre Rosas repítalo en un asado popular que le voy a organizar en Coronda". Eso ocurrió y en este caso el auditorio era importante pero de gentes que nada sabían de historia argentina, ni siquiera recordaban lo que habían recibido en la escuela. Pero eran "criollos y tienen corazón", como le había adelantado Bello, y terminada la exposición salieron con el pecho henchido de espíritu patriótico. Hasta se habrían generado algunos excesos como arrojar piedras al busto de Sarmiento al grito de "mueran los salvajes unitarios".
VIII - El "grito" tuvo eco en Buenos Aires, por lo que el 8 de agosto de 1938 un grupo de revisionistas fundaría el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, con una importante dinámica, organizándose actos en recuerdo a la Vuelta de Obligado, a la Batalla de Punta del Quebracho y otros tantos.
IX - Numen de este grupo era José María Rosa, porteño pero llegado a Santa Fe por voluntad de Lisandro de la Torre que, apenas recibido y casado con Delfina María Luisa Bunge –sobrina de Carlos Octavio Bunge-, le sugiere mudarse a Santa Fe donde lo espera el cargo de Juez de Instrucción. Dos años permanecerá en el cargo -1930 y 1931- hasta que se distancia del caudillo demoprogresista y retorna a la Capital. Su vuelta a Santa Fe es en 1937, cuando obtiene las cátedras de Derecho Constitucional y Sociología en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. Se instala en una casa de calle San Martín 2743, punto intermedio entre las aulas universitarias y los espacios sociales.
En su edición del jueves 16 de junio de 1938 el diario El Orden, a toda columna, tituló su edición como "López sometió su gobierno a la norma jurídica", como frase destacada del discurso del gobernador Manuel María de Iriondo. En la página siguiente y también a toda columna se destacan los festejos frente a la casa de López (disponible en http://www.santafe.gov.ar/hemerotecadigital/diario/3641/). El Litoral, en la página 5, de ese mismo día hacia una extensa crónica de la recepción en el Club del Orden en donde estaba presente el vicepresidente Castillo y el gobernador de Iriondo con sus esposas (http://www.santafe.gov.ar/hemerotecadigital/diario/18167/).
X - El santafesino Bello, con ese brindis que decía "Perdón, señor, la historia es otra cosa", puso en crisis la línea liberal de la historia, que había escrito el centralismo porteño, y motivó el nacimiento del "revisionismo".