Jueves 30.7.2020
/Última actualización 1:46
Tratar sobre la peste en mi pago sin despegarse de la historia sería erróneo, caprichoso y peligroso. La vida es un continuo que no hay interruptus personal o sectorial que desacomode. Se sabe, pero tiene dificultades la transmisión de una advertencia elemental sobre la especie y su derrotero. Son muchos los porfiados que creen nacer de gajo y no tener ombligo.
Es muy difícil, pese a que su influencia fue definitiva, que Cristóforo Colombo, Columbus, o Cristóbal Colón, lo mismo da, haya sido considerado por sus contemporáneos como el que cerró siglos y abrió puertas inatajables. Fin de los 4 elefantes, el mundo es ancho y ajeno. Lejano. Todo en algún lugar donde alguien llegará. Sometime / Someday…
Tardaron siglos en entender los muchos, los muchísimos, que los hombres son eso, sin diferencias de ningún tipo, más allá del código genético, que finalmente nos iguala. Hoy ya se discute el xx y el xy y los 23 pares están siendo desmenuzados minuciosamente. La oveja Dolly abrió una puerta que nadie puede cerrar.
Parecería que la divulgación científica entorpece los acontecimientos de una historia que viene, nos alcanza y seguirá más allá de nosotros. Pongámoslo en pregunta ¿alguien se para detrás de la Bomba Atómica y produce el hecho simple, entender el fin de una edad? Allí se nos fue la Edad Moderna.
Es difícil entender -hoy, 2020- que en el 1945 las cosas se definieron de un modo que, por ahora y solamente por ahora, resulta sencillo demostrar. El miedo no es zonzo. Nunca más una explosión nuclear. Terminó la Edad Moderna, comenzó el pos modernismo, aumentaron las zonceras y zarandajas pero explosiones nucleares bélicas ni una. Santo Dios, crucemos los dedos.
El coronavirus también obliga al entrecruzamiento de índice y mayor de la mano hábil. Gesto mágico. Como es mágico intentar prevenir el coronavirus con algodones embebidos en vinagre, esencia de cacao y extracto de café soluble. En los controles camineros hoy sucede. La magia somos nosotros, dicho sin sorna y con franqueza. Cuando no hay solución racional vuelven los alquimistas; que nunca se fueron totalmente.
Antes del coronavirus hubo un coronavirus. Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki fueron ataques nucleares ordenados por Harry S. Truman, presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio del Japón (Wikipedia).
Consecuencias: rendición del Japón y finalización de la Segunda Guerra Mundial. Fecha: 6 ago. 1945 – 9 ago. 1945. Resultado: Victoria de los Aliados- Lugar: Hiroshima y Nagasaki, Imperio del Japón.
Se estima que, hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 166.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, totalizando unas 246.000 muertes, prácticamente al momento del ataque... Hasta la fecha, estos bombardeos constituyen los únicos ataques nucleares de la historia. Japón se rindió. Mucha gente muerta en menos de un minuto. Como nunca antes. Hasta ahora. Coronavirus puede fijar otro número.
Little Boy fue el nombre con el que bautizaron los americanos a la bomba lanzada en Hiroshima. La bomba de uranio-235 de 4.400 kilogramos de peso, 3 metros de longitud, 75 centímetros de diámetro y una potencia explosiva de 16 kilotones, -1600 toneladas de dinamita-, explotó a las 8:15 del 6 de agosto de 1945 a una altitud de 600 metros sobre la ciudad japonesa.
Después murieron muchos más. Por décadas las aguas contaminadas, las especies alteradas, el mundo diferente. El mundo diferente ¿se entiende? Apareció otra normalidad después de la Bomba Atómica ¿se entiende?
Hay, sin embargo, un punto donde nos encontramos, tanto pos bombardeo allá en Japón y demostrando el horror, como nos imaginamos que será pos paseo del virus por todos los cielos. El punto de la redención, el volver a renacer con lo que fuimos. Los restos.
Douglas Mc Arthur, tan parecido a Gregory Peck, según una película que ilustraba estas cosas, digo, la modalidad yanqui de contar la historia, dotó a los vencidos de Constitución y Fuerzas Policiales.
“El fallo de la seguridad colectiva de la Liga de las Naciones hizo darse cuenta de que un sistema de seguridad universal solo podría ser efectivo si las naciones aceptaban ciertas limitaciones de su soberanía nacional con respecto a su derecho a la beligerancia. Al igual que el Artículo 24 alemán, que fue incorporado en la post-guerra a la Constitución de Alemania, y que provee delegación o limitación de los derechos nacionales en favor de la seguridad colectiva, el Artículo 9 fue añadido a la Constitución de Japón durante la ocupación después de la Segunda Guerra Mundial”. No ejércitos. Sí policía.
Para que se entienda. Alemania primero, Japón después, fueron viviseccionadas y puestas en venta. Perdieron una guerra. La índole de sus pueblos, superadas las contingencias nefastas (que un General Yanqui dicte una constitución es eso, algo nefasto) fueron resolviendo la historia, la recuperación, el código genético de la población, sus costumbres, sus mandatos, lo profundo: la herencia cultural que está en el idioma y la transmisión de eso inatajable, inconmensurable e intangible: cultura. Re defino: la suma de todas las memorias y su actualización permanente. La cultura popular como identidad.
Al coronavirus llegaron tanto Japón, como Alemania, como Argentina con lo que son, con lo que tienen, con sus herencias puestas encima de la mesa y sin la sábana que el coronavirus corrió, así como las explosiones nucleares hablaron mundialmente de la crueldad del hombre contra el hombre, levantando hongos como monumento a Hobbes y Locke. Otro momento histórico, otra sábana caída.
El coronavirus es un fenómeno mundial que muestra como vienen Alemania y Japón resolviendo este bombardeo; también la sábana caída permite observar la cruda escena nacional, regional, local.
Un escenario de no pacto entre Trabajo, Capital y Estado. Escenarios provinciales desgraciadamente diferenciados. Elementos culturales (del Estado) que desprestigian y provocan desesperanza (un Ministerio que promueve un encuentro por redes para que, al menos cobren algo, no es Cultura, es decepción, frustración, ineptitud) y la miseria en mitad de un inevitable “banco de alimentos” como el hecho más auspicioso (alguien advirtió que hay hambruna) nos diferencian de otros sitios.
El coronavirus abre una Edad Universal de los Contagios, una Edad Pos Moderna y Pre fusión de los contactos. No hay lugar para los cuatro elefantes. El desafío es matar a Hobbes y Locke y sus continuadores. El desafío es conectarnos. Escuchar los mensajes. Demasiados sordos en el horizonte. Ojalá empiecen a escuchar… para salvarse y salvarnos, en ese orden, tampoco hay que ilusionarse demasiado.